sábado, 28 de febrero de 2009

Todo quedará en nada

-Todo quedará en nada- dice Rajoy. Y con estas palabras ha resumido perfectamente la convicción de muchos ciudadanos. No porque seamos apasionados y fervientes defensores de la presunción de inocencia, es difícil mantenerse fiel a ella cuando las evidencias te muerden el culo, sino porque en este país lamentablemente nos hemos acostumbrado a la aparente impunidad de quienes pueden financiarse abogados y largos procesos. Esto no significa que los ciudadanos no hagamos nuestros juicios paralelos. Acostumbrados como estamos a las carencias narrativas de la justicia, dictamos nuestras propias sentencias y estas, pese a su naturaleza “amateur”, suelen revestir gran severidad y contener un gran defecto de fondo, la generalización. Si bien es cierto que hay políticos corruptos, más de uno ya son demasiados, también hay muchos otros honestos y con una gran vocación de servicio.

El “Señor de los Hilillos” y su equipo deben pensar que el coste político de dilatar el proceso, ignorando las evidencias e insultando la inteligencia de los ciudadanos, será menor que asumir la responsabilidad y cesar a quienes se han enriquecido de forma ilícita aprovechando sus contactos y responsabilidades públicas. Y esto a largo plazo es un grave error, porque sus trucos de trileros no perjudican solo al PP, sino que acaban deslegitimando el sistema democrático y socavando la confianza de los ciudadanos en sus representantes. Aunque quizá sí se den cuenta y simplemente les traiga sin cuidado, siempre y cuando ellos puedan salvar los muebles. Porque si una cualidad tiene la breve historia política del PP es que ha convertido la negación de la evidencia, las conspiraciones y el insulto, en los instrumentos básicos para gestionar sus problemas internos y externos.

Rajoy anda muy inquieto últimamente, es natural perder los nervios cuando en la habitación de al lado oyes como tus compañeros afilan los cuchillos. Y para él este fin de semana y el resultado de las elecciones gallegas será trascendental, porque necesita desesperadamente ganarlas. Primero para acallar a sus opositores internos y segundo para apelar al “juicio de las urnas” y así reforzar su estrategia negacionista y conspiratoria, como ya hizo hace unos días ese presidente valenciano que parece no poder vivir sin su sastre, ya que le llamó hasta ocho veces seguidas mientras el amedrentado artesano declaraba ante un juez de la Audiencia Nacional, se le habrían roto los bolsillos, digo yo.

Lo realmente interesante será qué pasará si los “maricones y maltratadores” del BNG y el PSOE repiten su mayoría. Entonces, posiblemente el “Comité de salvación nacional” constituido permanentemente en calle Génova, acabe convertido en el “Comité de sálvese quien pueda” y entonces seremos testigos de un nuevo milagro, Ruiz Gallardón, el Mesías de Las Rozas andará sobre las aguas del Manzanares para salvarnos a todos. Eso si la Espe no le lanza algún informe desde la otra orilla.

martes, 24 de febrero de 2009

Show must go on

Una mujer inglesa, antigua concursante de Gran Hermano, ahora enferma terminal, ha decidido vender sus últimos días de vida a un canal de televisión. No cuestiono el derecho de esta mujer a morir como prefiera, ni siquiera a tratar de obtener un beneficio económico de su sufrimiento. Sin embargo, algunas decisiones tienen trascendencia y pueden establecer antecedentes indeseables, especialmente cuando hechos tristes y dolorosos corren el riesgo de ser frivolizados y mercantilizados por el expeditivo método de transformarlos en un circo mediático.

Quizá en esta mujer concurra una circunstancia excepcional, como es que haya salido del anonimato y posiblemente de la pobreza gracias a un programa televisivo, donde gana quien es capaz de pasarse días enteros sin hacer nada y no sufrir un derrame cerebral. Y supongo que esta forma, aparentemente sencilla de engrosar la cuenta bancaria, puede generar dependencia. Aunque también la “popularidad” que procura debe contribuir a que las personas se enganchen a una forma de vida en la cual el único valor de intercambio son las miserias humanas. Y de hecho, esto casi todos lo sabemos, tener miserias y desventuras no requiere un excesivo esfuerzo, ya que casi siempre vienen por si solas.


Si esta mujer tiene necesidad de trascendencia, de dejar su impronta en esta vida, también está en su derecho, pero que escriba un libro, plante un árbol o se tire a un ministro y deje las cosas importantes para quienes viven sin vender su propio padecimiento o el de un ser querido. La prudencia o en su defecto el sentido común nos dice que no es muy adecuado remover el dolor de nadie ni trastear con sus lágrimas, pero esta premisa básica es ignorada cuando el sufrimiento encuentra justificación en una calculadora y las cadenas de televisión captan anunciantes dispuestos a pagar por interrumpir las naúseas -la quimioterapia es así de cabrona- mientras tratan de vendernos compresas, coches o refrescos.

Puede que alguien avispado vea en los ojos de alguno de los hijos de esta mujer el desconcierto y el miedo ensombrecidos por el guión del programa y decida apagar el televisor. En cambio otros se reconciliarán con su naturaleza humana cuando se emocionen con los comentarios del presentador; esto es lo que tiene la tele, las tragedias sólo son reales si son televisadas. Quizá mis palabras puedan parecer poco compasivas, es cierto, es resultado de no ver la tele, el corazón se endurece.

domingo, 22 de febrero de 2009

Antonio Machado † 22 febrero de 1939

Retrato

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;
mas recibí la flecha que me asignò Cupido
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñò el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansiòn que habitò,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

jueves, 19 de febrero de 2009

¡ Y dale con el átomo!

Lenta pero de forma constante el átomo se abre camino. Según una encuesta los ciudadanos europeos, preocupados por el cambio climático, cada vez son más partidarios de utilizar la energía nuclear. Sus defensores sostienen que las centrales nucleares son la única solución capaz de conciliar nuestras necesidades energéticas con la preservación del medio ambiente. Y como casi siempre ocurre cuando importantes intereses económicos están en juego, este es un debate sesgado y cargado de intenciones, en el cual, los hechos se soslayan y nos escatiman detalles importantes a los ciudadanos, algo que nos impide formarnos una opinión objetiva sobre la cuestión.

Seguramente sea cierto que una central nuclear emite pocos gases de efecto invernadero. Sin embargo, si contemplamos la energía nuclear en su conjunto, desde la extracción del uranio, la construcción de la central, el almacenamiento de residuos y posteriormente el desmontaje de la central cuando ha terminado su vida útil, el resultado final no es tan favorable para el medio ambiente. Y la lista de “virtudes” ecológicas de esta energía no acaba aquí, porque debemos sumar otras cuestiones como son: la contaminación del agua en el procesamiento del uranio, la muerte de trabajadores provocada por su manipulación, los altos costes de descontaminación en caso de accidente y cómo no, aprovechando el manido argumento acerca de nuestra seguridad, no debemos menospreciar los gastos asociados a su custodia para evitar que el uranio enriquecido pueda ser utilizado con fines terroristas.

Una vez repasadas solo algunas de las “ventajas” de la energía nuclear, los supuestos beneficios medioambientales desaparecen y evidencian lo que realmente representa esta energía: un peligro para la humanidad. Además, deberíamos preguntarnos cuántas centrales nucleares sería necesario construir para atender la futura demanda energética y durante cuánto tiempo las reservas de uranio podrían sostener la producción, teniendo en cuenta que las reservas de uranio no son comparables cuantitativamente a las de petróleo. (Se estima que las reservas de uranio son suficientes para abastecer a las 450 centrales actuales durante un periodo de 25 a 80 años, eso siempre y cuando la demanda se mantenga en los actuales niveles).

La Unión Europea no solo tiene un serio problema energético, sino también de transparencia y ambas carencias tampoco son una novedad. Nuestro modelo de consumo energético es insostenible, no solo por las consecuencias medioambientales, sino también por un hecho de sobra conocido: la fuente primaria sobre la que se sostiene nuestro modelo de desarrollo se agota, al menos como recurso barato y fácilmente accesible. Por lo tanto es necesario e inevitable comenzar a perfilar un nuevo modelo energético que no solo atienda la creciente demanda de energía, sino que también tenga un reducido impacto medioambiental. Las renovables pueden ser el instrumento para iniciar el tránsito hacia esa nueva forma de relación con la energía, la cual pasa también por racionalizar su uso, incrementar la eficiencia y el ahorro. Posiblemente en este periodo las energías renovables deban contar con el apoyo de otras fuentes no renovables, pero simplemente como soporte mientras se generaliza su uso y las carencias técnicas son resueltas.

Sin embargo, a pesar de tener la tecnología, los recursos humanos y una buena acogida entre la opinión pública, lo que para algunos son claramente molinos de viento, para otros son solo gigantes. Y cuando preguntamos cuales son las “insalvables” dificultades técnicas que impiden su implantación y generalización, las respuestas, por lo general, son tan absurdas y peregrinas, que es lícito sospechar que tanto escollo jurídico, político y económico responda a motivos sin ninguna relación ni con el bien común, ni con el medio ambiente. Sino únicamente con los intereses del oligopolio energético, empeñado en no perder el control de la producción y más cuando una de las virtudes de las energías renovables es su flexibilidad. Es tan posible construir un gran parque eólico, como instalar una turbina que cubra las necesidades de un hogar. Permitiendo a los consumidores ser a la vez productores y conformando de esta manera un sistema de producción descentralizado, con muchas pequeñas fuentes de producción. Y esto no son buenas noticias para las multinacionales, así que al final uno llega a la conclusión de que el debate no guarda relación con el átomo, sino con el viejo cuento del Rey Midas. Algunos alquimistas de las finanzas se han empeñado en transmutar, como antes hicieron con el petróleo, el uranio en oro.

Foto: Monumento Héroes Chernobyl.

martes, 17 de febrero de 2009

Difendila !

Si algo tiene de particular el cartel que acompaña a esta entrada, es la combinación de dos elementos de naturaleza muy visceral: la violencia contra las mujeres y la raza de quien la ejerce. Alguien pensará, acertadamente, que esa representación solo responde a un contexto muy concreto, la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo esa efectista combinación propagandística propia de tiempos de guerra parece mantener hoy en día un alto efecto social o al menos así lo ha interpretado el alcalde neofascista de Roma, quien sin pruebas y resucitando antiguas consignas de la República de Saló, señaló a los gitanos como responsables de la violación de una menor. La protección de las mujeres del exceso de los invasores ha sido siempre un argumento muy recurrido para llamar a las naciones a la resistencia. Y si bien es cierto que la soldadesca cuando se pone a invadir puede llegar a comportarse como un grupo de auténticos salvajes , no es menos cierto que con mucha más frecuencia el agresor de una mujer convive con ella o pertenece a su círculo de familiares, amigos o conocidos.

Si la afirmación de este político fuera solo un despropósito aislado e instintivo, resultado de unos prejuicios ideológicos, posiblemente podríamos ignorarlo. Pero este intento de instrumentalizar un acto delictivo, para identificar a todo un colectivo con la delincuencia, no es el resultado de una manifestación espontánea, sino un acto de racionalidad y cálculo político enmarcado en una estrategia premeditada y cargada de intencionalidad. Los inmigrantes están siendo señalados e identificados como los responsables de todos los males del país y de todas sus carencias. Una parte importante de la clase política italiana, cuestionada y desacreditada por la corrupción y la red de complicidades derivadas de su relación con la mafia, se ha lanzado al monte en un intento de distraer a la opinión pública, sin importarle en exceso las consecuencias, porque estás servirán para retroalimentar y fortalecer su discurso racista.

Sería un error pensar que esta estrategia es un problema única y exclusivamente italiano. En todas las ciudades europeas existen barrios deprimidos, golpeados duramente por la crisis y en grave riesgo de fractura social, sometidos a fuertes presiones políticas y económicas, donde los discursos de naturaleza racista se pueden instalar con mucha facilidad y más cuando hay oportunistas sin escrúpulos dispuestos, por un puñado de votos, a inflamar las relaciones entre comunidades y vecinos. De todos es sabido que provocar un incendio es muy sencillo, un niño con una cerilla es suficiente para desatar el caos, otra cuestión es luego apagar el fuego. Y a todo esto la izquierda, italiana o no, parece cautiva y desarmada, incapaz de articular un discurso político que excluya a oportunistas y pirómanos de la vida pública.

viernes, 13 de febrero de 2009

Mariano José de Larra † 13 de febrero de 1837

Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido; encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días: fuimos.
-Vuelva usted mañana -nos respondió la criada-, porque el señor no se ha levantado todavía.
-Vuelva usted mañana -nos dijo al siguiente día-, porque el amo acaba de salir.
-Vuelva usted mañana -nos respondió al otro-, porque el amo está durmiendo la siesta.
-Vuelva usted mañana -nos respondió el lunes siguiente-, porque hoy ha ido a los toros.
-¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y Vuelva usted mañana -nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio.
A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.
Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.
Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país.
No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola; y el sombrerero, a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.
Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!
-¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? -le dije al llegar a estas pruebas.
-Me parece que son hombres singulares...
-Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.
Presentóse con todo, yendo y viniendo días, una proposición de mejoras para un ramo que no citaré, quedando recomendada eficacísimamente.
A los cuatro días volvimos a saber el éxito de nuestra pretensión.
-Vuelva usted mañana -nos dijo el portero-. El oficial de la mesa no ha venido hoy.
-Grande causa le habrá detenido -dije yo entre mí. Fuímonos a dar un paseo, y nos encontramos, ¡qué casualidad! al oficial de la mesa en el Retiro, ocupadísimo en dar una vuelta con su señora al hermoso sol de los inviernos claros de Madrid.
Martes era el día siguiente, y nos dijo el portero:
-Vuelva usted mañana, porque el señor oficial de la mesa no da audiencia hoy.
-Grandes negocios habrán cargado sobre él-, dije yo.
Como soy el diablo y aun he sido duende, busqué ocasión de echar una ojeada por el agujero de una cerradura. Su señoría estaba echando un cigarrito al brasero, y con una charada del Correo entre manos que le debía costar trabajo [acertar] el acertar.
-Es imposible verle hoy -le dije a mi compañero-; su señoría está, en efecto, ocupadísimo.

"Vuelva usted mañana" 14 de enero de 1833.

jueves, 12 de febrero de 2009

El secreto de una larga vida

Una mujer china decidió a los ciento siete años buscar novio. Y esto me ha hecho reflexionar, no porque dude de sus posibilidades de tener éxito en la búsqueda, la vida nos enseña que siempre hay un roto para un descosido, sino porque ahora no sé cual es la clave de la longevidad, si el optimismo o la indecisión. Yo siempre hubiera apostado por el optimismo, dicen que sonreír estimula el sistema inmunológico, pero después de constatar que una persona es capaz de pasarse casi un siglo dudando y vivir para arrepentirse, ya no estoy tan seguro.

Quizá la clave para engañar a la biología y ya de paso de demorar nuestro destino, no pase por las vitaminas, ni por resoplar en un gimnasio, ni siquiera por las manos de un cirujano, sino por algo tan simple y tan humano como es confundirlo con nuestras dudas, anclar y hacer girar nuestra vida en torno un instante pasado, a una decisión nunca tomada, a un deseo sin realizar o en un arrepentimiento. Quizá la longevidad resida en poner nuestros sentidos en hibernación mientras esperamos, como Penélope, el retorno del rey o de un momento mágico que conciliará nuestros deseos con la realidad. Así mientras soñamos con una vida o moldeamos un día tras otro nuestras existencias, como si fueran bloques de arcilla, el barquero no reparará en nosotros, confiado en que nuestro aprendizaje, bueno y malo, malo o bueno nos acabará llevando hasta él.

Aunque seguramente estoy equivocado y el secreto resida en la fe de quienes en su ciega pasión son capaces de mantenernos con vida incluso cuando ésta solo es un leve chispazo eléctrico en nuestro cerebro. Cuando nuestros cuerpos permanezcan inmóviles y nuestra conciencia los haya abandonado, la fe seguirá sosteniendo nuestra presencia en este mundo contra todo pronóstico biológico o médico. Podemos soñar con tener una larga vida, pero debemos tener cuidado, a veces los sueños de la razón producen monstruos y los de la fe, vilezas.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Caleidoscopio (La furia de Goliat)

Por Claudia.

Coincido totalmente contigo, da miedo ver cómo las víctimas del terror pueden repetir la Historia convirtiéndose en verdugos, qué libremente se reparte dolor, se mata impunemente en nombre de la autodefensa de un pueblo que, sistemáticamente, lleva desde 1967 incumpliendo, una tras otra, todas las resoluciones que aprueba una inoperante ONU.

Por Alex.

Nunca seis millones de muertos habían rendido tantos beneficios a ninguna sociedad, el credo judío lleva beneficiándose de ello desde 1945, ¿Hasta cuando la humanidad al completo va a estar en deuda con ellos? ¿Somos todos responsables de lo que decidiera hacer el Tercer Reich? Yo creo que ya está bien, que ya va siendo hora de abrir los ojos y protestar ante la barbarie que Israel está llevando a cabo en Gaza y Palestina. Invaden, arrasan, asesinan a niños, desplazan, destruyen hogares, tierras, recursos, detienen a inocentes… todo para defender un territorio que no les corresponde por derecho, un territorio ocupado por tribus árabes desde tiempos inmemoriales y que poco a poco desde aquellas diásporas de principios del 1100 fueron desplazadas por ocupantes judíos. He paseado por las fronteras Jordana y Los Altos del Golán, he estado en ante los campos minados que siguen activos para que nadie ose penetrar, he sufrido el asedio y los controles de las patrulleras Israelies en Akaba y me he sentido intimidado por la exageración de fuerzas militares en esa frontera. Por supuesto nadie que lleve un sello o visado en su pasaporte por haber visitado países árabes puede después visitar Israel, tampoco pienso hacerlo nunca.La destrucción sistemática de la sociedad y la cultura Palestina no se aleja mucho de la destrucción sistemática de la "raza" judía llevada a cabo en la Alemania nazi. ¿Es hora de reconsiderar a las victimas del holocausto y equipararlas a las victimas Palestinas para pasar a considerarlas daños colaterales?

martes, 10 de febrero de 2009

The War Lord

El amigo Ansa se ha quedado nuevamente sin medalla. Primero fue el Congreso quien desestimó su deseo de ser condecorado, ahora, su buen amigo Bush, lo ignora mientras premia a “tres fuertes aliados”: Blair, Uribe y Howard. Posiblemente la famosa foto de las Azores solo fue un exotismo histórico. Ignorar al Sr. Aznar no sabemos si fue un desliz de quien olvidó accidentalmente la relevancia de un aliado o un descuido intencionado de quien recordaba perfectamente la irrelevancia del mismo. Aznar, gracias a sus reiterados y extravagantes intentos, se ha ganado declaración tras declaración, el desprecio de muchos y el olvido de casi todos. Él es la demostración palpable y dolorosa de un axioma: el temple de un líder, y también el de cualquier persona, no se revela en los triunfos, sino en las derrotas.

Ahora, en otra de sus disparatadas propuestas, sugiere que Israel forme parte de la OTAN. Su ardor guerrero parece insaciable y posiblemente tiene un origen patológico. No solo quiere dar la posibilidad a Israel de invocar el derecho a ser asistido por sus aliados, sino también a que estos se vean implicados en operaciones de exterminio contra civiles indefensos. Por alguna razón, más relacionada con la psiquiatría que con la política, este frustrado Señor de la Guerra necesita transformar el mundo en un polvorín. Demostrar a esos malditos infieles que él la tiene más larga y ya de paso convertir el planeta en un campo de batalla donde dirimir de forma definitiva la supremacía cultural de una civilización sobre otra.

Sus argumentos y teorías políticas son ridículas y añadiría que esperpénticas, si no fuera porque temo que Valle-Inclán se levante de su tumba y me de dos hostias bien dadas por mezclar literatura con estupidez. Si tantas ganas de acción y de sangre tiene, puede cambiar de profesión y ofrecer sus servicios como soldado de fortuna, Blackwater necesita gente como él, dispuesta a disparar a insurgentes o a arrasar aldeas, da igual si están llenas de niños y mujeres, lo importante es que corra la sangre.

viernes, 6 de febrero de 2009

Memorias de un moribundo (al menos durante unos días)

Todo empezó el sábado pasado. Cuando me desperté el mundo había cambiado, estaba sumergido en la oscuridad y en el silencio, el aire parecía pesado y húmedo. La cabeza me daba vueltas, notaba un frío intenso. Eso me extrañó porque recordaba claramente haber dejado la calefacción encendida la noche anterior. No sabía dónde me encontraba, ese paisaje oscuro no me resultaba familiar, quizá sin saberlo, sufría de sonambulismo y uno de mis recorridos nocturnos había acabado en otra habitación y en otra cama (aconsejo no utilizar esto nunca como excusa, garantizado, no funciona). Podía ser incluso que mi cuerpo hubiera sido trasladado a uno de esos mundos paralelos como consecuencia de algún experimento fallido. Y en ese momento, primero lentamente y luego como un estallido, la verdad se me reveló y con el descubrimiento de mi situación llegaron los escalofríos.

He de decir en mi favor que en todo momento mantuve la calma y acepté con resignación mi aciago destino. Esperé, ya solo faltaba un detalle en aquella lóbrega composición, la voz de Jennifer Love Hewitt pidiéndome que fuera hacia la luz. Una hora después el escenario y el actor eran los mismos, la Hewitt no aparecía, los escalofríos eran más intensos y las puñeteras lumbares me indicaban que quizá el juicio sobre mi situación podía haber sido algo precipitado. Así que decidí buscar el interruptor de la luz y ¡mira por dónde! estaba en el lugar de siempre y por supuesto, al accionarlo descubrí que continuaba en mi habitación. Una vez descartado lo paranormal solo me quedó la posibilidad de lo normal, algo por otra parte, bastante decepcionante si tenemos en cuenta las expectativas.

Entonces mi analítica, pero a veces errada mente, se puso nuevamente en funcionamiento y en poco tiempo hallé una respuesta plausible a mi estado. Sufría una enfermedad de carácter infeccioso. Una vez llegado a este punto, el hipocondriaco que llevo dentro analizó meticulosamente los síntomas y de forma científica descartó todas las posibilidades hasta alcanzar un diagnóstico incontestable e impecable: estaba siendo víctima de un brote de peste bubónica atípica. La ausencia de bubones en mis axilas indicaba claramente su naturaleza atípica. Cierto es, aunque irrelevante, que más tarde el médico afirmó también sin ningún género de duda, que solo tenía gripe (que sabrá ella de enfermedades medievales) y guiada por su erróneo diagnóstico me aconsejó guardar cama, hidratarme y tomar ibuprofeno, el cual, por pura casualidad (y esto alguien debería estudiarlo) resultó ser mano de santo para aliviar los síntomas de la peste.

Estos días y el alivio pasajero del ibuprofeno me han permitido, no solo preparar las excusas pertinentes en el caso de que sonara el timbre de mi puerta (a mí no me pillan desprevenido como a Woody Allen), sino también reflexionar sobre la dura condición de ser hombre cuando se está enfermo y lo injustamente que somos tratados. Durante ese duro trance somos testigos de las crueles sonrisas de guasa de nuestras compañeras y amigas mientras tratamos de explicarles nuestro terrible malestar y el más que probable fatal desenlace de nuestra enfermedad. Digo yo que tampoco cuesta tanto disimular un poco y seguirnos la corriente durante unos días, sin ir más lejos, mi abuela nunca puso en duda ninguno de mis precisos autodiagnósticos. También es verdad que no se cortaba un pelo a la hora de reírse, eso sí siempre lo hacía fuera de la habitación y no en mi cara. Creo que no son conscientes de que en esos momentos nuestros toscos corazones y rudos modales desaparecen para dejar paso al niño que todos llevamos dentro. Y en esta lógica es injusto y desproporcionado que se nos califique de poco sufridores, quejicas, llorones y flojos, solo porque nuestra constitución física y psicológica provoque una amplificación de los síntomas de nuestra enfermedad.

Ah sí, lo olvidaba, el brote de peste bubónica, mal llamada por algunos gripe, que he padecido estos últimos días debió de ser una variante muy leve, porque ya me encuentro mucho mejor. Gracias a la naturaleza y no a la comprensión de quien yo me sé, puedo contarlo. Y desde aquí lanzo una advertencia que puede incluso ser interpretada como una amenaza: el día que te pongas de parto, espero que sean quintillizos, bueno, ahí me he pasado, vamos a dejarlo en trillizos pero muy cabezones. Prepárate, porque estoy dispuesto a hacer desaparecer todas las epidurales del hospital donde vayas a parir, ¡bueno vamos! ni aspirinas van a quedar en la farmacia, a ver quien se ríe entonces.

lunes, 2 de febrero de 2009

El espía que surgió de la inmundicia

La ambición y la arrogancia tienen en las cloacas el mismo efecto que las lluvias intensas, a veces las hacen rebosar y la inmundicia es expulsada a borbotones y es entonces cuando la realidad desnuda, desprovista de cualquier artificio y fingimiento muestra toda su vileza. La trama de espionaje del gobierno de Esperanza Aguirre ha tenido las mismas consecuencias que tendría una lluvia torrencial sobre un alcantarillado deficiente. No solo ha dejado a la vista el verdadero entramado de un gobierno aparentemente monolítico y armónico, sino que también ha puesto en evidencia los endebles cimientos en los cuales se sustentaba el liderazgo de su presidenta.

No es nada extraordinario que la composición de un gobierno trate de reflejar las “sensibilidades” ideológicas más representativas de la organización política que lo sustenta. Lo preocupante y seguramente una de las principales causas de la desconfianza de los ciudadanos, es que esta composición y su programa político solo sean una excusa ideológica para convertir a la administración pública en una fuente de ingresos y favores o en una fábrica legislativa al servicio de intereses privados. Posiblemente las miserias internas del gobierno de Esperanza Aguirre nunca hubieran visto la luz si la crisis económica no hubiera reducido el pastel y la ambición de la presidenta no sufriera de bulimia. Pero la ambición nos ciega y el poder nos atonta hasta hacernos creer que todo está a nuestro alcance y el precipitado intento de controlar Caja Madrid, es un ejemplo de la desmedida estupidez de la presidenta y del volumen de sus hipotecas políticas. Ha sido una apuesta muy arriesgada y seguramente la peor de las ideas. Sin embargo los posibles beneficios parecían justificar sobradamente los riesgos, quien controlara a la entidad no solo controlaría una importante fuente de financiación del PP, sino también la concesión de créditos a empresas y con este instrumento financiero a su disposición hubiera podido compensar en parte una de las principales carencias políticas de Esperanza Aguirre, la inexistencia de una red de favores y complicidades fuera de la comunidad madrileña.

Independientemente de su nivel de conocimiento de las tramas de espionaje ella es la gran perdedora y responsable política. Si conocía su existencia, por haberla consentido y si la desconocía, por no controlar ni saber poner orden en su gobierno. Por un motivo u otro sus opciones políticas se han reducido, quien era la gran esperanza de la derecha ultra conservadora ha sido fusilada políticamente por cometer el peor de los errores, creer que era ella quien mandaba en su gobierno. La cuestión ahora es si asumirá su responsabilidad o tratará de diluirla salpicando a sus competidores políticos para inducirles a dar rápido carpetazo al asunto. A veces en política encender el ventilador para esparcir la mierda da buen resultado.