jueves, 14 de febrero de 2013

Desahucios

Los desahucios no son solo el final de un sueño, el desalojo de una ilusión, sino la cruda constatación de cómo un sistema privilegia al verdugo en su ensañamiento sobre la víctima. En este país el sistema financiero no solo es inclemente, sino también cruel. No tiene suficiente con quedarse con la vivienda, sino que también acosa a los desahuciados el resto de sus vidas; les persigue con una deuda incrementada con intereses desproporcionados y salvajes, que casi siempre impiden que las personas puedan recuperar sus vidas, condenándolas a una suerte de clandestinidad económica en la que nunca podrán poseer nada, ni siquiera un sueldo digno. Los sentencian a ser sus esclavos el resto de su vida. Hacen algo que debería ser considerado delito de lesa humanidad, les arrebatan la esperanza. 

No es cuestión de argumentar sobre los privilegios que concede la Ley Hipotecaria a los bancos, ni sobre el que éstos se atrevan a rechazar la tasación realizada por ellos mismos cuando concedieron la hipoteca. Todos ellos son elementos sobradamente conocidos que nos revelan el estado de abuso, encanallamiento y desproporción de los bancos. Las mismas entidades que alimentaron la especulación y que ahora, cuando vienen mal dadas, en lugar de perseguir a los constructores o promotores, que representan las tres cuartas partes de la deuda del ladrillo, se ensañan con el consumidor final que, todo hay que decirlo, si se metió en una hipoteca de dimensiones descomunales no fue por capricho. Se limitó a pagar el precio que exigía el mercado dejándose llevar por la opinión de expertos, los mismos que le arreglaban el crédito que ahora los hunde, y que decían que el precio de la vivienda nunca bajaría. 

Los desahucios están provocando un lento goteo de vidas humanas, personas que deciden morir, como la pareja de jubilados que lo hicieron juntos. Y lo más terrible es que seguramente tomaron esa decisión porque no quisieron ser una carga para nadie. Respeto su decisión, aunque me entristecen las razones, y me asusta el infierno por el que pasan esas personas para llegar a la conclusión de que su única salida es morir. Y en esto no podemos mirar en otra dirección, ni siquiera por temor a vernos reflejados. Hay que resistir a quienes alquilan voluntades y leyes para comprar impunidad. Y en esta lucha que nos han declarado los poderosos, cegados por su codicia, arrogancia y el deseo de poseerlo todo, solo se me ocurre, y os pido disculpas por ello, alterar una frase de Tierra y libertad: “Ellos tienen mucho pero nosotros somos muchos más”.

viernes, 1 de febrero de 2013

La conjura de los sobres y las explicaciones de los necios


Si este país dedicara más tiempo a recortar en corrupción y menos en educación o en sanidad, las cosas serían muy diferentes. Puede incluso que los políticos tuvieran otra consideración, la de servidores públicos, y no la de tipos que se sirven de lo público para hacer negocio. Respecto a los escándalos de corrupción hay de dos tipos, aquellos que solo provocan una leve reacción en la opinión pública independientemente de su dimensión, y otros que generan un profundo rechazo y una reacción, que podríamos considerar desproporcionada si tomamos como referencia la producida en otros casos, léase Gürtel. El pago de sobresueldos a los líderes del PP se ajusta al segundo escenario. Una ciudadanía cansada después de un año de recortes, de leyes regresivas y lesivas para sus derechos sociales y sin un horizonte claro respecto a la situación económica y por extensión a su futuro bienestar, está reaccionando con una hostilidad desconocida resultado de la frustración y la indignación, que ha cogido con el paso cambiado a los líderes del PP, acostumbrados a tener que dar pocas explicaciones y ninguna excusa.

 La misma derechona que tanta austeridad está predicando, que tantos despidos y recortes de salario ha exigido (a los demás), parece que no muestra la misma firmeza cuando se trata de sus ingresos. Los principales representantes de los recortes, Rajoy “El Mudo” o Cospedal “Manos-tijeras”, durante años se beneficiaron de unos ingresos que no solo completaban sus otros sueldos públicos, sino que posiblemente también fueron escurridos a la Agencia Tributaria. Si a esto le sumamos que el señor Bárcenas, el extesorero del PP aprovechó la amnistía fiscal para regularizar sus ingresos, podemos tener la bien fundada sospecha de que puede que no fuera el único político de ese partido que la utilizó en beneficio propio. Una de las cuestiones es determinar de dónde sacaron un dinero que participó en pocos balances contables públicos, y quizá sería oportuno recordar el largo romance que el expresidente Aznar mantuvo, desde sus tiempos de candidato a la Junta de Castilla y León, con los constructores, así como también repasar el gran número de empresas públicas privatizadas, a precio de saldo y en las que muchos de los dirigentes del PP encontraron una jubilación dorada y las cuales, de eso estoy seguro, nunca mantuvieron una neutralidad política a la hora de realizar contribuciones económicas. 

Ahora recurren a las excusas habituales. Según su portavoz, todo es el resultado de una gran conspiración. Supongo que como su gran triunfo histórico fue consecuencia de una conjura militar, piensan que todo en la vida puede explicarse apelando a la teoría conspirativa. Aunque no parecen reparar que con complot o sin él, hay unos hechos que deben de ser explicados y refutados con pruebas, no con discursos llenos de lamentos y reproches dirigidos a enemigos ocultos e inciertos. Aunque en esta ocasión algo de razón tiene la “Manos-tijeras”, posiblemente exista una conspiración, pero su origen no está fuera del PP, sino en sus propias filas. ¿ Alguien se creyó realmente que la derrotada en el congreso de Valencia, Esperanza Aguirre, se retiraba de la política, y que su precipitada huída de la presidencia de la comunidad de Madrid fue casual? Sus permanentes declaraciones tipo “mosca cojonera” exigiendo transparencia resultan sospechosas. Lo irónico de la historia es que esa mujer que llegó a la presidencia de la comunidad gracias a un turbio asunto de sobornos, en los que aparecían implicados constructores afines al PP, pretenda dar lecciones de integridad. Pero la memoria es frágil y la ambición de algunos es inasequible al desaliento.