martes, 22 de diciembre de 2009

Cuando el destino nos alcance

La Humanidad solo tiene un hogar y visto en perspectiva nuestro planeta tan solo es una enorme nave generacional, en un viaje solitario y permanente alrededor del sol. No tenemos otro lugar a donde ir y nuestra suerte, y la de otras miles de especies, está ligada a la de la Tierra. En caso de catástrofe, el destino de millones de seres vivos será incierto y nuestros descendientes sufrirán las consecuencias de nuestra negligencia, indiferencia e irresponsabilidad.

Los mayas no comprendieron porqué las lluvias les evitaban, ni porqué su civilización languidecía hasta finalmente desaparecer engullida por la selva. Sus conocimientos no les permitieron establecer una relación causa-efecto entre la deforestación y la desaparición de las lluvias. Su desarrollo tecnológico y perfecta adaptación a las condiciones locales, antes de que estas fueran alteradas, no marcaron ninguna diferencia. Así que la nuestra es una generación afortunada, sin llegar a conocer todos los mecanismos que rigen el clima en nuestro planeta, al menos es conscientes de que este está cambiando y esto nos permite si no evitarlo, algo bastante improbable, sí al menos anticiparnos al posible desastre que supondría el enfriamiento o el calentamiento de nuestro planeta. No conocemos las razones exactas del cambio, si se trata de un proceso natural inevitable o es el resultado de la acción del hombre, pero eso a estas alturas carece de importancia. Podemos dedicar décadas a discutir si son churras o merinas, malgastando este periodo de gracia que la ciencia nos ha concedido en debates estériles y discusiones que solo servirán para condenar a las generaciones futuras a ver reducida la civilización a un pálido reflejo de lo que podría ser, si el sentido común, guiara nuestras decisiones.

Recuerdo un relato de Isaac Asimov, que leí siendo un adolescente, es decir, hace muchísimo tiempo. Contaba la historia de un hombre que decidía permanecer en un mundo que sería destruido por un cambio en su sol, la única razón que tenía para permanecer en aquel planeta agonizante es que no deseaba que un mundo tan hermoso muriera solo. Quizá como ejercicio literario, acompañar la belleza hasta sus últimos instantes sea un gesto conmovedor, pero no creo que muchos de nosotros quisiéramos participar en él. Así que quizá sería buena idea empezar a pensar cómo organizar nuestras vidas y sociedades para que el impacto de los cambios sea mínimo, aunque la verdad, sospecho que eso ya ni siquiera es ciencia ficción, sino puro delirio. Somos tan absurdamente previsibles que como Edipo seguiremos nuestro camino, pese a quien pese, hasta que el destino nos alcance.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Involución

Nueve hombres secuestraron y juzgaron a una mujer de acuerdo a la Sharia, la condenaron a muerte, pero pudo escapar y explicar su odisea. Esto no ocurrió en una aldea sudanesa o en una de las modernas urbes de Arabía Saudí, sino en una población de Tarragona. Días después otras informaciones indicaban que podrían existir en Cataluña “brigadas de la moral” cuyo propósito sería aislar a los miembros de la comunidad musulmana y crear una realidad social y jurídica ajena al estado de derecho. Seguramente estos hechos, sean o no ciertos, servirán para alimentar el desprecio hacia este colectivo y justificar posiciones xenófobas. Lamentablemente estas actitudes y dinámicas no son exclusivas de una sola creencia religiosa, ni nuevos los intentos del integrismo por ocupar espacios en la sociedad civil e imponer un modelo de convivencia sustentado en principios religiosos.

En nuestro país, no hace mucho tiempo; un juez, justificó en parte una resolución apelando a la Biblia y citando al “maligno”. En EEUU, origen del fundamentalismo religioso, al menos del cristiano, cada vez es más frecuente que los jurados recurran a la Biblia en sus deliberaciones. Así que este proceso de “sacralización” no es patrimonio de una religión, sino que responde a una realidad mucho más amplia y por lo tanto más preocupante. En España la Iglesia Católica tiene una gran tradición de intervención en la vida pública y en la existencia de sus ciudadanos. Y pese a que el nuestro, es un Estado de carácter laico, esta institución, al menos sus sectores más radicales, se resisten a perder esta influencia. El debate sobre la ley del aborto solo es un ejemplo de hasta dónde son capaces de llevar su discurso.

Lo curioso de este proceso es que estos integrismos, pese a propugnar el retorno a unas normas con miles de años de antigüedad, que seguramente serían adecuadas para regir las relaciones entre clanes de cabreros pero que en nuestras complejas sociedades se quedan algo cortas, no tienen ningún inconveniente en utilizar los instrumentos que la “diabólica” tecnología pone a su alcance para hacer llegar su mensaje al mayor número posible de personas. En esta involución no solo se sustancia la libertad de los individuos, sino también la de los valores de la comunidad, atomizándolos y en gran medida feudalizándolos, al consentir que unos líderes religiosos establezcan las pautas de conducta de las personas y pretendan que sus vidas se ordenen en torno al capricho y ambición de unos supuestos “intérpretes” de la voluntad divina. Con nuestra pasividad no solo permitimos que el imperio de la ley sea subvertido, sino también el de la razón. No debemos llamarnos a engaño, un fascista es un fascista, independientemente del libro de referencia que utilice, sea este la Biblia, el Corán o el Mein Kampf.

martes, 8 de diciembre de 2009

Neutrales e inmaculados

La civilizada, inmaculada y neutral Suiza, tierra de valles y cumbres de nieves tan blancas como la virtud que sus bancos conceden al dinero que reposa en el sueño de los justos y del anonimato. El país de Guillermo Tell, Heidi y los Rolex nos ha dado a todos una lección de cómo se conservan las tradiciones y la homogeneidad del paisaje. Nos han enseñado, con un solo referéndum, cómo perder la neutralidad, al menos de puertas para adentro, sin ni siquiera despeinarse.

Debemos reconocer que estos suizos no solo son muy suyos, sino también muy hábiles. Han logrado pasar por la historia de punta en blanco, sin que la sangre que bañó nuestra desgastada casa llamada Europa, les salpicara. Durante la segunda guerra mundial, en un gesto que dejó patente su imparcialidad, dieron refugio al dinero, sin importarles si el titular era un verdugo o una víctima. Esos años negros fueron para esta nación tiempos dorados de abundancia y prosperidad. Mientras los ejércitos aliados se desangraban tratando de llegar a Berlín y acabar con la bestia nazi, sus fábricas, que no podían ser bombardeadas, producían armas para el agonizante Reich de los mil años, contribuyendo con su neutral esfuerzo a prolongar la guerra y ya de paso la muerte de cientos de miles de personas. Acabada la guerra nadie les exigió responsabilidades, ni siquiera cuando en un ejercicio de descarnado cinismo o de exceso de celo, exigieron a los supervivientes de los campos de exterminio certificados de defunción que acreditaran la muerte de los titulares de las cuentas. Trámite sencillo, bastaba con volver a Mauthausen o a Auschwitz y escarbar entre las cenizas para que los legítimos herederos pudieran recuperar sus patrimonios.

Así que nadie debería sorprenderse cuando esta nación, acostumbrada a vivir en un permanente estado de duplicidad moral, vota con toda la naturalidad del mundo y sin inmutarse, prohibir los minaretes en su país. Esa es una de las muchas ventajas de ser neutrales y refugio de capitales, puedes hacer lo que te de la gana y encima hacerlo en olor de santidad.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Manifiesto: "En defensa de los derechos fundamentales en Internet"

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia".

Climategate

Cortesía de Claudia.

Vídeo de Alex Jones. (El problema del vídeo es que el tal Alex Jones es famoso por sus teorías conspirativas y sus interpretaciones alternativas de hechos históricos y actuales. No sé hasta qué punto es fiable).

domingo, 29 de noviembre de 2009

Mayoría de edad

Seguramente muchos de nosotros, en algún momento de nuestra infancia, fuimos enviados a “jugar” a otra habitación para que los mayores pudieran hablar de “sus cosas”. La mayoría de las veces obedecías sin más trámite, pero en otras ocasiones remoloneabas porque sabías que algo se estaba cociendo y en esas circunstancias, a veces, te atrevías a protestar o a buscar una forma de escuchar la conversación, de la que, todo hay que decirlo, no te enterabas de nada. Al final debías resignarte y solo te quedaba el consuelo de que cuando crecieras tú también participarías de esas conversaciones o incluso tendrías las tuyas propias.

Pese a haber crecido y ya tener nuestro propio universo de conversaciones de “mayores” (la verdad no había para tanto), con demasiada frecuencia somos conscientes de que ese muro que nos excluía de algunas charlas continúa existiendo. Y pese a nuestra mayoría de edad, algunos “adultos” persisten en el mal hábito de tratarnos como a chiquillos y lo hacen de la peor manera posible, decidiendo en nuestro nombre y sin nuestro consentimiento, qué información nos conviene conocer y qué datos es mejor que permanezcan alejados del público en general. Unas veces son los Estados, que al amparo y con la excusa de los secretos oficiales, nos escatiman la verdadera historia de nuestras alcantarillas. Otras veces son las multinacionales, que ocultan algunas de sus prácticas productivas para preservar su imagen. Y la Ciencia, cómo no, también tiene sus zonas oscuras y su “índice de libros prohibidos” que excluye a aquellos científicos y teorías que disienten de las versiones o verdades oficiales.

Todo esto viene a cuento de lo ocurrido con el caso “Climategate”, el cual evidencia no solo que existe una parte de la comunidad científica que cuestiona la teoría oficial sobre el cambio climático, sino que también se trató de impedir que estos científicos pudieran publicar sus resultados. No es la primera vez, ni será la última, que investigaciones científicas alejadas de la “ortodoxia” son marginadas y condenadas al silencio. La historia está plagada de ejemplos y desde siempre han existido instancias interesadas en condicionar y controlar las opiniones de los ciudadanos. Desconozco los detalles y los datos científicos que han llevado a un grupo de especialistas a mostrarse escépticos con el cambio climático. Y por supuesto, el hecho de haber sido silenciados no da más valor a sus teorías. Tampoco se trata de tomar partido por un punto de vista u otro, ni siquiera de averiguar quién determina qué teorías son las políticamente correctas, ni qué intereses subyacen en esa denominación, sino del derecho de esos señores a plantear sus puntos de vista y del de los ciudadanos a tener acceso a ellos.

Si somos mayores de edad para pagar impuestos, también deberíamos serlo para poder formarnos una opinión sin necesidad de que ningún político, a nuestras espaldas, decida qué es lo mejor para nosotros. Ni tampoco necesitamos a un grupo de científicos, constituidos en Tribunal del Santo Oficio, que determine qué es lo que debemos saber. Y si ese descubrimiento equivale a llenarse de mugre al conocer las tropelías de los Estados dentro y fuera de sus fronteras o a equivocarse al aceptar una teoría científica, ese es nuestro derecho y es el precio que pagamos cuando alcanzamos la mayoría de edad.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Piratas y mercenarios

Si alguien pensaba que la piratería era un anacronismo y los piratas unos personajes de ficción, algo rudos pero de naturaleza esencialmente simpática, que se pasaban la vida abordando barcos, enterrando botines en islas desiertas o gastándoselos en meretrices y alcohol deberían repasar sus fuentes. Estos tipos y sus primos hermanos, los corsarios, siempre estuvieron rodeados de un halo de romanticismo posiblemente inmerecido y fruto de la imaginación de escritores que pretendieron ver en ellos a los representantes de la resistencia contra la tiranía o ejemplos de libertad individual en tiempos en los ésta era un bien escaso. Y si alguna vez esto fue así, que lo dudo, de eso hace ya mucho tiempo. Los piratas modernos no están para muchas aventuras, van a por faena y a por la pasta, sin tomarse demasiadas molestias en componer el gesto o disimular sus acciones cuando posan para la posterioridad. Posiblemente si un escritor les pidiera una entrevista o quisiera inspirarse en ellos para escribir una novela, acabaría secuestrado o silenciado. Así que sin juglares que transformen los actos mezquinos y miserables en gestos heroicos, la piratería ha quedado reducida a lo que siempre fue, una actividad delictiva muy lucrativa, protagonizada por individuos extremadamente violentos y con muy pocos escrúpulos a la hora de apretar el gatillo.

Una vez aclarado que los piratas no son hermanitas de la caridad, que suelen amenazar con armas de verdad y secuestrar a cualquier occidental al que pueden echar mano, me gustaría saber quién fue el listo que ordenó al Alakrana, contraviniendo las recomendaciones de la armada, abandonar una zona segura y dirigirse a un sector de riesgos evidentes pero de pesca más abundante. Y ciertamente lo era, los piratas pescaron a varias decenas de marineros españoles. Conocer a los responsables de tan atinada orden no solo nos permitiría exigir que compensaran los gastos generados por la operación de rescate, sino también conocer sus motivaciones. Saber si estas fueron solo de carácter económico o si una decisión tan manifiestamente absurda fue un error de cálculo o una forma de utilizar a unos trabajadores como carne de secuestro y forzar al gobierno a tomar decisiones o a compañías de seguros a pagar indemnizaciones. Lo sé tengo el cerebro podrido pero es que no creo en la casualidad y sí en la causalidad.

Al final los armadores creen que la respuesta a todas sus necesidades es embarcar mercenarios. Tipos tan despreciables como los piratas. Y que así estos abandonaran sus carreras delictivas y volverán a sus terruños a disfrutar del botín, impresionados por el despliegue paramilitar de nuestros pesqueros. Aunque también cabe la posibilidad de que los piratas, antes de abandonar y resignarse a perder una manera rápida y sencilla de enriquecerse, quieran introducir algunos cambios en la potencia de sus armas, en la rapidez de sus embarcaciones o incluso en sus tácticas, para anular la presencia de los mercenarios. A lo mejor incluso, lo que hasta ahora eran abordajes incruentos acaben convertidos en asaltos violentos y sangrientos. Y quizá a los mercenarios les paguen por encajar balas, pero a los marineros no, y si alguien se pregunta contra quien dirigirán sus armas los piratas, si contra mercenarios bien entrenados y atrincherados en el castillo de proa o contra marineros asustados y desarmados, se está haciendo la pregunta correcta.

viernes, 6 de noviembre de 2009

A grandes males...grandes consuelos

La SGAE pretende que un peluquero pague una cuota de doce euros por tener la radio puesta en su negocio ya que puede ser escuchada por sus clientes, los cuales seguramente acuden a la peluquería por la música y lo de cortarse el pelo solo debe de ser una cortesía de la casa. Pese a lo absurdo de la situación, la presidenta de la SGAE no satisfecha con justificar a su inspector (el cual cobra por comisiones y por lo tanto puede sentirse estimulado a pecar por exceso de celo), va mucho más allá y advierte a panaderías y carnicerías que allí donde una radio pueda ser escuchada por el público, se deberá pagar el canon.

Esta situación, lejos de desanimarme, ha logrado que abra los ojos. Y a muchos ciudadanos nos ha dado una solución estupenda para solventar los problemas de convivencia con esos vecinos que tienen la desagradable y molesta costumbre de poner la música a tope, haciéndonos a todos partícipes de sus psicóticos conciertos enlatados. Ya no es necesario pedir al vecino que baje la música, ni avisar a la guardia urbana, será suficiente con llamar a un comisionista de la SGAE para que al vecino se le vayan las ganas de saltarnos los tímpanos. Además creo que esos inspectores deberían ser equipados con potentes motos para perseguir a los payasos que bajan las ventanillas de sus coches y los convierten en amplificadores de rumbas insufribles, ideales para espantar a niños y ancianos.

Tanto tiempo despotricando contra la SGAE y resulta que su cruzada o pillaje, eso depende del cristal con que se mire, tiene su utilidad. Cómo no se me habrá ocurrido antes, se va a enterar el niñato del primero, eso sí, desde hoy a cortar el pelo y vender el pan con auriculares.

martes, 3 de noviembre de 2009

Perros por leones

Dos deportistas que curtían sus cuerpos divisaron a lo lejos una leona. No corrían por el Serengueti, sino en la provincia de Castellón, donde parece ser que los leones son fieras tan cotidianas como los pelotazos urbanísticos. Si en ese momento les faltaba el resuello, lo recuperaron rápidamente y casi sin aliento, comunicaron a los cuatro vientos que una feroz leona rondaba los montes. Tras hacerse pública la noticia, muchos otros testigos confirmaron la información y las fuerzas del orden público, incluido un helicóptero, se movilizaron para dar caza a la fiera. Al final, ni leona ni león afeitado, aquella bestia parda solo era un perro mestizo que tuvo la mala suerte que uno de sus progenitores fuera de gran tamaño. Aquel animal había sido abandonado y se alimentaba de los desperdicios de una granja de pollos. La confusión finalmente acabo convirtiendo al pobre animal en un colador, lo cual dice mucho de su resistencia y muy poco de la puntería de sus cazadores,

Después de leer la noticia me preguntaba cuántas eran las posibilidades de que en la provincia de Castellón hubiera un león, aunque solo estuviera en visita turística, y pensé: más bien pocas o ninguna. Lo de que hubiera atravesado el Estrecho a nado quedaba descartado, porque los felinos, salvo el tigre, no tienen una especial predilección por el agua y de esto puedo dar fe. Tuve un gato persa, que tienen fama de tranquilitos, que cada vez que oía la palabra “baño” se ponía como una moto y se necesitaba un equipo de "geos" para bajarlo de los armarios de la cocina.

Una vez descartada el agua como vía de acceso o que la leona hubiera sido la mascota de Mark Spitz, eran pocas las opciones que quedaban. Quizá se hubiera escapado de un circo, pero el problema era que no había un circo en 400 km a la redonda, por lo tanto era improbable, que el felino, además de gato, fuera comando y hubiera podido cruzar media España sin que nadie reparara en él. También era posible que algún descerebrado, cansado o insatisfecho de gatos persas, romanos o de angora, hubiera decidido tener como mascota a uno de los mayores felinos del reino animal, y este, para evitar una desgracia, al oír la palabra baño, decidiera poner tierra de por medio. Sin embargo esta posibilidad la descarté rápidamente, nadie en su sano juicio mete a un animal de doscientos kilos con uñas y colmillos en su bañera y menos cuando el bicho en cuestión pone cara de “a ver si hay huevos”.

Así que una vez descartado lo probable exploré lo improbable y volví a los primeros testigos. Y me pregunte cuántas posibilidades había de que los deportistas tuvieran unos abdominales de lujo, pero una vista de mierda. O que los siguientes testigos del “avistamiento” no hubieran visto en su vida una leona, ni siquiera en un documental del National Geographic. Y la única conclusión posible, a la vista de los acontecimientos es que los testigos, a veces, son tan fiables como un niño jugando con dinamita. Seguramente me estoy pasando, pero tengo debilidad por los perros. De ellos, a diferencia de las personas, solo guardo buenos recuerdos. Ese perro, transmutado por la miopía y la ignorancia en felino se merecía algo mejor, no sé si un mejor dueño o unos testigos con vista más aguda y menos fantasía o unos verdugos con mejor puntería, pero desde luego se merecía algo mejor.

martes, 27 de octubre de 2009

Lente que te observa..."palo" que te meten

Una empresa inglesa, dedicada a vender seguridad a través de ojos que todo lo ven, ofreció a los internautas la posibilidad de convertirse de forma sencilla en uno de esos caza recompensas tan ensalzados por el cine y tan desprestigiados por la realidad. La fórmula era sencilla, no era necesario seguir un curso, ni siquiera hacerse con unas esposas. Bastaba con sentarse delante del ordenador y conectarse a la página web de la empresa y observar las imágenes mostradas por cientos de cámaras. Si alguno de ellos denunciaba un delito, lo evitaba o informaba de actitudes “sospechosas”, sería premiado. En ese momento ya no pude contener la risa, aunque inmediatamente me contuve y miré con desconfianza a mi alrededor, para comprobar que ningún chivato en forma lente me observaba. Entonces me relajé y recordé al ex primer ministro británico Tony Blair que afirmaba, defendiendo la generalización de la vigilancia por cámaras, que quien no tuviera nada que ocultar, no tenía nada que temer. La sonrisa volvía lentamente, pero se me congeló de forma definitiva. Quizá alguien podría considerarla como un acto sospechoso o una provocación y la verdad, no tenía muchas ganas de acabar en comisaría declarando solo porque uno de esos “ojeadores” amateur necesitara unos eurillos para pagarse la cerveza de esa noche.

Sinceramente, no comprendo ni comparto esa fascinación por las cámaras, ni por supuesto esa moda que consiste en hacernos creer que esa vigilancia es en nuestro beneficio y por nuestra seguridad. Especialmente cuando todo ese discurso destila un inquietante tufillo a control sobre los ciudadanos. De hecho a mi me parece que esas cámaras sirven para bien poco, entre otras cosas porque si alguien decide atracar un banco o robarte la cartera, a punta de navaja o de amenaza, seguramente optará por cubrirse la cara, porque coño, serán delincuentes pero no imbéciles. Además, supongamos que se produce el delito y éste por desgracia acaba en tragedia o con suerte en un susto. Qué consuelo le quedará a la familia de la victima, ¿un dvd grabado que podrán pasar junto con los de la boda, el bautizo o la operación de hemorroides? Seguramente la víctima, trágica o solo levemente espantada, hubiera preferido que en lugar de tantas lentes mudas que envían sus imágenes a monitores que posiblemente no son vigilados por nadie, se destinara el dinero público a políticas de seguridad activas y de naturaleza preventiva, como por ejemplo poner más “maderos”, “pitufos” e incluso “picoletos” en las calles. No sé, seré un tipo chapado a la antigua por pensar que es mejor prevenir que grabar.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Un bolero

Hace muchos años, un profesor empezó sus clases preguntando a sus alumnos si conocíamos la letra de un bolero. Todos nos quedamos algo sorprendidos pero no demasiado, al fin y al cabo aquel año el tema iba sobre el psicoanálisis y entre los prejuicios que aquellos jovencitos arrastrábamos en nuestras cabezas respecto a los psicoanalistas, era considerarlos tipos un poco excéntricos y complejos; de hecho, a los diecinueve años sólo compartíamos con ellos un interés, su obsesión por el sexo. Así que la aparentemente extraña pregunta solo confirmó nuestros temores e ideas preconcebidas. Evidentemente, nadie contestó, en mi caso no por falta de interés, sino por una absoluta carencia de talento en todo lo referente a cuestiones musicales, lamentablemente siempre he sido de letras puras y sordas. Así que me recosté discretamente tratando de mantener mi cabeza por debajo de la del resto de mis compañeros, no fuera que aquel profesor decidiera buscar voluntarios por su cuenta. Finalmente una de las alumnas, de aquellas que durante las clases dan codazos para sentarse en primera fila y cuando llegan los exámenes los dan para ocupar las últimas, se lanzó al ruedo y afirmó conocer el bolero y por supuesto la letra. Seguramente durante mucho tiempo se arrepintió de haber mostrado su sensibilidad y conocimientos, ya que el profesor llevado por el entusiasmo le pidió muy cortésmente que nos lo cantara. Fue en ese momento, cuando aquel grupo de impresentables que se conocían desde bachillerato y que habían hecho de las últimas filas de la clase su trinchera, alzaron el cuello y prestaron atención a aquel tipo bajito, que con mucho estilo era capaz de poner en apuros a una de las pelotas oficiales de nuestra promoción.

A favor de aquella chica debo reconocer que no lo hizo mal del todo, las carcajadas hubieran desconcentrado incluso a un profesional, pero el gran triunfador de la gala fue el profesor, logró lo imposible, que durante todo el año le prestáramos atención, que en ningún momento bajáramos la guardia y que desde ese instante algunos sufriéramos un ataque de faringitis que nos duró hasta después de los exámenes de junio. Al final resultó que iba de amor y de odio y según el profesor y la canción, eran las diferentes caras de una misma moneda. De lo aprendido aquel año, salvo la anécdota, poco queda. Solo recuerdo que durante algún tiempo miramos a nuestras madres y padres con un poco de aprensión, sin embargo algo si sobrevivió, aprendimos a detenernos y observar siempre las dos caras de la moneda, no para comprobar su autenticidad o falsedad, sino para descubrir que parte de nosotros se refugiaba en cada uno de sus lados. Luego asimilamos que tras el espejo siempre hay otra realidad y que la interpretación de la vida es un delicado y frágil caleidoscopio de razones casi siempre ignoradas. Posiblemente aquella experiencia no nos hizo más sabios, pero si mucho más prudentes y tolerantes a la hora de juzgar y juzgarnos y quizá por eso a muchos nos cuesta entender cómo algunas personas, cuando hablan del aborto se atreven a frivolizar, juzgando y condenando a las mujeres que se ven en ese difícil trance; esta gente debería abrir los ojos cuando se mira en el espejo y tratar de averiguar cuánto sufrimiento hay en la decisión de interrumpir un embarazo, pero claro, para algunos tras el espejo solo hay una pared, a veces tan dura, como sus cabezas y corazones.

PD. La canción era ésta.
Odiame
Odiame por favor yo te lo pido,
odiame sin medida ni clemencia,
odio quiero mas que indiferencia,
porque el rencor hiere menos que el olvido.
Si tú me odias quedaré yo convencido,
que me amaste mi bien con insistencia.
Pero ten presente, de acuedo a la experiencia,
que tan sólo se odia lo querido.
Qué vale mas, yo humilde y tu orgullosa
o vale más tu débil hermosura.
Piensa que en el fondo de la fosa,
llevaremos la misma vestidura.
Pero ten presente de acuerdo a la experiencia
que tan solo se odia lo querido.

viernes, 16 de octubre de 2009

La sombra del ciprés es alargada

“Ojalá vivas tiempos interesantes”. Este proverbio chino ha debido de ser muy recordado por el señor Rajoy en las últimas semanas. Cierto es que mi naturaleza mezquina me impide compadecerlo y mis bajas pasiones, desprovistas de cualquier atisbo de sentido común, me devuelven a una condición desconocida para mí, la del leñador encantado de hacer leña del árbol caído. Vale, es cierto, este país necesita una oposición responsable, coherente e implicada en el gobierno de la nación y capaz de tomar el relevo si así lo deciden las urnas. Pero hasta la fecha no ha sido así y por lo tanto me siento muy predispuesto a recordar los “buenos” y viejos tiempos que estos descerebrados nos dieron a todos. Y también pensado en la manifestación contra el aborto que reunirá mañana a obispos, seminaristas y huele sotanas, me he concedido unos minutos, no solo para recrearme con los problemas del PP, sino también para disfrutar con ellos. Una vez acabada esta entrada volveré al redil de lo políticamente responsable, pero mientras tanto…creo que lo llaman barra libre.

Corren tiempos revueltos dentro del PP, hasta el punto de que la trama Gürtel está llevando al límite de su resistencia a la estructura organizativa de este partido y desautorizando de forma clara y contundente a su secretario general. Siempre he sospechado que Rajoy vivía de “prestado” en términos políticos. Su liderazgo depende de unos barones regionales, que si algo tienen claro es que en sus respectivos territorios quienes mandan son ellos. El escándalo de corrupción está demostrando de una forma descarnada no solo los delicados equilibrios de poder dentro de ese partido, sino que también está poniendo a prueba su estructura organizativa. Esto no ocurre únicamente porque los barones regionales se nieguen a cumplir las directrices de calle Génova, sino porque también han hecho algo muy peligroso para la credibilidad y cohesión de cualquier organización. Han demostrado a sus militantes y cargos intermedios la disposición de los “primeros espadas” del partido a sacrificarlos a la mínima de cambio, utilizándolos como chivos expiatorios con tal de salvar el cuello. Y pese a lo que digan los comunicados y los titulares de los medios afines, Esperanza Aguirre sacrificó a tres diputados autonómicos, que no han devuelto su acta y por lo tanto continúan aforados, solo porque la aritmética parlamentaria le era favorable y no ponía en peligro la estabilidad o continuidad de su gobierno. En otro supuesto matemático la inefable Esperanza hubiera recurrido a una de sus absurdas y esperpénticas explicaciones a las que ya nos tiene acostumbrados para evitar cesar a nadie.

A todo esto mañana en Madrid hay manifestación contra el aborto. Y como todos esos señores y señoras, tan bien vestidos, educados y tolerantes, no pueden ir a una sin que el cielo les muestre su favor en forma de milagro, puede que seamos testigos de cómo Lázaro vuelve a andar o de la resurrección del Mesías llamado José Mari. Y si este es el caso, puede que mañana Rajoy descubra, cuando tenga que soportar la humillación de que Aznar sea recibido a gritos de “Presidente, Presidente”, que la sombra del ciprés es alargada.

martes, 13 de octubre de 2009

Grandes esperanzas

El nuevo Nobel de la Paz concedido a Barack Obama me ha dejado un poco desconcertado, supongo que no seré el único. Nueve meses de presidencia, muchos discursos, tan importantes como el de la universidad del Cairo y algunas iniciativas que por el momento no se han concretado ni se han traducido en un nuevo orden mundial. Esto por supuesto no significa que Obama haya renunciado a sus promesas electorales, ni que abrumado por la tarea haya decidido rendirse(menudo panorama dejaron los neocon), sino que toda política, antes de dar sus frutos requiere un tiempo para desarrollarse. La cuestión es otra, no creo que el objetivo del Nobel sea recompensar las buenas intenciones. ¿Alguien se imagina cuales serían los comentarios si el Nobel de Medicina fuera adjudicado a un científico, solo por el hecho de haber manifestado su intención de investigar y desarrollar una cura contra el cáncer? Posiblemente el comité en un gesto de discreción, fácilmente comprensible, esperaría a los resultados antes de entregar el galardón.

Es verdad que la concesión de estos premios, especialmente el de la Paz, en ocasiones ha resultado poco atinada, como el otorgado a un genocida de guante blanco como Kissinger. Pero llegar al punto de concederlo en función de unas intenciones no solo resulta ridículo, sino también desolador. Y no quiero que este punto de vista sea considerado un rechazo al discurso ni a las intenciones del Presidente Barack Obama, ni muchísimo menos. Incluso en mi deseo de encontrar una excusa medianamente razonable que lo justifique solo se me ha ocurrido pensar que quizá el comité solo ha pretendido reconocer la necesidad y el deseo de un cambio en el modelo de relaciones internacionales impuesto por la política exterior de Bush.

Sin embargo no puedo dejar de sentir un escalofrío cuando me pregunto porqué se ha ignorado a otras personas y causas que seguramente reúnen más méritos para acceder a este premio, si ha sido una decisión condicionada por una respuesta mediática y popular favorable o la constatación de una sospecha que todos tenemos, que nuestro planeta está tan necesitado de paz y tan escaso de gestos para alcanzarla que ya nos hemos resignado y nos conformamos con premiar las promesas.

martes, 6 de octubre de 2009

Villanos

Debo confesarlo, en mi infancia odié a Piolín, al Correcaminos y a veces a James Bond. A los únicos héroes a los que tuve en consideración fueron el Capitán Trueno y Asterix, tipos que además de valentía demostraban inteligencia. En cambio, en ese universo de ficción donde el bien se impone al mal y sabes que los muertos una vez terminada la función se incorporan y vuelven a sus casas, siempre sentí un gran respeto y admiración por tipos como Goldfinger, el gato Silvestre o el Coyote. Esta predilección no fue el resultado de haber sido seducido por el lado oscuro de la fuerza, ni tampoco porque voces en mi cabeza así me lo indicaran, la explicación es mucho más sencilla y tiene que ver con la naturaleza de esos villanos. Los malos de la ficción eran tipos inteligentes e imaginativos, vale, cometían delitos, pero debemos reconocer que lo hacían a lo grande y con mucho estilo. Da lo mismo que su objetivo fuera dominar el mundo o devorar a un insoportable e insufrible cabezón amarillo, sus planes tenían elegancia, sofisticación y por supuesto perversión. Muchas veces me sentí frustrado cuando un pájaro impertinente, un agente secreto acartonado o un superhéroe que no sabía ni ponerse los calzoncillos como era debido, y que el uso más imaginativo que sabía dar a su cabeza era utilizarla como ariete, vencían en el último minuto sin ni siquiera despeinarse.

Alguien podrá pensar que quien escribe estas palabras está más “p’allá” que “p’aquí” o tiene demasiado tiempo libre, porque realmente se debe de estar muy aburrido para ponerse a despotricar del pobre Piolín. Sin embargo, debemos considerar la cuestión desde otro punto de vista y es que esos dibujos animados, y sus finales mágicos, contribuyeron a construir unas narraciones inexistentes en el mundo real. Lamentablemente en esta parte de la existencia las cosas no están tan claras ni tan definidas. Los “buenos” se dividen entre los que abiertamente están en connivencia, activa o pasiva, con los villanos y los que son testigos impotentes de cómo algunas partes de nuestro planeta son lentamente dominadas por complejos e imaginativos entramados criminales que casi siempre se salen con la suya. Ya sabía que la realidad superaba a la ficción, pero nunca llegué a sospechar que pudiera llegar el día que me sentiría huérfano de justicia y que echaría de menos a esos héroes y villanos de ficción ni a sus películas de previsibles finales.

martes, 29 de septiembre de 2009

Las "virtudes" de la sanidad privada

La sanidad pública española pierde posiciones respecto a otros sistemas públicos europeos. Evidentemente, ésta será la excusa utilizada por algunos para insistir en el discurso que presenta la iniciativa privada como la panacea que remediará todos los males que afectan a nuestra sanidad. Lo cierto es que tanta alabanza es injustificada y para sustentar esta afirmación no es necesario consultar a un nigromante o un brujo, sea de pago o del seguro, es suficiente con observar la quintaesencia de ese modelo sanitario que el Presidente Barack Obama pretende reformar.

Según las estadísticas, cuarenta y seis millones de personas en ese país carecen de atención sanitaria, pero este dato se queda corto y no contempla otros ochenta millones de ciudadanos cuya cobertura es insuficiente y estas cifras continúan incrementándose. Como consecuencia de la crisis, muchas empresas han recortado gastos transformando gran número de contratos a jornada completa en jornada parcial y esta modificación las exime de contratar seguros para ese tipo de empleados. Y éste no es un fenómeno nuevo, desde hace años muchas empresas se han visto imposibilitadas para contratar seguros médicos como consecuencia del constante incremento de su coste.

Dos de los grandes mitos utilizados como argumentos por los defensores de este modelo sanitario son su eficiencia económica y la calidad dispensada a los pacientes. Sin embargo, la realidad es tozuda y desmiente ambos tópicos. Los costes administrativos de las aseguradoras norteamericanas son de media de un 25%. En Europa, en el peor de los casos, no sobrepasan el 15% (en nuestro país están en torno al 10%). Si a esto le sumamos el anteriormente mencionado incremento de los costes para las empresas, podemos llegar a la conclusión de que el mayor reto para la competitividad de las empresas estadounidenses posiblemente resida en su modelo de sistema sanitario.

Por otra parte, la calidad de la atención es muy cuestionable en el momento que el objetivo de una aseguradora es obtener el máximo beneficio posible y con este fin tienen legiones de empleados, cuya única función es encontrar defectos de forma en los contratos con sus clientes para poder anularlos cuando a estos se les diagnostica una enfermedad grave. Además, los defensores de este sistema olvidan con excesiva facilidad un componente esencial en cualquier tratamiento médico, como son los medicamentos, ya que estos no son gratuitos y muchos asegurados en sus pólizas sólo tienen garantizado el diagnóstico, no el tratamiento. A diferencia de los sistemas públicos, donde las medicinas son gratuitas para jubilados y enfermos crónicos o parcialmente subvencionadas para el resto de la población.

Evidentemente, los sistemas sanitarios públicos tiene problemas, eso ni sus más firmes defensores lo niegan, la verdadera dificultad es determinar cuáles le son propios y cuáles son el resultado de intereses políticos y económicos empeñados en menospreciar y devaluar la sanidad pública. Quizá algunas listas de espera solo es posible explicarlas, no en razones de carácter técnico, sino por decisiones políticas dispuestas a utilizarlas como excusa para dar entrada a actores privados en nuestro sistema público. De todo esto solo podemos deducir una cosa con claridad, salud y beneficios económicos son dos cuestiones que casan con dificultad y a la vista de los hechos parecen excluirse una a la otra.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Volubles

La preocupación sobre el déficit público parece ser muy voluble. Mientras los bancos necesitaron dinero para sanear sus cuentas y la industria automovilística exigía que se concedieran ayudas a los compradores, todo el mundo, hasta los más ortodoxos ultraliberales afirmaban que incurrir en déficit era inevitable y necesario, una formula para evitar males mayores a la economía.

Sin embargo, una vez que los bancos no solo han saneado sus cuentas, gracias a nuestros impuestos, sino que también han incrementado su valor (y todo esto sin que ninguno de los errores que provocaron el desastre haya sido corregido), volvemos a oír hablar de forma insistente del dichoso déficit. Ahora, cuando llega el turno de proteger a los ciudadanos que han quedado desamparados por los excesos de ejecutivos impresentables, desquiciados y que continúan cobrando sus primas, es imperioso volver al déficit cero. Y precisamente son quienes más se beneficiaron de las ayudas públicas quienes exigen con más ardor ese retorno. Recuerdo una conversación con un viejo sindicalista curtido en la lucha antifranquista. Este hombre, ya jubilado, afirmaba que no entendía a la gente, ni tampoco la capacidad de aguante que mostraban ante medidas que treinta o cuarenta años antes hubieran provocado manifestaciones y protestas generalizadas. Ahora en cambio, proseguía, la gente se lo traga todo.

Seguramente tiene razón, si esos sinvergüenzas, acostumbrados a privatizar los beneficios y a socializar las pérdidas, se encontraran con cientos de miles de personas en la calle cada vez que pretendieran saquear nuestros bolsillos, seguramente se lo pensarían dos veces antes de tomar algunas decisiones. Posiblemente el capitán Marko Ramius en “La caza del octubre rojo” no andaba desencaminado y tuviera mucha razón cuando afirmaba que: “una pequeña revolución de cuando en cuando es algo saludable”, quizá no cambiarian las cosas, pero sí al menos refrescaría la memoria a algunos impresentables y los haría menos volubles.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Si vis pacem, para bellum

Haciendo zapping con mucha desgana acabé en un canal que emitía un documental. No trataba sobre leones persiguiendo cebras, ni iba de cocodrilos emboscados en el Masai Mara esperando capturar a algún ñu despistado. El documental en cuestión iba de armas, de nuevos desarrollos que incrementaban su potencia, su capacidad destructora y precisión. Un presentador entusiasmado y un inventor muy satisfecho de sí mismo, presentaban un nuevo tipo de explosivo, el cual seguramente no había sido desarrollado para voladuras en minas o canteras. Esta afirmación, por supuesto, no la hago porque sea un experto en la materia, sino simplemente porque en la demostración utilizaron unos maniquís, los cuales, todo hay que decirlo, quedaron muy maltrechos, y evidentemente esto fue motivo de celebración para todos, incluso yo lancé un “¡hurra!” al ver como aquellos sucios monigotes de plástico quedaban descabezados y desmembrados. De hecho y lo confieso con algo de vergüenza (la justa para que no me consideréis un salvaje), con cada nuevo invento que presentaban aumentaba mi interés. Hasta el punto de que acabé contagiado del entusiasmo del presentador y los inventores. Incluso, llevado por un arrebato épico, llegué a ponerme de pie sobre el sofá y arrastrado por la pasión canté el God Save the Queen, Barras y Estrellas, la Marsellesa e incluso tararee la Marcha Real.

Después de un tiempo, más calmado y casi afónico, preocupado por la impresión que mi frenesí podría haber causado en mis vecinos, quienes seguramente estarían escondidos en algún rincón preguntándose qué tipo de chalado vivía en el piso de al lado, caí en la depresión. ¡Mierda! pensé. Este país no fabrica aviones, los tanques son alquilados y los misiles de largo alcance ni mentarlos. No formamos parte de ese selecto grupo de naciones que diseñan, venden y compran armas capaces de arrasar una ciudad en unos pocos segundos y llevarse por delante a varios millones de personas.

Me sentí muy decepcionado y buscando consuelo me dirigí al moderno oráculo de google. Después de un rato leyendo, sin llegar a haberme recuperado de mi decepción, sí al menos quedé algo más tranquilo. Nuestro país no era gran cosa en lo relativo a armas sofisticadas, pero nuestro esfuerzo, siendo humilde, no dejaba de ser fundamental para la guerra. Producíamos balas, granadas y minas anti-persona, justo el tipo de equipamiento que se puede permitir cualquier guerrilla de desarrapados o cualquier gobierno empeñado en limpiezas étnicas. Nosotros, y otros como nosotros, éramos los verdaderos protagonistas de todas las guerras donde se matan los pobres. Gracias a nosotros, miles de niños crecerán sin alguna de sus piernas o brazos. Gracias a nuestras balas, gobiernos corruptos y miserables exterminaban sin compasión a quien se interponía en sus planes. Joder, que relajado me quedé cuando supe que mi país también tenía un papel, y no menor, en la carnicería.

Decidí encender un cigarro, como en las películas después de un buen polvo. Entonces reparé en que esa tarde esperaba visita y opté por apagarlo, no quería que el humo de mi cigarro pudiera causarle tos a nadie. Mi altruista, desinteresada y solidaria conducta incrementó la buena opinión que por lo general tengo de mí mismo. Y esa noche dormí en paz, como un niño que conserva todas sus extremidades y desconoce la guerra.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Paisaje después de una batalla

Una multitud de niños bien, hijos de buenas familias, muchos posibles, y vecinos de una de las zonas más exclusivas de Madrid, decidieron tomar la calle. Animados por el alcohol y envalentonados por sus compañeros se lanzaron a la siempre incierta aventura de enfrentarse a la policía. Y a falta de palacio de invierno, la estación no acompañaba, optaron por tratar de asaltar una comisaría, lo cual quizá sea indicador de su alto grado de entusiasmo etílico pero también de una total falta de inteligencia.

Finalmente veinte jóvenes fueron detenidos, lo que demuestra que tal vez el alcohol espese la cabeza pero a la hora de correr pone alas en los pies, o simplemente que los anti-disturbios y municipales no se emplearon a fondo con unos niños cuyos padres forman parte de la élite económica de este país o eso nos cuentan. La cuestión es que todo el alboroto tenía su origen en una cuestión de importancia vital para cualquier adolescente que se precie, exigían un lugar donde poder beber, sin ser molestados, hasta caer redondos.

Hace unos días un juez dictó sentencia: Esos veinte jóvenes no podrán salir de fiesta durante tres meses. Estarán sometidos a vigilancia y deberán estar en sus casas antes de las diez de la noche. En resumidas cuentas, el Sr. Juez se limitó a hacer lo que cualquier padre, de los de hace treinta años, hubiera hecho sin necesidad de estudiar derecho y resolviendo cualquier protesta o recurso con un par de hostias bien dadas, eso sí, con todo el dolor de su alma.

Realmente algo no acaba de funcionar bien, no solo cuando los jueces se convierten en el último recurso educativo, sino también cuando los padres, desautorizados por los actos de sus hijos en su función educadora, en lugar de cerrar la boca y acatar la sentencia, apoyan las acciones de sus vástagos anunciando recursos cuyo final será que los niñatos nunca deban cumplir el castigo establecido. Quizá esta decisión responda a un genuino convencimiento de inocencia, pero también podría ser una postura egoísta, ya que esa sentencia no solo castiga a los menores, sino que también obligará a sus padres a controlarlos durante ese periodo y eso puede significar que muchos planes paternos deban de ser anulados.

Llevo días preguntándome cuál hubiera sido el balance y la interpretación, si esa batalla campal hubiera tenido lugar en alguno de los barrios golpeados por la crisis y sus protagonistas hubieran sido jóvenes sin apenas oportunidades y unos padres, que en el mejor de los casos, solo conocen al vigilante de la zona azul. Es fácil imaginarse los titulares y las largas sesiones de terapias televisivas, donde expertos y periodistas, especularían durante horas sobre las profundas raíces sociológicas y psicológicas y las tremendas consecuencias futuras. Alguno incluso hubiera llegado a comparar lo ocurrido con las protestas en los barrios marginales parisinos. Pero por suerte para todos nosotros y nuestra capacidad de análisis, los responsables no han sido jóvenes ignorantes y pobres, sino niños bien vestidos y educados en las mejores escuelas que el dinero puede pagar. Sin embargo, da igual quienes hayan sido sus protagonistas, el paisaje después de la batalla es igual de desconcertante y desolador.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Fuga para un alma

Recuerdo un niño a quien la naturaleza le jugó una mala pasada. En su sabiduría o en una distracción, la biología decidió que en aquel cuerpo viviría atrapada una mujer. Pese a la insistencia de la partida de nacimiento y de sus genitales, aquel chaval no era un hombre, sino una mujer que en su camino hacia la vida se había desorientado, acabando en un cuerpo que no le pertenecía.

El tiempo trae la comprensión y esta casi siempre despierta la conciencia. Y los niños, da igual el lugar y la época, siempre fueron crueles con la diferencia, especialmente, cuando los maestros y educadores mostraban indolencia ante los excesos, cuando no abierta simpatía. Si una imagen tengo de la soledad y el aislamiento es la de aquel niño. Con el tiempo no le quedó más remedio que aprender a mantener la distancia de aquellos energúmenos siempre dispuestos a llamarlo nenaza o a escogerlo como blanco de sus bromas. Cada día que pasaba se hacía más invisible, hasta que finalmente desapareció por completo. Y quizá lo más trágico de esta historia es que nadie se interesó por su ausencia.

En algunas ocasiones me he preguntado qué pudo ser de aquel crío. La España tardo-franquista y pronto-democrática nunca fue excesivamente considerada con estas personas. Casi siempre las condenaba a la marginalidad, a vagar entre muchas de las miserias humanas, tratando de obtener el dinero suficiente para poder algún día conciliar su cuerpo con su alma.

Quiero pensar que los deseos son mucho más importantes que las palabras, y que aquel niño sobrevivió a sus antiguos compañeros de clase y a todos los demás animales que la vida fue poniendo en su camino, logrando finalmente cambiar su cuerpo. Pero buscar un final feliz a una narración es muy sencillo y en esos casos las palabras tienen la perversa cualidad de desvirtuar los hechos, ignorando el sufrimiento cotidiano que para un niño o un adulto puede suponer ser diferente.

Leí hace poco que alguien está valorando la posibilidad de que esas mujeres inconclusas cumplan sus penas en cárceles femeninas y creo que por una vez, sin que sirva de precedente, el sentido común debería ser más poderoso que una anotación en el registro civil o una definición en el DNI. Quizá alguien aún se ría cuando recuerde como puteó a una de aquellas “nenazas”, pero a mí esas historias ya no me hacen ninguna gracia. Si una cualidad comparten algunos niños y presos es su extremada crueldad. Y bastante jodida debe de ser la vida cuando tu cuerpo te resulta extraño, como para tener que repetir permanentemente la misma historia de desprecio y humillación y que la única fuga posible sea la locura o el suicidio.

martes, 1 de septiembre de 2009

Nefertiti

Una mujer lleva gastados más de doscientos mil euros en operaciones estéticas con el propósito de parecerse a Nefertiti, una reina egipcia que murió hace casi cuatro mil años. A esta mujer la pasión le viene de lejos, según sus propias palabras, desde niña tiene sueños que la transportan a lejanos tiempos y antiguos palacios, donde rodeada de lujo y sirvientes compartía su vida con Akenatón, el faraón “Hereje”.

Dicen los expertos que la belleza de esa reina era legendaria. Y esta afirmación se sostiene sobre dos ideas muy frágiles como referencia: la belleza y la leyenda. La belleza es un concepto muy mutable, si no basta con comparar a Las Tres Gracias de Rubens con alguna de esas modelos que solo necesitan ser puestas a contraluz para hacerles una radiografía. Y las leyendas tampoco son fuentes muy fiables. En el mejor de los casos, son una aproximación muy libre a unos acontecimientos que pudieron tener o no lugar hace cientos de años.

Cierto es que existen esculturas que la representan. Sin embargo también deberíamos tener en cuenta que desde siempre, reyes, reinas y familias reales han posado para artistas que generalmente los han interpretado de forma muy benévola, disimulando, las más de las veces, sus defectos físicos y de carácter. No todos los artistas se apellidaban Goya, ni todos los reyes eran unos pusilánimes como Carlos IV.

Así que una vez descartados modelos posibles de inspiración, solo nos quedan las inciertas fuentes oníricas. Y en este caso debemos felicitar a la protagonista, por recordar con tanto detalle sus sueños y que estos puedan guiar con precisión la mano de los cirujanos. Sinceramente, todos, incluso la protagonista, podemos sentirnos felices ¿alguien se imagina el resultado si esta buena mujer creyera con la misma pasión que es la reencarnación de una de Las Señoritas de Avignon? Además sería muy injusto considerar a esta mujer una desequilibrada o alguien que busca desesperadamente sus cinco minutos de fama recurriendo a una extravagante variación del experimento del Doctor Frankestein. Esta señora, en el peor de los casos, solo peca de un mal que nos afecta a muchos, el de la impaciencia. Si no tuviese tanta prisa podría lograr su objetivo con mucho menos sufrimiento y dinero. Bastaría con esperar a la muerte, ser embalsamada decentemente y después de mil o dos mil años posiblemente sería casi idéntica a Nefertiti, bueno a ella y a cien momias más.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Tradiciones

Este mes de agosto, contra todo pronóstico y tradición, está resultando muy movidito en términos políticos. Los dirigentes del PP, agobiados por la cantidad de casos de corrupción (y lo que te rondaré morena), decidieron refrescar su maltrecha integridad sumergiéndola en el mar donde desembocan todas las conspiraciones. Según los líderes de ese partido, en este país, menos obispos y monaguillos, todo el mundo maquina para expulsarlos de la vida pública.

Asediados por la corrupción y enfrentados por el control del partido, a sus estrategas no les ha quedado más remedio que recurrir al viejo truco de hacerse las víctimas. Esta técnica no es una novedad, la derecha de este país suele utilizar las conspiraciones para esconder sus miserias y justificar sus canalladas. Llevan setenta años haciendo política a golpe de conspiración. Primero fue el contubernio judeo-masónico-comunista, y de él vivieron cuarenta años. Mucho tiempo después, un funesto mes de marzo, regresaron a las andadas. Y ahora, cuando los hechos y las evidencias, ponen de manifiesto la falta de integridad de algunos de sus militantes y líderes regionales, echan mano de nuevo a la manida estrategia para tratar de salvar los muebles.

Parece ser que esta organización política solo es democrática cuando el recuento de los votos le es favorable y las instituciones del Estado están al servicio de sus intereses. Pero cuando las cosas se les tuercen sus también tradicionales modos autoritarios surgen de forma instintiva. Deberíamos preguntarnos qué está pasando, qué información tienen de las investigaciones e instrucciones judiciales que se están llevando a cabo para estar tan nerviosos y aparentemente desesperados. Seguramente esta estrategia no solo persiga desviar la atención sobre la podredumbre sobre la que se sostienen, sino, y esto es lo peor, puede ser un aviso a navegantes, una velada amenaza a jueces y policías, una forma de indicarles el buen camino e intimidarles para que lo sigan. Porque en democracia cambian los gobiernos y ellos, cuando se trata de ajustar cuentas, tienen buena memoria y mucha práctica.

domingo, 26 de julio de 2009

El fin del mundo

Estaba una tarde disfrutando del aburrimiento cuando el timbre del telefonillo sonó. Un tanto molesto, el aburrimiento debería ser sagrado, me levanté dispuesto a abrir la puerta de la calle al hijo de algún vecino o a un vendedor. No fue así, en cambio, del auricular salió una voz femenina, dulce y atractiva, preguntándome con mucho entusiasmo si quería sobrevivir al fin del mundo. Me quedé algo desconcertado, uno espera recibir una noticia de esta naturaleza a través de una voz tétrica y no con un entusiasmo encantador. Finalmente reaccioné y he de confesarlo, se me escapó una carcajada y contesté que no tenía excesivo interés en sobrevivir al fin del mundo, pero aún así le agradecía su oferta. Esto lejos de refrenar su vehemencia apocalíptica pareció alimentarla y me preguntó, con mucha educación, si podía abrirle la puerta para dejarme en el buzón un folleto explicativo. Y como los consejos nunca están de más y era una mujer con voz de ángel, no pude negarme.

Así acabó la conversación y mi momento de apatía. Más tarde bajé a buscar el folleto esperando encontrar alguna sugerencia interesante para las vacaciones que acababa de empezar. Al tiempo deseaba que las instrucciones no fueran excesivamente complejas, que no exigieran ponerse “cachas”, quizá estaría dispuesto a sobrevivir, siempre y cuando eso no significara acabar resoplando y con agujetas, ni por supuesto construir un bunker subterráneo, a mis vecinos les podría molestar que acabara en su comedor en un intento de buscar profundidad antes de empezar a construirlo.

Para mi desilusión aquel folleto era como otros tantos que te proponen una excursión para conseguir un jamón o una tabla de embutidos ibéricos. En este caso tenía que acudir a un encuentro religioso y allí me lo explicarían todo. La verdad me quedé muy decepcionado y sintiéndome un estúpido, entonces recordé una frase de Celine: “pero en el presente desconfiaba de las impresiones. Me habían cogido una vez por impresión, y ya no me seducirían con soflamas”. Y la próxima vez que alguien venga a mi puerta anunciando el fin del mundo, me dará igual que sea la voz de un ángel o la de un demonio, no pienso abrírsela.

jueves, 23 de julio de 2009

Operación pandemia

Cortesía de un amigo. Agregaba esta nota: "Aunque confunden algunos términos, ya que el tamiflu no es una vacuna sino un medicamento y se hacen un poco de lío con el nombre de las cepas de virus, es bastante didáctico".

Solo quiero añadir otro comentario. Cuando Donald Rumsfeld fue nombrado Secretario de Defensa, tuvo que renunciar a la presidencia de Gilead Sciencies, pero mientras permaneció en el cargo, nunca llegó a vender las acciones que poseía de esa compañía (entre ocho y treinta y nueve millones de dólares en acciones).

miércoles, 15 de julio de 2009

El caballero, la muerte, el diablo y la OMS

Me pregunto, muy preocupado y bastante mosqueado, quién narices dirige la OMS y sobre todo, al servicio de qué intereses está. Hace unos años esta organización lanzó una alerta internacional sobre el peligro que podía suponer para la humanidad la gripe aviar, aconsejando a todas las naciones hacer acopio de Tamiflu, (Donald Rumsfed debió dar saltos de alegría) un retroviral cuestionado por sus importantes efectos secundarios, fundamentalmente entre las personas más jóvenes. De la gripe aviar las únicas víctimas fueron los miles de pequeños avicultores arruinados cuando sus aves fueron sacrificadas de forma preventiva.

Hace pocos meses, después de constatar que la pandemia de gripe aviar se retrasaba, volvieron a la carga, esta vez con la gripe porcina, que por no molestar a los pobres cerdos ni a sus propietarios, quienes seguramente tenían más influencia que los avicultores del sudeste asiático, fue rebautizada como gripe A. Y pese al intensivo seguimiento informativo la gente no parece estar especialmente inquieta, incluso cuando la propia OMS ha afirmado que en el otoño-invierno esta nueva cepa puede convertirse en el Armagedón. Ni por esas los ciudadanos están dando muestras de preocupación o histerismo, no porque desconfíen de la palabra de una organización tan sabia e íntegra como la OMS, sino más bien porque parece ser que ya se está trabajando en una vacuna contra una gripe, la cual hasta el momento ha demostrado unos índices de mortalidad muy inferiores a los de una gripe estacional. Así que los Cuatro Jinetes del Apocalipsis infiltrados en esa organización han decidido dar un nuevo giro de tuerca, a ver si reaccionamos de una vez y nos entra el pánico. Ahora afirman que para cuando llegue el invierno no habrá suficientes vacunas para los casi siete mil millones de habitantes del planeta.

Sin embargo nadie debe perder la calma, ya que ellos tienen la solución. Según esta organización “el sistema de patentes debería ser revisado para evitar esa situación... esta medida serviría para incentivar a los laboratorios”. Y tras leer estas declaraciones uno piensa, es verdad, pobres farmacéuticas. Se necesita un largo periodo de tiempo para desarrollar un nuevo medicamento, después de largos años cobrando por él lo que les parece oportuno, entonces expira la patente y cualquier laboratorio saca al mercado un genérico diez o veinte veces más barato, lo que lo hace asequible a muchos más pacientes. Desde luego, tienen motivos para estar indignados y desmoralizados, con tanto ladrón y oportunista suelto es imposible hacerse rico.

La OMS tan preocupada por esta industria, al menos por parte de ella, sugiere, sin atisbo de vergüenza, que las vacunas deberían ser patentadas. Y es aquí donde empieza mi confusión (será que soy idiota), me pregunto: ¿si hasta la fecha cualquier laboratorio del mundo puede producir una vacuna por medios tradicionales, sin necesidad de pagar patente, ya que este procedimiento es patrimonio de la humanidad y aún así no habrá suficientes dosis, cómo se logrará el objetivo “un hombre, una dosis” si al permitir patentarlas se reduce drásticamente el número de productores? ¿Acaso esta medida no supondrá impedir que laboratorios indios, chinos o africanos puedan producir una vacuna libremente y a un coste asequible para los países más pobres?

Además e insisto de nuevo, yo debo de ser gilipollas, un maniaco de las teorías de la conspiración o he sufrido un golpe de calor que me ha cocido las meninges, porque a mí los hechos y los argumentos no acaban de cuadrarme. Gracias a la OMS no sólo he descubierto que el invierno llega a todas partes de nuestro planeta a la vez, sino que esta gripe debe de ser el único caso de epidemia en toda la historia de la humanidad, en la cual todos los seres humanos enfermarán el mismo día y a la misma hora. Desde luego, los chicos de la OMS tienen razones para estar preocupados porque con el cuadro ridículo que nos están pintando, la peste bubónica, la viruela o la gripe de 1918, parecen hermanitas de la caridad comparadas con el presunto holocausto que se avecina o simplemente necesitan una buena excusa, da igual si es absurda, a ver si tragamos con lo de patentar las vacunas y esto no solo sería un descarado atraco al patrimonio de la humanidad, sino también posiblemente sentaría las bases de un genocidio en toda regla.

http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20090714/53745284950/la-oms-advierte-de-que-no-hay-suficientes-vacunas-contra-la-gripe-a-margaret-chan-salud-york-chan-on.html

domingo, 12 de julio de 2009

Longevidad

Un científico tras haber encontrado un fármaco capaz de prolongar la vida de los mamíferos, al menos ese es el resultado obtenido en unos ratones de laboratorio, solicitaba ayuda para tratar de encontrar otras sustancias con un efecto similar. Durante un rato, en un intento de ser útil, pensé en posibles productos que pudieran cumplir con esa condición. Después de quince largos y agotadores minutos, llegué a la conclusión de que haber aprobado química por los pelos no contribuía demasiado a mi deseo de colaboración, y posiblemente esa búsqueda superaba largamente mis posibilidades.

Tardé algún tiempo en darme cuenta de que para dar una respuesta no es imprescindible ser científico, ni publicar en The Lancet. De hecho solo es necesario aplicar el único método científico infalible: el sentido común, y para eso no se requieren ni laboratorios ni becas millonarias, solo abrir los ojos y salir del abotargamiento afectivo en el cual parece que estamos sumergidos en todo lo referente a nuestros semejantes. La mayoría de seres humanos podrían cumplir los seis años de edad e incluso los setenta y cinco, si todos comieran como es debido, preferiblemente más de una vez al día. Muchos hombres y mujeres serían enterrados por sus hijos y no a la inversa, si tuvieran acceso al agua potable o si el aire no estuviera tan contaminado y respirar no fuera una actividad tan peligrosa para la salud como el fumar.

Seguramente la humanidad como especie sería muy longeva si Estados y Profetas no enviaran a sus gentes a degollar a sus vecinos. O si en lugar de construir tanta maquina mortífera, dedicaran sus energías a colaborar con sus semejantes en lugar de exterminarlos. Entonces los científicos podrían dedicarse a cosas realmente importantes como inventar una cura contra la codicia. Y si sobra tiempo y dinero, a temas menores, como que una pequeña parte de la humanidad pudiera pagarse el capricho de tratar de superar el récord de Matusalén, mientras el resto ejerce su derecho a ver crecer a sus hijos y nacer a sus nietos.

martes, 7 de julio de 2009

Pioneros

Las aerolíneas están demostrando una capacidad de innovación que para sí quisieran muchos otros sectores económicos. Si primero British Airways propuso a sus empleados trabajar un mes sin cobrar, ahora, una aerolínea de bajo coste china (también una irlandesa), propone como fórmula para abaratar el precio de los billetes y popularizar la utilización del avión, eliminar los asientos y sustituirlos por taburetes. Por supuesto no serían como los utilizados en tascas y tabernas, sino un diseño especial que incorporaría cinturones de seguridad.

Esta propuesta es un claro ejemplo de una de aquellas ideas brillantes que nunca será tomada en consideración, no por su naturaleza insólita, sino más bien por su timidez y falta de ambición. El gradualismo en los cambios es solo un síntoma de cobardía, y si uno presenta sus puntos de vista con poca convicción es improbable que nadie los tome en consideración. Estos señores, en lugar de anunciar tímidas reformas, deberían haber adoptado una actitud propia de revolucionarios y proclamar a los cuatro vientos su disposición a implantar en su compañía el modelo de negocio del metro de Tokio. De hecho, si lograran los permisos para poder llenar sus aviones como hacen los japoneses con sus vagones, no serían necesarias ni siquiera barras de sujeción, es más, incluso podrían sustituir los lavabos por orinales para atender la imprevisión o la incontinencia de los pasajeros.

Sin embargo no es la falta de gallardía el único obstáculo con el que tropezarán estos ejecutivos. Como bien dijo Jonathan Swift: "Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él". Las siempre envidiosas autoridades aéreas apelaran, con manifiesta mala fe, a unas normas teñidas de la estúpida convicción de que es necesario diferenciar entre el transporte de personas y el de ganado para oponerse a tan genial propuesta. Pero ese es el precio que deben pagar los pioneros: la incomprensión general, la burla de algunos descerebrados y el sabotaje de los envidiosos. Sería imperativo acabar con tanta absurda reglamentación y poner la gestión de todos nuestros asuntos en manos de esos incomprendidos visionarios, no sé si seriamos más felices, pero posiblemente nuestra infelicidad sería mucho más corta.

martes, 30 de junio de 2009

Pensiones

Si algunos bancos, cajas y asociaciones empresariales pusieran tanto empeño en arrimar el hombro en lugar de dedicar todas sus energías a meternos miedo, posiblemente las dificultades serían menos intensas y duraderas. Pero no, ellos en su miope codicia solo parecen interesados en ampliar sus beneficios trasladando la presión fiscal a las rentas medias y bajas. Solo parecen preocupados por reducir el importe de las indemnizaciones por despido y en fundamentar nuestro sistema tributario en impuestos indirectos, que son por definición, desproporcionadamente injustos, eso sí, con la ventaja de que hacen innecesarios los paraísos fiscales y con el inconveniente de que incrementan la desigualdad social.

Un nuevo informe, de dudosa objetividad y confeccionado por algún experto de declarada fidelidad económica e ideológica, ha visto la luz. Esta vez ha sido FUNCA (Fundación de Cajas de Ahorros) y el tema principal ha sido de nuevo nuestras pensiones. Estos señores proponen, sin ni siquiera tener la gentileza de regalar un bote de vaselina con cada copia del informe, ampliar la edad de jubilación hasta los setenta años e incrementar el periodo de cotización mínima, pasándolo de quince a veinticinco años. Y esto, dicho por los representantes de unas entidades que de forma sistemática han regulado sus plantillas prejubilando a empleados con cincuenta y dos años, resulta como mínimo grotesco. Ahora, cuando el gobierno empieza a cortar el grifo de esas prejubilaciones irracionales, imputadas a nuestros impuestos y aportaciones sociales, descubren la perentoria e inevitable necesidad no solo de reformar nuestro sistema de pensiones, sino también de dar entrada a la gestión privada. Propuesta, esta última, que en la Galilea del siglo I les hubiera supuesto la lapidación inmediata, especialmente después de haber logrado que los ahorros de miles de personas se evaporaran en cuestión de minutos.

Y todas estas reformas las plantean como si nuestro sistema público de pensiones fuera un dechado de generosidad, cuando la realidad es que comparándolo con otros modelos europeos resulta muy exigente. Por ejemplo, Francia solo exige doscientas horas trabajadas para tener acceso a la pensión mínima, Suecia tres años. En España son quince los años requeridos y eso solo te otorga el derecho al cincuenta por ciento de tu base reguladora, que está vinculada a los ingresos del trabajador (para el cien por cien se requieren treinta y cinco años). Nuestro país tiene además una exigencia muy perversa, y es que los últimos dos años cotizados deben de ser inmediatamente anteriores al hecho causante, por lo que si tienes la mala suerte de no tenerlos, da igual cuanto tiempo hayas cotizado, te quedas sin pensión. Así que nuestro sistema más bien se distingue por su mezquindad.

Las propuestas de estos señores solo parecen ir dirigidas a dejar a miles de trabajadores sin sus pensiones o reducir estas a la mínima expresión, para obligarnos a contratar seguros privados. Ellos saben perfectamente que los mayores de cuarenta y cinco años, junto con jóvenes y mujeres, es uno de los colectivos que más altas tasas de desempleo presenta y este, casi siempre, es de larga duración. Con sus propuestas muchas personas pueden quedar fuera del sistema de pensiones contributivas, incluso después de muchos años de cotización. La verdad no sé qué me jode más, que estos sinvergüenzas abusen de forma tan descarada o que nuestras calles en lugar de adoquinadas estén asfaltadas.

miércoles, 24 de junio de 2009

Generación Ni-Ni-Ni

Antes, a los jovencitos que se pasaban el día tumbados en el sofá y cuya única actividad era la de tocarse los huevos, se les calificaba, sin excesivas contemplaciones, de vagos redomados. Esa conducta no resultaba del todo inocua, ya que no solo comprometía el futuro de sus protagonistas, sino también la salud de sus padres. De hecho, la principal causa de hipertensión entre adultos con hijos adolescentes era tener un zombi incrustado en el sillón de la salita.

Sin embargo, a pesar del amplio consenso existente respecto a la clasificación de esos jóvenes, unos psicólogos y sociólogos bien dispuestos a pasarse la navaja de Occam por el arco del triunfo, en combinación con unos padres consentidores y una sociedad empeñada en dejar de llamar a las cosas por su nombre, les han puesto una nueva etiqueta. Estos chicos ya no son unos gandules recalcitrantes, sino miembros de una generación llamada Ni-Ni (Ni estudian - Ni trabajan). Esta clasificación resulta sorprendente no solamente porque da carta de naturaleza a esos chicos y los reafirma en su pasividad, sino porque al mismo tiempo desprecia el esfuerzo de miles de jóvenes, de todos los tiempos y lugares, que cada mañana se levantan tratando de tener una vida mejor, incluso cuando saben que el esfuerzo puede tener una magra recompensa.

Por supuesto que no estoy cuestionando el derecho de un joven a sentirse desalentado, desanimado o desorientado, hacerse adulto no es una tarea sencilla. Pero es que no estamos hablando de una crisis personal, ni siquiera de una situación de abandono temporal de los estudios o de un periodo de desempleo, no señor, estamos hablando de jóvenes que sin ningún rubor declaran estar dispuestos a no dar un palo al agua en su vida. En todo caso y como parece inevitable que esos jóvenes sean reclasificados, solo sugiero un pequeño cambio en la denominación, en lugar de Ni-Ni, deberían ser llamados Ni-Ni-Ni (Ni estudian - Ni trabajan - Ni tienen intención de hacerlo) o en su defecto que quienes les han puesto etiqueta a esos ñoños y encuentran excusas para su conducta deberían acogerlos en sus casas una temporada, a ver si después de meses de soportar su indolencia y sus reiteradas peticiones de dinero para alimentarla, se dejan de hostias y vuelven a la explicación más sencilla y al viejo concepto de vagos redomados.

miércoles, 10 de junio de 2009

Año Mariano

Debemos reconocerlo, Rajoy es inasequible al desaliento, unas horas después de ganar las elecciones europeas, con una abstención cercana al 60% y por una diferencia de dos diputados, ya se siente, al fin, líder de su partido y por supuesto del país entero. ¿Realmente existe motivo para tanto entusiasmo? Para contestar a esta pregunta deberíamos abandonar los límites del ombligo del Sr. Rajoy, de su equipo político y sus querubines mediáticos para tratar de encontrar una perspectiva más amplia y menos interesada.

Rajoy siempre apostó por utilizar las elecciones europeas como instrumento para refrendar su liderazgo y este objetivo político ha condicionado el discurso electoral, que ha sido realizado en clave nacional, extendiendo de forma automática una victoria en las europeas a un futuro triunfo en España. Esta sencilla fórmula ha sido un eficaz acicate para que un electorado, tradicionalmente euroescéptico acudiera a las urnas. Lo que no está tan claro es porqué decidió regalar un triunfo electoral al sector más radicalizado del PP escogiendo a Mayor Oreja como cabeza de lista, en detrimento de otros candidatos con perfiles más moderados o de su confianza. Quizá fue la oportunidad para hacer desaparecer de la escena política a un personaje incómodo y ya de paso tratar de aislar a Esperanza Aguirre de quienes podrían ser, por naturaleza ideológica, sus aliados más probables.

Pero todo este andamiaje político no ha conseguido eliminar la vulnerabilidad del secretario general del PP, ya que su principal debilidad, la falta de arraigo territorial, persiste. A diferencia de Esperanza Aguirre que es “propietaria” de los votos obtenidos en Madrid, Mariano Rajoy vive de prestado. Su liderazgo y resultados electorales dependen de la lealtad de los barones regionales y esta necesidad le ha obligado a salir en defensa de personas implicadas en tramas corrupción. Y si bien sus fieles simpatizantes y entregados votantes comparten con él el juicio exculpatorio de las urnas, quizá el resto de ciudadanos tengan otra opinión diferente respecto al funcionamiento de la justicia y del auto otorgamiento de perdones.

Además si comparamos los resultados obtenidos por otros partidos conservadores en Europa, estén o no gobernando en sus respectivos países, podremos comprobar como las diferencias porcentuales respecto a los principales partidos socialistas europeos dejan en entredicho los 3,5 puntos logrados por Mariano Rajoy. Así que por mucho que se desgañiten desde calle Génova reclamando una futura victoria electoral, esta no está tan clara ni es tan previsible como pretenden hacernos creer. Ya se verá si las elecciones europeas marcan el inicio del año Mariano o solo son uno de esos chutes de adrenalina tan necesarios y habituales en política. A pesar de todo, si los chicos del PP quieren celebrar esta victoria por todo lo alto, que lo hagan, pero que no se olviden de invitar a Pirro, así la lista de triunfos y expectativas no solo estará completa, sino que también será realista.

jueves, 4 de junio de 2009

La fuerza de la naturaleza

Últimamente cuando leo alguno de esos artículos que hablan de la crisis económica y el futuro impacto que tendrá en nuestras vidas, tengo la impresión de estar leyendo un parte meteorológico o una de las cuartetas de Nostradamus. Sus autores plantean nuestro futuro económico y social en unos términos que parecen referirse a fuerzas desatadas de la naturaleza, como si tratáramos con fenómenos inevitables y que escapan a nuestro control, como un terremoto o un huracán ante los que solo nos resta rendirnos y resignarnos.

Pese a estas opiniones, la economía ni es un fenómeno natural, ni un ser superior con vida propia. Ni por supuesto los seres humanos somos vasallos condenados a vivir sometidos a sus caprichos y designios. La economía, y disculpad la obviedad, es una actividad humana que no solo puede ser regulada, sino también conducida a unos objetivos concretos. Tan solo es necesario definirlos y por supuesto mostrar la voluntad política necesaria para alcanzarlos. De hecho esos autores no parecen recordar, o no quieren hacerlo, que la actual crisis económica es justamente el resultado de esa posibilidad de moldear nuestro entorno económico. Desde Reagan, quien inició su mandato eliminando gran número de leyes anti-monopolio, hasta el Tratado de libre comercio, tenemos muchos ejemplos de instrumentos jurídicos puestos al servicio de unos principios ideológicos que pretendían crear las actuales condiciones socio-económicas.

Por otra parte, tampoco se puede explicar el nivel de descontrol al que ha llegado el sistema capitalista como consecuencia de la ausencia de un antagonista ideológico desde la caída del muro Berlín, este hecho lo único que estableció fue el unilateralismo de los EEUU, pero como acontecimiento histórico, no supuso ni el triunfo ideológico del capitalismo ni la desaparición de otras opciones. Además, muchas personas que nos consideramos de izquierdas nunca tuvimos en Moscú, esa dictadura teñida de rojo, una referencia ideológica. Ahora supongamos que esta mañana al salir de casa nos ha caído una maceta en la cabeza o que aún no hemos hecho la buena obra del día y damos por buena esta teoría. Después de veinte años desde la caída del dichoso muro la batalla ya no es solamente entre la izquierda y la derecha, sino entre quienes pretenden recortar nuestros derechos devaluando la calidad de nuestras democracias y quienes creemos que nuestras libertades y nuestro bienestar social son principios irrenunciables sea cual sea la amenaza, y sobretodo, que las decisiones las toman los ciudadanos y no los consejos de administración.

Aquí lo único inevitable, además del viento y de la lluvia, es la cara que le echan algunos, que aprovechando el miedo, la inseguridad y el desempleo de millones de personas pretenden dar un nuevo giro de tuerca a su codicia. Lo peor de todo es que esos tipos con sus planteamientos pretenden reducirnos a irrelevantes y prescindibles marionetas, escribiendo nuestros destinos al son de sus intereses. Deberían recordar, como grandes defensores que son de la propiedad privada, que el futuro y la esperanza son las posesiones más valiosas que tenemos y estas son inalienables.

domingo, 31 de mayo de 2009

Internados: ¿El fin de la inocencia?

No es necesario citar el informe, todos hemos conocido como los internados públicos irlandeses eran gestionados por la Iglesia Católica de forma brutal y perversa. Los malos tratos y los abusos sexuales, fueron hasta los años ochenta moneda común en esos centros. Muchas mujeres y hombres posiblemente quedaron marcados por la acción de unos incontrolados que contaron con la complicidad de la jerarquía eclesiástica y la indiferencia de las autoridades políticas. Esos tipos fueron afortunados porque sus instintos encontraron refugio en una organización que no solo ignoró sus actos, sino que también los encubrió y esta combinación de indiferencia e impunidad alimentó y alentó sus instintos depredadores.

Sería demasiado sencillo despachar la cuestión remitiéndonos al poder e influencia que la Iglesia tiene y tenía en la sociedad irlandesa. Pese a que estos actos fueron protagonizados por individuos concretos, sus acciones estaban excesivamente arraigadas y extendidas en el espacio y en el tiempo para ser explicadas simplemente como desviaciones puntuales de unos desaprensivos. Ese informe no solo es una historia de perversión y brutalidad, ante todo es una narración sobre la soledad y la indefensión. Estos hechos no tuvieron lugar en internados de clase alta o media, donde los niños tenían tras de sí, al menos formalmente, una familia que se preocupaba de ellos y de su bienestar, sino en aquellos lugares donde la pobreza, el abandono y el desamparo, se concentraban y se traducían en niños desvalidos y desprotegidos, fácilmente accesibles a los excesos físicos y psicológicos de quienes eran los responsables de su educación. Y está es una más de las muchas crónicas negras de la Iglesia Católica, muy común en aquellas naciones, y España fue el mejor ejemplo, donde el poder de esa institución transcendía lo divino e imponía a toda la sociedad su código moral, el cual consideraba a muchos de esos niños hijos del “pecado”, no solo responsables de la supuesta conducta "desviada" de sus padres, sino también la carne sobre la que se haría penitencia. Y es esta retorcida lógica determinista la que seguramente justificó los excesos y la indiferencia de las autoridades civiles.

Ahora yo me pregunto, desde mi pobre condición de anticlerical, ya hace tiempo condenado al fuego eterno, porqué el arzobispo Cañizares comparando los hechos revelados en el informe irlandés, les resta importancia y considera que el aborto es mucho peor que el abuso sexual de niños; quizá piense que un pederasta, por el simple hecho de llevar sotana lo es menos, o puede que considere que los pecados propios siempre han de ser juzgados con más indulgencia que los ajenos. Sea cuales sean sus motivos, debería tranquilizarse, ya que por desgracia, con aborto o sin él, el flujo de niños abandonados e indefensos nunca cesará y siempre habrá alguno disponible y al alcance de una bestia.