martes, 8 de diciembre de 2009

Neutrales e inmaculados

La civilizada, inmaculada y neutral Suiza, tierra de valles y cumbres de nieves tan blancas como la virtud que sus bancos conceden al dinero que reposa en el sueño de los justos y del anonimato. El país de Guillermo Tell, Heidi y los Rolex nos ha dado a todos una lección de cómo se conservan las tradiciones y la homogeneidad del paisaje. Nos han enseñado, con un solo referéndum, cómo perder la neutralidad, al menos de puertas para adentro, sin ni siquiera despeinarse.

Debemos reconocer que estos suizos no solo son muy suyos, sino también muy hábiles. Han logrado pasar por la historia de punta en blanco, sin que la sangre que bañó nuestra desgastada casa llamada Europa, les salpicara. Durante la segunda guerra mundial, en un gesto que dejó patente su imparcialidad, dieron refugio al dinero, sin importarles si el titular era un verdugo o una víctima. Esos años negros fueron para esta nación tiempos dorados de abundancia y prosperidad. Mientras los ejércitos aliados se desangraban tratando de llegar a Berlín y acabar con la bestia nazi, sus fábricas, que no podían ser bombardeadas, producían armas para el agonizante Reich de los mil años, contribuyendo con su neutral esfuerzo a prolongar la guerra y ya de paso la muerte de cientos de miles de personas. Acabada la guerra nadie les exigió responsabilidades, ni siquiera cuando en un ejercicio de descarnado cinismo o de exceso de celo, exigieron a los supervivientes de los campos de exterminio certificados de defunción que acreditaran la muerte de los titulares de las cuentas. Trámite sencillo, bastaba con volver a Mauthausen o a Auschwitz y escarbar entre las cenizas para que los legítimos herederos pudieran recuperar sus patrimonios.

Así que nadie debería sorprenderse cuando esta nación, acostumbrada a vivir en un permanente estado de duplicidad moral, vota con toda la naturalidad del mundo y sin inmutarse, prohibir los minaretes en su país. Esa es una de las muchas ventajas de ser neutrales y refugio de capitales, puedes hacer lo que te de la gana y encima hacerlo en olor de santidad.

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