lunes, 30 de marzo de 2009

Autocrítica

Hace muchos años fui comunista, no sé si leninista, estalinista o maoísta, la crisis apenas duró cinco minutos y no me dio tiempo a definirme. Además, todo fue fruto de un enfado con mi abuela, que desde el treinta y ocho los tenía un poco cruzados. Así que a modo de protesta y ya de paso, para fastidiarla un poco, coqueteé brevemente con el comunismo. Sin embargo a pesar de la corta duración de mi experiencia, tuvo una fabulosa recompensa intelectual: descubrí el concepto de autocrítica. Para quien no lo sepa, autocriticarse consiste básicamente en ponerse verde a uno mismo y después, eso sí, mucho más aliviado, continuar haciendo las cosas igual de mal o incluso peor. Desde ese momento de revelación mística decidí como mínimo aplicarla una vez al año (no necesariamente el treinta y uno de diciembre) y así lo he hecho desde entonces.

Toda esta historia viene a cuento porque hace unos días leí un artículo sobre la experiencia danesa con la flexiseguridad y lo bien que les está funcionando. Decidí concederle unos minutos de reflexión, posiblemente me estaba mostrando excesivamente inflexible respecto a los derechos sociolaborales de los trabajadores. Quizá fuera necesario un replanteamiento de mis posiciones y de mi valoración sobre cómo podría funcionar en nuestro país ese modelo de relaciones laborales. Estaba ya casi convencido de las virtudes de ese buen rollito entre empresarios, trabajadores y Estado, cuando la puñetera literatura me aguó la fiesta. Recordé de repente que los daneses no habían escrito el Lazarillo de Tormes y que la picaresca en nuestro país, no solo forma parte de nuestra tradición literaria, sino que también es un hábito muy arraigado en nuestras relaciones. No quise imaginarme cuál sería el resultado si aplicáramos en nuestro país un acuerdo socio económico fundamentado en la seriedad y la buena fe de las partes.

Especialmente después de leer en la prensa que dos trabajadores, muy distantes geográficamente y en empresas con actividades totalmente diferentes habían sido despedidos por un motivo común, estar enfermos de cáncer. Así que a mí recelo inicial se sumó un cabreo del copón y me dije, a la mierda la autocrítica y que se metan la puñetera flexiseguridad donde les quepa. Porque en este país ni somos daneses, ni civilizados y ya empiezo a dudar si incluso somos seres humanos. Y mira por donde después de eso me siento mucho más aliviado, eso sí, también bastante más triste.

http://www.elpais.com/articulo/servicios/Flexiseguridad/receta/magica/elpepueconeg/20071021elpnegser_10/Tes
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=122475
http://www.europapress.es/catalunya/noticia-trabajador-cancer-pulmon-demanda-empresa-20090325175651.html

sábado, 28 de marzo de 2009

Miguel Hernández † 28 de marzo de 1942

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me avientan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.

¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.

La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Caleidoscopio (Gattaca)

Por Claudia.


Alex, tienes razón en que no me he parado mucho a pensar, pero fue por falta de tiempo, estaba dando gracias a Gaia por nacer en esta parte del mundo donde casi los únicos daños seguros son los que nosotros mismos nos provocamos los unos a los otros. Pero donde nacemos con una cierta seguridad de salvaguarda alimenticia y sanitaria y donde esos espectaculares terremotos y huracanes solo los “disfrutamos” en televisión.

Estaba dando gracias por no haber tenido la necesidad de recurrir a la selección genética para engendrar un hijo que me permitiese no ver morir a otro o para obtener células madre del cordón umbilical del recién nacido y salvar a su hermano. Porque, de haberlo necesitado, lo habría hecho sin dudarlo un segundo. Incumpliese las sagradas leyes físicas que incumpliese y atentase contra la sagrada ley génica que atentase.

Porque el amor es eso, es saltar cualquier precipicio, es ése:” Moi je t'offrirai des perles de pluie venues de pays où il ne pleut pas “ Es hacer lo imposible por evitar el sufrimiento de los que amas, sea con un billete de avión a una clínica belga donde, a cambio de una fortuna, te aseguran un hijo cuyo cordón umbilical curará a su hermano de una leucemia galopante, o sea jugando a ser dioses por un rato y cambiando las reglas de un juego al que nadie nos invitó a jugar.

Todos conocemos casos de niños que fueron engendrados como un último e inútil intento por salvar matrimonios ya fracasados. Eso es, aparte de estúpido, egoísta. Pero hacerlo para salvar la vida de un hermano que no cuenta con otra posibilidad de sobrevivir…a mí me parece un acto de amor maravilloso.

Estoy a favor de la investigación con embriones humanos para obtener células madre, aunque no abogo por otras propuestas de clonación dignas de un libro de Arthur C Clarke que encuentro totalmente rechazables. No acepto la manipulación genética para conseguir un niño rubio de ojos azules, más alto o más guapo; pero sí para evitar o curar enfermedades como el VIH o la diabetes, evitar el síndrome de Down o algunos tipos de cáncer.

Es decir, estoy totalmente a favor de utilizar la manipulación genética para curar, no para seleccionar. Y entiendo que debe de existir un rígido sistema de control que impida que nos dediquemos a crear monstruos o a alterar rasgos individuales a capricho.

viernes, 27 de marzo de 2009

La absurda abstinencia

Hace unos años leí espantado cual era el método anticonceptivo más utilizado por las adolescentes británicas, consistía en cerrar los ojos en el momento del orgasmo. No, no estoy bromeando, según el “saber popular”, transmitido de forma oral entre los grupos de adolescentes (no pretendo dar un doble sentido a esta frase), era un método infalible. Evidentemente el consejo anticonceptivo no estaba sustentado, sino más bien todo lo contrario, ni en la ciencia teórica, ni en la empírica. Aún así, su porcentaje de utilización estaba muy por encima del uso del preservativo y de la píldora.

Paralelamente este país sufrió un incremento espectacular de enfermedades de transmisión sexual (sífilis y gonorrea) y de embarazos no deseados entre adolescentes. Parte de la responsabilidad de esta situación era de naturaleza política. El gobierno conservador de Margaret Thatcher, por razones ideológicas y económicas, eliminó la mayoría de los programas educativos de carácter socio sanitario, incluidos los programas de educación sexual. El resultado de esa decisión fue toda una generación de adolescentes británicos que después de cerrar los ojos, debían abrirlos como platos cuando los hechos y las pruebas demostraban la ineficacia de los métodos anticonceptivos recomendados en los pasillos y aulas de los colegios.

Seguramente, tratar de imponer una visión de la vida y unos modelos de conducta fundamentados en principios ideológicos que casi siempre van contra la propia naturaleza humana, tiene poco sentido práctico y sí muchas consecuencias negativas. Como tampoco es excesivamente ético aprovechar la condición de Obispo de Roma para explotar la ignorancia y el analfabetismo de los feligreses. No solo desaconsejando la utilización del preservativo, sino también afirmando que su utilización empeora las cosas. Es un error irresponsable y con funestas consecuencias. La gente, lo diga el Papa o no, continuará manteniendo relaciones sexuales fuera del matrimonio (dentro dicen que son poco habituales). Y ante la falta de soluciones, el “saber popular” las buscará por sí mismo.

Ya ocurrió en el pasado, la sífilis, hasta la llegada de la penicilina, era una enfermedad incurable. La inexistencia de una cura dió pie a extravagantes remedios, uno de ellos, muy extendido en la Inglaterra victoriana, consistía en mantener relaciones sexuales con una virgen, lo cual garantizaba la curación. Este absurdo tratamiento ha vuelto a reaparecer en países africanos y en la India, donde se están violando a niñas, cuanto más jóvenes mayores garantías de virginidad, como remedio infalible para curar el sida. Es muy lícito dar una opinión por muy peregrina que sea, pero su autoridad y legitimidad quedan muy cuestionadas cuando implican la muerte y el sufrimiento de miles de personas. Salvo que el objetivo sea sumar mártires o que el número de cadáveres a los pies del Santo Padre sirvan al noble propósito de intimidar a quienes no siguen sus consejos de abstinencia.

jueves, 26 de marzo de 2009

Caleidoscopio (Gattaca)

Por Alex.

Hola Claudia, quizás observas ese error en mi teoría porque no te has parado a pensar que se trata de una simple cuestión de “presión”, acción, reacción, repercusión, como dice Macaco, esas desgracias siempre ocurren "indefectiblemente" en zonas superpobladas, si, ya se, a quién va a matar un tsunami en la Antártida, probablemente a nadie, pero revisa un poco los datos de hemeroteca y descubrirás unas curiosas coincidencias entre la densidad de población y el número de catástrofes. Eso incluye el factor de que a igual probabilidad de terremoto en poblaciones del cinturón de fuego o de alguna falla geológica, siempre ocurren también esas desgracias en los citados lugares superpoblados.
Y sobre esas herencias genéticas que criticas y que te gustaría erradicar, son las que han permitido al ser humano adaptarse y evolucionar hasta lo que es hoy en día, el paralítico, el ciego, el sordo, etc. eran pasto de las bestias no hace mucho, esas terapias génicas son la caja de Pandora y solo espero que los gobiernos que lo permitan estén preparados para pagar el precio que puede llegar a suponer.

Te cito “pero a mí me parece genial el hecho de que ese niño haya podido nacer salvando la vida a su hermano”, ese niño “no ha podido nacer salvando la vida a su hermano”, a ese niño lo han hecho y le han hecho nacer para que salve la vida a su hermano, a ese niño no le han dejado escoger, ese niño no es fruto de la lotería genética, es un producto de laboratorio, un medicamento. Y todo es culpa de nuestro miedo a la muerte, nos aferramos a lo que sea por no ver morir a un se querido, es natural, licito, pero quizás existan límites. Este primer mundo, sus ventajas, sus avances científicos nos han acostumbrado a ver la muerte como algo lejano, como algo más propio de la tele que de la vida real. En medio mundo la muerte es algo cotidiano y claro que padres, madres y hermanos lloran la muerte de un niño, pero siguen adelante, saben que la muerte es algo diario, horroroso, cotidiano, el dolor es parte de la supervivencia y no se puede perder tiempo llorando la muerte cuando cualquier otro ser humano puede ser el siguiente, lo estamos viendo en Palestina, lo estamos viendo en África donde trece millones de personas se enfrentan a la hambruna… Para que seguir…

miércoles, 25 de marzo de 2009

La compasión de Gaia

Ayer se conmemoró el trigésimo tercer aniversario del golpe militar en Argentina. Los militares golpistas, con sus excusas habituales, tomaron el poder y durante ocho años con la complicidad del Premio Nobel de la Paz, Henry Kissinger, practicaron el terrorismo de estado, secuestrando, torturando y asesinando a cualquiera que fuera sospechoso o mostrara su oposición a la dictadura. Esos salvajes uniformados, como los antiguos romanos, quisieron borrar todo rastro de su brutalidad e hicieron desaparecer a treinta mil personas como si nunca hubieran existido. Quisieron ganar el futuro silenciando el presente, pero no contaron con las madres. Miles de ellas reclamaron con valor y pasión conocer el paradero de sus hijos y exigieron la devolución de sus nietos. Ellas fueron y son las voces del silencio, ellas hicieron llegar hasta nosotros el lamento de los desaparecidos. Sus voces nunca aparecerán en las columnas de Trajano o Adriano, ni falta que les hace. Sus conquistas fueron desde la vida y contra la muerte; no pudieron recuperarlos pero el secreto de su sufrimiento quedó grabado en todos nosotros. Quizá por eso Gaia no nos devuelve a las cavernas, pese al gran número de miserables que pueblan sus tierras, porque a diferencia de Lot, ella siempre será capaz de encontrar en su casa a una persona justa o compasiva y eso, cuando quieres preservar la vida, casi siempre es suficiente razón.

lunes, 23 de marzo de 2009

Caleidoscopio (Vacunas)

Por Fredo.

Hola Javi o Claudia.
Entiendo tus dudas a la hora de decidir si vacunar a tu hija o no, pero lo más importante es acceder al máximo de información posible. Yo, como médico de atención primaria estoy aconsejando la vacuna porque, independientemente de los casos de Valencia, en los cuales no está probado que los efectos que han sufrido las 2 niñas hayan sido debido a la vacuna, está suficientemente probado la valía de la vacuna.
Te dejo la dirección de mi blog por si te sirven de ayuda mis reflexiones. Incluyo múltiples enlaces que probablemente sean interesantes.
También te dejo una noticia que ha salido en El Mundo y que puede ser aclaratoria al caso de Valencia, porque probablemente todas las dudas que surgen de repente tengan que ver con este hecho: http: www.elmundo.es/elmundo/2009/03/22/valencia/1237718200.html

Nota: Has mencionado tu blog pero no has dejado la dirección, si la envías, la publicaré. Gracias.

viernes, 20 de marzo de 2009

Caleidoscopio (Gattaca)

Por Claudia.

A tu teoría le encuentro un pequeño fallo y es el porqué la Tierra trataría de equilibrar siempre por el mismo lado. Esos tsunamis, esos terremotos o huracanes que matan a millares de personas, nunca deciden "hacer justicia" en Bremen, Stuttgart o Badajoz; siempre los vemos en la India, en Costa Rica, en Perú, en Indonesia,...
Sí deberíamos plantearnos una regulación de esa manipulación genética (no tengo ni idea de si existen limitaciones en el tema de la donación de órganos), pero a mí me parece genial el hecho de que ese niño haya podido nacer salvando la vida a su hermano. Me parece una barbaridad la oferta de "niños de ojos azules" de esa clínica americana, pero me parece milagroso el poder aislar y eliminar un gen que produciría una ceguera segura o cualquier tipo de enfermedad degenerativa, malditas herencias que hace unos años obligaban a algunas parejas a no permitirse traer un hijo a este mundo y que hoy, gracias a la Ciencia, ya no tienen por qué ser una condena segura.

Caleidoscopio (Gattaca)

Por Alex.

Creo que la cosa no acaba ahí y lamentablemente lo veremos con los años... Manejo una teoría, propia y posiblemente disparatada, que a pesar de su origen Darwiniano extiende sus causas y efectos a un nivel planetario. Me gusta creer que cuando ocurre algún terrible suceso como un terremoto, un tsunami, una erupción volcánica (excluyo grandes catástrofes provocadas por el hombre como el 11 S), en el que mueren algunos millares de personas, este suceso no es más que un intento del planeta tierra, la hipótesis de Gaia, por equilibrar lo que el hombre se empeña en desequilibrar. A partir de ahí lo que estamos haciendo y lo que pretendemos con estas nuevas terapias y con todos los remedios que nos ofrece la tecnología es deteriorar el genoma humano.
Nuestro genoma ha evolucionado con nosotros durante unos millones de años y son el fruto de adaptaciones, errores y mutaciones, no nos engañemos, hace unos miles de años quizás tan solo cientos, un miope lo tenía crudo para sobrevivir en un entorno hostil, vale, hoy en día tan solo sería atropellado por un autobús urbano y no devorado por un sablodonte, pero unas gafas, unas lentillas o una operación mediante láser, superan esa deficiencia. Una deficiencia que se halla en el genoma y que ese sujeto va a transmitir a la siguiente generación. (Que conste que es el primer ejemplo que se me ha ocurrido y no pretendo que empezar la cruzada por el genoma eliminando sistemáticamente a los miopes del planeta), pero la realidad es esa.
Las enfermedades genéticas que conseguimos curar no quedan eliminadas del genoma y los peligros que corremos al entrar en la espiral de lo curable y sus técnicas, son una oscura caverna de la que algún día emergerá cualquier monstruo que convertido en pandemia diezmará la población humana.
Aun recuerdo cuando en segundo de medicina el Doctor Swartz, Director del Laboratorio de Bioquímica de Valle Hebrón y Catedrático de Bioquímica de la Facultad de Medicina, me explicaba que en el laboratorio las medidas de seguridad eran más extremas que en cualquier otra instalación del mundo y que solo podían trabajar con ADN de mono y de cerdo, ¿A qué tanta seguridad? le preguntaba. Recuerda usted la película “la mosca”, pues ríase usted de ella si ocurre un accidente con un ADN Recombinante… Desde ese día la genética tomó un nuevo cariz para mí.

jueves, 19 de marzo de 2009

Gattaca

Pensaba en el bebé que con su cordón umbilical ayudó a sanar a su hermano de seis años. El embrión fue seleccionado con este fin después de determinar que estaba libre de la enfermedad genética que afectaba a su hermano. Con el paso del tiempo la ciencia posiblemente irá dando respuesta a problemas hoy por hoy irresolubles y pondrá a nuestro alcance tratamientos a enfermedades incurables. Seguramente los límites de la ciencia solo estén sujetos a nuestra imaginación, sin embargo, los de la estupidez humana han sido explorados y determinados en múltiples ocasiones. Así que sería interesante empezar a pensar cuales deberían de ser los límites éticos y jurídicos de esas técnicas terapéuticas, basadas en seleccionar embriones para desarrollar “niños medicamento”.

La cuestión no guarda relación con la religión ni con la ciencia, sino con la libertad individual y el desarrollo personal y afectivo del niño seleccionado para ser donante. En algunos casos el tratamiento solo requerirá la aportación de unas pocas células sanas, en cambio, otros casos podrían requerir de un trasplante de órganos o someter al donante a dolorosos y prolongados procedimientos médicos. En estos casos apelar al afecto y obligaciones entre hermanos, es insuficiente para justificar que un bebé pueda llegar a convertirse en un “cajón de recambios” y deba participar, sin haber podido dar su consentimiento, en el proyecto de supervivencia terapéutica de otra persona, supeditando y condicionando su propia salud, existencia y desarrollo personal a ese fin.

Podemos pensar que la resolución de estos posibles conflictos llegará por sí misma, el sentido común regulará los límites de estas prácticas. Sin embargo no podemos despreciar dos cuestiones: la primera es que cuando hay afectos por medio, el sentido común cuenta poco o nada. Y la segunda, que hoy en día ya hay clínicas irresponsables que ofrecen a gilipollas empeñados en ser padres, sin exigirles antes mejorar su pobre condición de descerebrados, la posibilidad de escoger el color de los ojos o del cabello de sus hijos. Y si bien esas “selecciones” son en términos genéticos pura anécdota, son un mal precedente, que no descarta la posibilidad de que una generación guiada por la moda o la política, o por ambas, decida determinar y establecer cuales serían las características genéticas deseables en las generaciones futuras. Seguramente alguien pensará que he leído demasiada ciencia ficción y es verdad, pero hay un hecho presente en muchas otras novelas, independientemente de su género: si existe una sola posibilidad entre un millón de cagarla, el ser humano siempre encontrará la manera y la excusa para hacerlo.

domingo, 15 de marzo de 2009

Bookcrossing

Una mañana de la pasada semana me crucé con un libro abandonado sobre el sillín de una moto. Me quedé mirándolo durante unos segundos tentado de cogerlo, finalmente desistí, me conozco lo suficiente para saber que en lo relativo a los libros aún no he superado la etapa de posesión. Sería incapaz de dejarlo de nuevo abandonado en la calle para que otra persona lo recuperara y lo leyera, aún no tengo esa grandeza de espíritu ni la fuerza suficiente para romper ese tipo de cadenas. Con los libros siempre me he mostrado egoísta y mezquinamente posesivo, algunos amigos pueden dar fe de ese mal hábito y mis estanterías lo confirmarían.

Durante un rato estuve pensando en el encuentro, si no tienes nada mejor que hacer mientras esperas en una cola puedes dedicarte a viajar al absurdo y preguntarte cuántas páginas sin leer se han quedado en el camino, cuántos nombres has dejado de conocer y cuántos has olvidado después de conocerlos. Recuerdas también aquellos cruces de carretera que ignoraste solo porque tus costumbres y hábitos te llevaban en otra dirección o te impedían ir más allá. Y como la culpabilidad y la nostalgia casi siempre van acompañadas, recordé una tarde de marzo en esa solitaria carretera que atraviesa la desierta Castilla. En una de las parada me encontré a un perro de pelo negro, estaba sentado y ella, era una hembra, se acercó con timidez y se tumbó a mi lado, se dejó acariciar la cabeza y durante un buen rato compartimos el silencio y seguramente también alguna de nuestras pérdidas.

Tuve que continuar el camino y cuando estaba ya sentado en la moto, se acercó y apoyó su cabeza en mi pierna, se la acaricié y entonces vi en su mirada no solo la tristeza que un perro siente cuando es abandonado, sino también la digna súplica de quien no se hace ilusiones pero necesita un tiempo más de compañía. Miré hacia adelante, que es hacia donde todos dirigimos la mirada cuando dejamos a uno de los nuestros atrás, como si en el futuro residiera la razón y la explicación de nuestros abandonos. Continué mi camino y por el retrovisor vi como se sentaba e inclinaba la cabeza. Los perros no lloran pensé, ya lo hacemos nosotros por ellos.

No quise volver a pensar en aquel perro abandonado en la carretera, pero hay cosas y miradas que siempre salen a nuestro encuentro y durante toda la semana siguiente no logré quitarme aquel animal de la cabeza. Así que el viernes hice uno de los viajes más absurdos que recuerdo y del cual pasarán más de mil años, muchos más y nunca me arrepentiré, pero esta vez utilicé el coche. Me detuve en el mismo lugar y durante un par de horas esperé que apareciera, pero no lo hizo. Regresé esa misma noche a casa y cuando llegué abrí una botella de Ribera del Duero, esa es la costumbre de algunos cobardes cuando recuperan el valor pero este ya es innecesario.

Una vez abandonada la cola ya había tomado una decisión, un libro si cabe en la maleta de una moto. Volví a su encuentro y me crucé con un hombre que se había bajado de su bicicleta y lo había recogido. Sentí alivio porque quiero pensar que ese fue también el final de aquel encuentro años atrás, alguien se detuvo y recogió a aquella perrita de mirada triste. Es curioso lo que da de sí un libro sin ni siquiera tocarlo, nunca entenderé porqué la gente no lee, ni tampoco porqué abandonan a sus perros

jueves, 12 de marzo de 2009

Caleidoscopio (Vacunas)

Por científico cabreado.

En todas las acciones de la vida siempre hay que tener en cuenta la relación entre riesgo y beneficio, tanto de nuestras acciones como de nuestras omisiones. Y el tema de las vacunas no es una excepción.

Primero consideremos el riesgo real para una mujer española de contraer un cáncer de cuello de útero. Este riesgo, la verdad que no es muy alto, tan sólo ocho casos anuales por cada 100.000 habitantes. Esto traducido a cifras más fácilmente comprensibles se traduciría en que cada año se diagnostican 2.000 carcinomas, en todo el país. Ahora bien, una vez que alguien tiene este carcinoma ¿cúal es su evolución? La mayoría de las veces estos tumores afectados por papiloma revierten espontáneamente. Esto dejaría la cifra de mujeres en las que los tumores realmente se extienden fuera de los órganos genitales a menos de un millar y las muertes por esta causa a tan sólo unos pocos cientos al año. Estas cifras tan sólo hay que entenderlas como lo que son, macrocifras, ya que eso en ningún caso ha de hacernos perder el drama humano que hay incluso detrás de una sola muerte.

Segundo, ¿es el virus el único responsable del cáncer de cuello de útero?. Pues la verdad es que no. Otros factores como el consumo de excitantes como el café parece que reduce la incidencia, sin embargo relajantes como el tabaco parecen aumentarla. ¿No será que las mujeres que se sienten impelidas a fumar para relajarse y sobrellevar la vida acaban mostrando este estrés en sus úteros? Dejo esta cuestión en el aire, más tarde ya entenderéis por dónde voy.

Un dato que me parece interesante, para reflexionar, es que en primates el cáncer de cuello de útero aumenta en las hembras que ocupan un menor rango social, dentro del mismo grupo. Hembras que son montadas por los mismos machos, los supuestos portadores de estos maléficos virus, con lo cual parece que el macho con el que se copula no es del todo determinante. En humanos puede haber también una relación entre posición social y cáncer de cuello de útero. En países pobres estas tasas puede ser muy superiores, aunque el sistema médico siempre tiende a ponerse medallas que no son suyas y lo atribuye a la falta de asistencia sanitaria. Ahora bien, incluso en países con un potente sistema sanitario, como Suecia, las mujeres provenientes de África siguen teniendo hasta cinco veces más incidencia de este tipo de cáncer que las mujeres suecas. Es decir, el factor sistema sanitario no parece ser tan importante.

También es curioso que la tasa de divorcio a los 20 años sea de casi un 70 % superior en las mujeres a las que se les ha diagnosticado cáncer de cuello de útero. Esto podría reforzar la idea de que no somos tan diferentes de nuestros primos los monos, a los cuellos de útero de ambas hembras parece no sentarles demasiado bien no tener un trato prioritario por parte de sus machos.

En fin, con esto quiero decir que el virus no es el único factor que influye en la formación del cáncer de cuello de útero, y probablemente tampoco es el más determinante. Si realmente fuera así y teniendo en cuenta la presencia prácticamente ubicua en la población, todo el mundo tendría cáncer de cuello de útero y no sólo unos cuantos casos de cada 100.000 habitantes.

Ahora vayamos a los beneficios de la vacuna. En primer lugar los estudios de protección en ratones hay que ponerlos siempre entrecomillado, los modelos animales no son buenos modelos predictores de lo que pasa en humanos, especialmente cuando hablamos de cáncer. No hay más que rememorar los cientos de veces que sustancias que han sido altamente eficaces para atacar tumores en ratones han sido fracasos estrepitosos cuando han sido usados en humanos. En segundo lugar los estudios en humanos son demasiado reducidos en número de paciente estudiados y en tiempo como para que se pueda asegurar que es realmente efectiva. Las afirmaciones que se hacen sobre la capacidad de protección en el futuro son proyecciones hechas con modelos matemáticos y no datos reales, entre otras cosas porque no ha pasado el tiempo suficiente. Y en tercer lugar, algunos de los virus incluidos en alguna vacuna, como la variante 1 y 8, no podríamos considerarlos exactamente como virus oncogénicos. El peligro de incluir este tipo de virus es que su nicho, en este caso lo genitales de la mujer, puede ser sustituido por otro virus de mayor virulencia. Para entendernos, mientras la vagina está colonizada por enterobacterias normalmente no tenemos un crecimiento excesivo de cándidas.

Resumiendo, se está asustando a la población exagerando torticeramente los riesgos y para ello se proponen unas soluciones que no se ha probado que sean efectivas, ni que ataquen al problema real que produce el cáncer de cuello de útero y que se desconoce si podría llegar a producir problemas mayores que los que intenta solucionar. Por si fuera poco, el precio de la vacuna es desproporcionadamente alto, casi 500 € por persona. Creo que antes de seguir administrándola alegremente habría que sentarse a dialogar si realmente el coste riesgo-beneficio es aceptable.

Caleidoscopio (Vacunas)

Por Claudia.

Este tema está muy de actualidad hoy en día por la famosa vacuna contra el virus del papiloma humano. Por un lado, no hay estudios que demuestren su fiabilidad para proteger del cáncer de cérvix y, por otro, tampoco hay estudios a lo largo del tiempo que demuestren su inocuidad ni se sabe si es suficiente con una única vez en la vida o si es necesaria una dosis de recuerdo. Pero, además, parece que su inclusión en el calendario de vacunación infantil costará a las arcas del Estado la friolera de 50 millones de euros anuales para proteger contra una enfermedad de muy baja incidencia en nuestro país y que sería detectable, simplemente, con citologías periódicas.
Como padre se te plantea la duda de qué hacer. La vacuna ha de ponerse antes de que la niña mantenga relaciones sexuales por primera vez. Se hablaba de ponerla entre los 9 y los 12 años (¿¿¿En qué mundo vivimos???) La comunidad valenciana la pone, de momento, a los 14 años. A los que tenemos hijas pocos años menores se nos acaba el tiempo para decidir y no obtenemos respuestas fiables a las preguntas que se nos plantean. No sabemos si vacunarlas y esperar que nunca se descubra que su efectividad es limitada y sus contraindicaciones muchas (o que aparezca una reacción adversa); o si arriesgarte no vacunándolas y jugándote su salud a una carta.

El tema es muy importante y la información muy poca.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Vacunas

Las vacunas fueron seguramente uno de los grandes hitos de la medicina y como tales han permanecido en la memoria colectiva. Su descubrimiento y generalización supuso el fin de enfermedades como la viruela y la poliomielitis. Sin embargo, a diferencia de los virus y bacterias, las virtudes y la eficacia de las vacunas no son contagiosas y su merecida buena reputación no debería extenderse de forma automática a todas las vacunas, algunas de las cuales podrían ser un desastre médico, como el de la talidomida en los años sesenta. Lamentablemente es en particular ese prestigio acumulado, el principal instrumento publicitario utilizado por la industria farmacéutica para poner en el mercado vacunas de dudosa eficacia y cuestionable necesidad. La falta de ética de esa industria es repugnante, ya que la mayoría de las veces el objetivo comercial y la excusa terapéutica son bebés o niños, a los cuales exponen sin ningún escrúpulo a productos, que si bien en la mayoría de las ocasiones son tan inocuos como ineficaces e innecesarios, en algunos casos han resultado tener trágicas consecuencias para la salud y la vida de esos niños.

Habitualmente la excusa utilizada por los laboratorios para desarrollar una vacuna suele ser la alta mortalidad infantil provocada por un virus. Un caso emblemático de esta forma de actuar fue la vacuna contra la infección por un rotavirus que provoca entre el uno y el cuatro por ciento de las diarreas infantiles y en sí misma no reviste gravedad, salvo que el bebé no sea hidratado. De hecho, hasta los cinco años la mayoría de los niños han entrado en contacto con él y quedan inmunizados de por vida sin necesidad de vacunas. Esta es la realidad en los países desarrollados, en cambio, el panorama en el tercer mundo es otro. Según las farmacéuticas en estas naciones cada año mueren 600.000 niños por causa de este virus. Quizá una obviedad como la desnutrición y la falta de atención médica explicarían con más claridad y sencillez estas muertes. Pero como lo obvio nunca ha sido negocio, esta industria ignoró esos “pequeños” detalles y decidió producir una vacuna para “salvar” a esos miles de niños. Encomiable motivación, si no fuera porque el mercado final de la vacuna fue desde un principio los países donde el virus no suponía ningún problema sanitario y la vida de los niños no estaba en peligro, al menos hasta que la vacuna empezó a dispensarse entre los bebés. Pronto muchos sufrieron invaginación intestinal y algunos murieron. A día de hoy nadie ha dado una explicación sobre estas muertes y contra todo pronóstico aún hay laboratorios desarrollando nuevas vacunas contra ese rotavirus.

Las vacunas solo son la punta del iceberg de una realidad que desprende un inquietante tufo. La industria farmacéutica tiene un objetivo y no es solamente desarrollar medicamentos para mejorar nuestra salud o protegernos de enfermedades. Su finalidad manifestada de forma descarada es “medicalizar” al mayor número posible de personas, independientemente de si existen o no razones medicas para hacerlo. Actúan sin disimulos en sus intenciones y cuando algún científico o revista especializada tiene el atrevimiento de cuestionar las virtudes de sus productos, reaccionan amenazando con demandas millonarias y negándose sistemáticamente a hacer públicos los estudios propios que demuestran las “excelencias” de sus medicamentos. Esta deformidad ética y profesional de la industria no sería posible sin la complicidad y la concurrencia de otras instancias. Sin la existencia de médicos complacientes en sus recetas con los productos del laboratorio que los invitó a un congreso en un idílico paraíso. O la de ciertos políticos dispuestos a hacer obligatorias vacunas innecesarias e inútiles. Y este juego tan peligroso se alimenta de nuestros impuestos, al menos en aquellos países con sistemas sanitarios públicos, lo cual es todo un sarcasmo, porque debemos ser el único caso en la historia de la ciencia en el que los conejillos de indias costean los experimentos.

viernes, 6 de marzo de 2009

Pedro Salinas. El defensor (1948)

Cortesía de Claudia.

“No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se de a conocer, sin un grado avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión solo se cumple por medio del lenguaje. Hablar es comprender, y comprenderse es construirse a sí mismo y construir el mundo. A medida que se desenvuelve este razonamiento y se advierte esa fuerza extraordinaria del lenguaje en modelar nuestra misma persona, en formarnos, se aprecia la enorme responsabilidad de una sociedad que deja al individuo en estado de incultura lingüística. En realidad, el hombre que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias, aun menos. ¿No nos causa pena, a veces, oír hablar a alguien que pugna, en vano, por dar con las palabras, que al querer explicarse, es decir expresarse, vivirse, ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en impropiedad, y sólo entrega al final una deforme semejanza de lo que hubiese querido decirnos? Esa persona sufre como de una rebaja de su dignidad humana. No nos hiere su deficiencia por vanas razones de bien hablar, por ausencia de formas bellas, por torpeza técnica, no. Nos duele mucho más adentro, nos duele en lo humano; porque ese hombre denota con sus tanteos, sus empujones a ciegas por las nieblas de su oscura conciencia de la lengua, que no llega a ser completamente, que no sabremos nosotros encontrarlo. Hay muchos, muchísimos inválidos del habla, hay muchos cojos, mancos, tullidos de la expresión”.

jueves, 5 de marzo de 2009

Escuelas de analfabetos

Una web francesa ofrecerá, a cambio de una tarifa, la posibilidad de realizar los deberes a los alumnos de primaria y secundaria. Si uno regresa al pasado y recuerda el tiempo en el cual los deberes eran una molestia que impedían hacer las cosas verdaderamente importantes de la vida, como era salir a la calle o ver la tele, se hubiera agradecido una iniciativa de este tipo. Aunque claro que tener ordenadores, Internet y la opción del “corta y pega” también nos hubiera hecho muy felices.

Sin embargo, ahora tengo otro punto de vista y he de reconocer con mucho pesar que en estas cuestiones me he vuelto un auténtico fascista. No toda la culpa es mía, sino de las anécdotas que aquí y allá me han ido contando. Historias como la de un padre que se lamentaba de la incapacidad de su hija para comprender el contenido del texto leído; a esto antes se le llamaba analfabetismo funcional. O la de un amigo, obligado a tratar con estudiantes universitarios, quien descubrió en sus carnes que las preguntas de los exámenes eran mejor que no tuvieran más de dos líneas y las negaciones debían ser siempre escritas en negrita y subrayadas para evitar confusiones y malos entendidos. Y por último, la historia de una amiga, la cual aún está respirando dentro de una bolsa de papel, cuando un joven, diplomado o licenciado universitario, demostró en público ser incapaz de leer con soltura un texto.

Tres historias, distantes pero coincidentes en lo esencial, dan como para pensar que algo extraño está pasando en la educación de nuestro país. Me pregunto si nuestros centros escolares compiten para ver quién produce más analfabetos o simplemente todas estas anécdotas son excepciones y nuestro sistema educativo goza de excelente salud. Yo, por si las moscas, espero que en el futuro, técnicos, científicos y humanistas sean contratados en otros países, al menos, mientras no quede acreditado que los hijos de la ESO son capaces de manejar un reactor nuclear sin convertir el paisaje en un desierto como el que ahora parecen llevar dentro de sus cabezas.

ESO. Educación Secundaria Obligatoria.

martes, 3 de marzo de 2009

Despido gratis

La desaparición de las indemnizaciones asociadas a los despidos es una constante en la agenda negociadora de las organizaciones empresariales, independientemente de la situación económica, la patronal española considera esta eliminación, junto con una mayor “flexibilidad” del mercado de trabajo como las claves esenciales para crear empleo o evitar su destrucción. Resulta complicado comprender el concepto empresarial de flexibilidad laboral cuando en nuestro país, más del treinta por ciento de los contratos son de naturaleza temporal, llegándose a formalizar y este es un caso extremo pero no excepcional, contratos de una sola hora de trabajo. Así que esa pretendida rigidez de nuestro mercado laboral es una característica muy discutible.

Quizá deberían hablar con más claridad y decirnos que formalizar el contrato de trabajo por escrito, dar de alta y pagar las cotizaciones sociales, respetar los horarios y salarios establecidos por convenio son molestias que preferirían evitarse. Y en parte comparto su enojo, a mí de hecho me supone una auténtica incomodidad levantarme cada mañana para ir a trabajar, seguramente no soy el único, pero ya que no me quedan más narices, prefiero hacerlo en un entorno donde mis derechos y deberes estén claramente tipificados, donde mi trabajo o su continuidad no dependan exclusivamente del capricho de un jefe y una enfermedad no suponga perder el empleo y ya de paso la casa.

Algunos olvidan mencionar que en este país el despido libre siempre ha existido, otra cosa muy diferente es el despido gratis. Cualquier empresario puede despedir a un trabajador de forma individual, por razones reales o inventadas, siempre y cuando estén contempladas en el Estatuto de los Trabajadores, esperar al acto de conciliación o a la sentencia de improcedencia, pagar la indemnización establecida y aquí paz y después gloria. Eliminando esas cantidades no solo pretenden desequilibrar el mercado de trabajo, presionando los salarios y condiciones de empleo a la baja, sino también restar eficacia a la legislación laboral, transformándola en papel mojado, porque lamentablemente las leyes, si no conllevan una sanción, rara vez son respetadas.

Ahora repasemos la vida laboral de alguno de nuestros amigos o conocidos, seguramente todos conozcamos a alguna mujer despedida después de anunciar su embarazo o a algún trabajador presionado hasta que cansado y asqueado ha firmado la baja voluntaria. O a alguno de esos trabajadores invisibles al sistema porque sobreviven de la economía sumergida, la cual representa, incluidos capitales ocultos en paraísos fiscales, el veinte por ciento del PIB. Si existiendo una legislación laboral sólida y extendida se producen esas situaciones, es fácil imaginarse cual sería el contexto si el poder de empresarios y directivos no estuviera sujeto a derecho o su incumplimiento saliera gratis.