domingo, 29 de junio de 2008

Drogas o el sucedáneo de la vida

Medio millón de jóvenes asegura haber fumado un porro en el último mes. La información no aclara si estos jóvenes se tragaban el humo. Excusas aparte, la realidad es que nuestra sociedad tiene un serio problema con el consumo de drogas. Sus jóvenes y no tan jóvenes recurren con más frecuencia a esos paraísos artificiales que casi siempre son la antesala del infierno.
Las consecuencias nos preocupan sólo cuando alteran nuestras normas sociales, la tranquilidad de nuestras vidas. Las drogas solo empiezan a ser incómodas cuando generan problemas de seguridad. Pero si los consumidores permanecen ocultos y son capaces de sufragarse el viaje al infierno sin molestar a nadie, miramos en otra dirección. Quizá ese sea parte del drama de estos jóvenes, empiezan a consumirse entre el silencio, la indiferencia y la abundancia. El desinterés hacia nuestros semejantes, el vacío y distancia que lo cotidiano va creando entre los individuos puede explicar muchos de esos viajes al desastre personal.
Nuestros jóvenes se encuentran desprovistos de la compañía y el compromiso de quienes tendrían que estar a su lado. Algunos adultos ante la aparente imposibilidad de encontrar ilusiones en un sistema que nos reduce al binomio productor-consumidor que nos deja sin instrumentos para encarar o comprender la vida, optan por flotar y dejarse llevar por la marea. Así es sencillo ser tentado por algo que si bien no explica la vida, parece aliviarla.
Ya lo establecía con meridiana claridad el antiguo Estatuto de los Trabajadores: “El alcoholismo y la toxicomanía habitual sólo son causa de despido si redundan de forma negativa en el trabajo”. Lo demás parece que da igual, mientras finjamos cumplir con nuestras obligaciones nada es importante. Incluso la salud de los individuos, la del cuerpo y la del alma.

Copiones

Las nuevas tecnologías acuden en ayuda de los estudiantes, no precisamente para estudiar, sino para copiar. La vieja chuleta ha dado paso al equipamiento de James Bond. No tengo nada contra las copias esporádicas, todos en algún momento de nuestra vida de estudiantes hemos mirado a un compañero buscando la inspiración ante preguntas incomprensibles. Todos hemos necesitado consejos y siempre he sido partidario de recurrir a consejeros cuando las cosas se complican.
El problema son los copiones profesionales, aquellos acostumbrados a no dar palo en el agua durante toda la carrera. Excelsos maestros en el arte de ingeniar maneras de poder aprobar sin estudiar. No es mi intención restar méritos a estos grandes actores que se pasan el tiempo interpretando el papel de estudiantes. Pero estos actos perjudican a sus compañeros de diferentes maneras: despreciando y depreciando su esfuerzo y en algunas ocasiones, contribuyendo a que pierdan la concentración durante el examen. Aún recuerdo con inquietud a una compañera subiéndose, pregunta a pregunta, la falda en busca de las respuestas anotadas en sus muslos. Lo que sí he olvidado es mi nota en aquel examen.
Una vez preguntaron a Tierno Galván el motivo por el cual no suspendía a los alumnos que sin ningún complejo copiaban ante sus narices. Él contestaba: “ya los suspenderá la vida”. Claro que eran otros tiempos, cuando parecía que las cosas aparte de dotes interpretativas requerían algún esfuerzo.

miércoles, 25 de junio de 2008

Banderas de nuestros padres

Las ciudades y sus gentes cambian, las palabras y los discursos se adaptan a los nuevos tiempos, pero la estupidez es eterna y la destemplanza de algunos, inmutable. Para el Presidente del Congreso es irrespetuoso exhibir una bandera republicana en el parlamento, según él, esta bandera no es un símbolo legal. Quizá este presidente a fuerza de susurrar a los caballos ha olvidado sus modales para quienes pese a la evidencia de la derrota, el miedo y la represión, continuaron luchando por la libertad. Él ha olvidado que quizá esas personas encontraron en una República marchita y su bandera el único consuelo ante el exceso y el envilecimiento de los conquistadores.
Si fuera jurista quizá podría poner en duda la afirmación sobre la ilegalidad de la bandera republicana, fundamentándola, conforme a derecho. Pero incluso yo, un auténtico profano en la materia, sospecho que hasta 1978, año en que los españoles aprobaron en referéndum la Constitución, la República fue el único régimen político legítimo. Otra legitimidad muy diferente, conviene no confundirlas, es la derivada del derecho de conquista y el uso que hicieron los vencedores de su fuerza para situar fuera de la ley a todos aquellos símbolos, instituciones y personas que tuvieron la “desfachatez” de oponerse al golpe militar del 18 de julio de 1936.
Quizá algunos ciudadanos, enquistados en consignas y antiguos rencores, compartan y aplaudan la severidad de este presidente del Congreso. Siguen aferrados a la "historia oficial", esa que definió la guerra civil como una cruzada. Él, en su inconsciencia o en su subconsciencia les ha dado alas, excluyendo e “ilegalizando” a muchos de sus compañeros de partido que dieron la vida por la libertad, que dieron con sus huesos en la cárcel para que algunos tarugos acaben dando la razón a quienes de la historia han hecho un cuento chino y del sufrimiento de millones de personas un justo castigo.
Lo peor de todo es que su dureza y destemplanza era innecesaria. Muchos pertenecemos a esos colores simplemente por la insoportable y molesta costumbre de tener el corazón hipotecado por viejos afectos. Por la sencilla razón de haber querido a quienes defendieron una república que seguramente sólo existió en sus corazones e ilusiones. Nuestras razones para permanecer en ese lado de la memoria, la que aún continúa oculta en cunetas y fosas comunes, tiene muy poco de reivindicación política y sí mucho de dignidad y justicia. Así que pese al empecinamiento de los victoriosos cruzados y a sus inesperados voceros, continuaré pensando o deseando que la historia, da igual quién la redacte, sólo es historia cuando también la firman las víctimas.

jueves, 19 de junio de 2008

Pasado

El pasado es un país lejano donde en ocasiones ocurren cosas extrañas”.

Espacio
Quise a una ciudad construida casi a golpe de exposiciones universales, por mercaderes e “indianos”, patronos y obreros, por refugiados y conquistadores (aún en mi mitología afectiva resuenan las botas fascistas desfilando por la Diagonal). Crecí entre fachadas grises y muchas caras de cansancio, viendo como poco a poco el espacio y el tiempo asediados consumían a las gentes de esta ciudad. Eran otros días, cuando la política no sólo prometía el cielo sino que incluso enviaba a algunos a él. Cuando siempre era invierno y el frío no sólo calaba las paredes sino que atravesaba a las personas.
Después llegó la democracia, aquella sin ira y sin memoria. Para el resto de Europa aún éramos africanos y algunos “africanistas” nos vigilaban atentamente desde las tapias de conventos y cuarteles. Esos días de desmedida ilusión y grandes sobresaltos también quedaron atrás, arrastrados por la modernidad que llegó a nosotros como una tromba de arqueros atinados, “tíos cachas” y banderas al viento. Una vez repartidas las medallas, la ciudad mostró las inevitables cicatrices de su progreso y un tiempo más tarde, sin saber muy bien la razón, dejé de amar a esta ciudad. Quizá la causa fue el progreso, ese verdugo de viejos escenarios y de algunos buenos momentos. Quizá fue la obligada diáspora de quienes no soportamos, ni pudimos alcanzar los precios de esa ciudad convertida en escaparate. Es difícil comprender a quien cambia y a veces también seguir su ritmo. Especialmente cuando ese cambio arrastra y entierra la crónica sentimental del crecimiento compartido.
Las exposiciones universales abandonaron la “ciudad de los prodigios” y de algunos despropósitos. Huyeron de la ciudad a la que adoré levemente, dicen que esa es su costumbre; yo personalmente creo que es el fin de los tiempos. Primero Sevilla, ahora Zaragoza, un merecido premio para ellas y sus gentes, un triste recordatorio para quienes ya no somos capaces de reconocernos ni en las calles de nuestra propia infancia.

miércoles, 18 de junio de 2008

Crónicas de un marciano perplejo

Buenas intenciones
El secretario general de la ONU anuncia la intención de Arabia Saudita de aumentar la producción de petróleo en julio. Este anuncio evidencia la dimensión del impacto que está teniendo el incremento espectacular del precio del petróleo en muchos seres humanos. No podemos reprochar al Secretario General el intento de poner coto a los especuladores, por desgracia, el camino que conduce al infierno esta empedrado de buenas intenciones. El anuncio de un incremento de la producción podría conllevar un descenso en el precio del petróleo, una forma de disuadir y desalentar a los especuladores. Pero si este incremento no se materializa o su volumen es ridículo, será añadir un incentivo para aumentar la presión sobre el precio del crudo. También puede poner en evidencia algo que algunos expertos llevan años advirtiendo, que las reservas saudíes no son lo que eran, su capacidad para aumentar la producción es limitada y por lo tanto, el margen de maniobra del reino para influir en el mercado es ya muy pequeño.

Coyotes
Los directivos pese a la reducción de beneficios o las pérdidas de sus empresas se suben el sueldo, para ellos, gestores y responsables de los resultados empresariales no existe crisis, no entienden de tiempos difíciles, son los auténticos coyotes del sistema. No sólo es una cuestión económica, es ante todo una cuestión de liderazgo, de coherencia y ejemplo de quienes a golpe de despidos exigen constantes esfuerzos a empleados al tiempo que imputan sus errores a la sociedad en general. Su integridad lleva años en entredicho, pero a ellos les da igual, son días de rapiña y saqueo, si los accionistas se enfurecen o recriminan su falta de eficiencia y de tacto, los apaciguan equilibrando las cuentas y aumentando los beneficios por el expeditivo sistema de despedir a varios miles de trabajadores, entonces, cuando los dividendos se incrementan, sus errores los convierte en héroes.

Otra vez el átomo
Ascó está que da asco, a todos nos interesa saber hasta donde fueron capaces de llegar las malditas partículas radioactivas, si realmente se perdieron en el Mediterráneo, continúan en suspensión alrededor de la central nuclear o fueron capaces de llegar a núcleos habitados. Nuestro querido y maltratado mar se lo traga todo, hasta el día que no pueda más, pero las tragaderas de la opinión pública respecto a las nucleares son cada vez más estrechas.
Durante meses la opinión pública ha sido pasteleada y los datos del incidente ocultados. De unas pocas partículas “que no pasaron del jardín de la central” hemos pasado a cientos de partículas revoloteando por todo su entorno. No sólo se nos mintió en su número sino también en sus niveles de radiación. Ahora sólo nos falta saber si también se nos esta mintiendo respecto a la verdadera duración de su actividad radioactiva.
La compañía gestora de Ascó en pleno debate de las nucleares ha ocultado un incidente serio, ha tratado de quitar hierro a una situación de riesgo, sus responsables obsesionados por la rentabilidad y despreciando la seguridad permitieron visitar las instalaciones a grupos de escolares. El déficit en la transparencia informativa es preocupante, pero más lo es el desprecio manifiesto hacia la salud de los hijos de otros. Ellos acostumbrados a convivir con niveles de riesgo decidieron restar probabilidades, sumar beneficios y continuar con la comedia de la normalidad.

Huelga
Las huelgas son necesarias para la buena salud de nuestro sistema, pero pretender tomar como rehenes a todos los ciudadanos de una nación es una cuestión que pertenece al ámbito de las extorsiones. Los transportistas necesitaban una resolución rápida del conflicto, las huelgas son muy caras, el camino escogido fue radicalizar la protesta, inmovilizando y tratando de desabastecer al país, trasladar los costes de sus problemas a los ciudadanos, como si nosotros no tuviéramos los nuestros. En ayuda de los huelguistas acudió nuestra histeria, ella contribuyo a que la profecía del desabastecimiento se auto cumpliera, incrementó el impacto de sus desproporcionadas tácticas.
Un buen amigo lo resumió con la claridad de quien conoce muy bien el terreno que pisa, “ellos mismos se lo han buscado, han reventando precios, se han dedicado a ponerse la zancadilla. Esta huelga no durará mucho, viven al día” Y esa es la esencia de su reivindicación, utilizar a todos los ciudadanos para obligar a que la administración defienda sus intereses e insolidaridad, a que otros establezcan las obligaciones y poder continuar con su sueño individualista donde los sindicatos no tienen cabida y los rehenes han de reivindicar en su nombre.

jueves, 12 de junio de 2008

Tiempos modernos

Los ministros de trabajo de la UE aprobaron una directiva que supone ampliar a 65 horas la jornada laboral semanal. Ya puestos podían haber sido 69, al menos los trabajadores no tendríamos la impresión de que siempre se da por culo a los mismos y que nosotros también participamos de la fiesta neoliberal que, a nuestra cuenta y sin preguntar por nuestras preferencias, algunos se corren en Bruselas.
Esta directiva supone la pérdida de uno de los derechos históricos y emblemáticos del movimiento obrero internacional, reconocido como derecho universal en el Tratado de Versalles (1919) sólo después de que millones de trabajadores europeos fueran triturados en los campos de batalla de la “Gran Guerra”. Esta decisión no sólo pretende ser un reto y un insulto al sindicalismo y al movimiento obrero europeo, sino que confirma la deriva neoliberal de la UE, el intento de desmontar la Europa social, el espacio común de solidaridad y cohesión en torno a los valores del estado del bienestar, a la idea y la ilusión de que todos los ciudadanos europeos podrían tener las mismas oportunidades educativas, de salud y desarrollo personal.
Esta decisión es un paso más en la reducción de nuestros derechos laborales, no ha sido el primero y seguramente tampoco el último. Ya hemos sido testigos de cómo desde Bruselas pretendían descentralizar la negociación colectiva e individualizar la relación laboral, bajo el cínico argumento de que eso aumentaría la libertad de los trabajadores para negociar sus condiciones de trabajo, omitiendo el pequeño, pero fundamental detalle, de que todo derecho laboral reconoce como principio básico la relación de desigualdad entre quien contrata y quien es contratado.
Hemos vivido demasiado tiempo compartiendo la ilusión colectiva de que Europa podría representar y demostrar al mundo de que otro tipo relaciones eran posibles, que el mercado no lo era todo y en este deseo de colaboración e ilusión los trabajadores hemos ido cediendo. Ahora la cruda realidad de las intenciones se nos revela, se nos impone poco a poco la desregularización, mal llamada por algunos flexibilidad. Hemos colaborado, asumiendo sacrificios en defensa de nuestro modelo de relaciones económicas y sociales, para hacerlo viable y poder mantenerlo en el tiempo, como demostración también de solidaridad intergeneracional. Y lo hemos hecho de buena fe, sin detenernos a preguntarnos si el riesgo para el sistema era real o sólo una invención ideológica, una declaración de intenciones políticas de aquellos para quienes la solidaridad es sólo una entelequia.
Parece ser que en esta Europa los acuerdos sólo se hacen para romperlos. Por eso ya ha llegado el momento de que nosotros también hagamos preguntas, por ejemplo, porqué razón casi la mitad del presupuesto de la UE se destina a ayudas a la agricultura y porqué las dos terceras partes de estas ayudas son para un veinticinco por ciento de grandes propietarios, quienes por el simple hecho de sembrar, sin necesidad de recoger, sin necesidad de ser competitivos, reciben cientos de millones de euros de nuestros impuestos. Porqué para unos existen subvenciones y para otros sólo exigencias. Si es necesario reconceptualizar Europa, hagámoslo, pero aplicando las mismas condiciones y exigencias a todos sus ciudadanos.

lunes, 9 de junio de 2008

Crónicas de un marciano perplejo (y V)

FAO
La cumbre de la FAO acaba en nada. Todos los implicados son conscientes de los problemas y sus consecuencias, pero nadie está dispuesto a poner remedio. Como mucho a dar limosnas para que los hambrientos coman mientras son mediáticos, para acallar con nuestra mezquina hipocresía sus gritos y nuestras conciencias. Después, cuando los telediarios cierren sus emisiones o las olimpiadas ocupen todos los titulares, estas gentes podrán continuar con su sufrimiento, podrán escoger en el libre mercado de la vida entre morir de hambre o de inanición. Para cuando eso ocurra, la noticia ya no interesará a casi nadie o peor aún, nos será indiferente.
Inmigrantes
El estado italiano no criminaliza la inmigración sino la pobreza. Estigmatiza la desesperación, pretende encerrar, sin falta, sin juicio, a todos aquellos que huyen de la miseria y la Unión Europea le secunda. Ahora a su condición de huidos se le suma la de peones en manos de gobiernos formados por oportunistas o pusilánimes. Los primeros explotan el miedo y la incertidumbre. Los segundos no saben mostrar firmeza ante la deriva ideológica y social que estas decisiones políticas anuncian.
A cuenta de la seguridad y ahora de la crisis económica, algunos políticos parecen dispuestos a crear un permanente estado de excepción. Mientras, la mayoría de ciudadanos guardamos silencio, el miedo nos enmudece y las dificultades nos hacen ser injustos. Tenemos sobrados motivos para temblar, pero no sólo por el incierto futuro económico, sino sobretodo porque los fantasmas de nuestra historia común vuelven a desfilar, brazo en alto, ante nuestras narices.
Impuesto boomerang
Berlusconi, ese hombre de gestos, casi todos desagradables, insulta de nuevo nuestra inteligencia y la de sus conciudadanos. Ha anunciado su decisión de aumentar los impuestos sobre los beneficios obtenidos por las petroleras. Y como estas compañías no gozan de buena prensa todos aplaudimos la iniciativa. Estas multinacionales, tan responsables y concienciadas, entienden perfectamente que en tiempos de crisis todos debemos apretarnos el cinturón y en esta lógica aceptaran sin rechistar el incremento impositivo. Pero olvidamos que la mala prensa casi siempre es merecida y dudo mucho que las petroleras vayan a renunciar a un solo céntimo de sus beneficios. En cambio, estoy convencido de que se limitarán a repercutir este impuesto en el precio de venta al público. Al final, el consumidor pagará más cara la gasolina y en consecuencia también más impuestos. Mientras, las petroleras se parten de risa al tiempo que invitan al Sr. Berlusconi a subirles los impuestos todas las veces que quiera.
Fieras
Un proyecto del Ayuntamiento de Barcelona pretende reducir el espacio del Zoo, sustituir animales por aparcamientos. Me pregunto como lograrán meter el mismo número de animales en menos espacio. Quizá popularicen las adopciones y podamos ver los domingos a niños entusiasmados, abandonando el recinto del Zoo, cogidos de la mano de un chimpancé o con una boa enroscada en el cuello. Otra posibilidad es la de que los técnicos municipales traten de civilizar a tan salvajes fieras poniendo de moda las jaulas compartidas. Esta opción seguramente romperá la rutina y el aburrimiento de estos animales, especialmente si mezclan cebras con leones y cocodrilos con cisnes. La iniciativa no sólo será pionera en el mundo, sino que tendrá el incuestionable valor docente de dar a todos los visitantes una lección de vida, sobre cómo los depredadores, da igual la especie, siempre acaban adueñándose del espacio y como la administración, sin necesidad de garras ni colmillos, sólo armada de planes de ordenación urbanística, es el depredador supremo, llevándose siempre la parte del león.
Contact
Según el director del SETI dentro de cien años se podrá producir el primer contacto con otras civilizaciones extraterrestres. Afirmación muy atrevida por dos razones. En primer lugar está aún por demostrar que en el planeta tierra dentro de cien años haya algún tipo de civilización capaz de comunicarse sin necesidad de recurrir a tambores. En segundo lugar, es arriesgado anticipar un encuentro sin antes saber si existirá sintonía entre las partes. Todos sabemos lo importante que son los detalles en la primera cita y un comentario mal interpretado puede terminar con una nave espacial reducida a chatarra o con un planeta convertido en asteroides. Pero seamos optimistas y ya puestos a hacer pronósticos, podemos hacer otro, el encuentro durará entre quince y treinta segundos, el tiempo necesario para que esos visitantes puedan conocernos, salir pitando y no volver nunca más por este planeta de chalados.

jueves, 5 de junio de 2008

¡Peligro! Riesgo eléctrico

Las compañías eléctricas exigen un aumento de entre un 20% o un 25% en el recibo de la luz. Evidentemente éste es un buen momento para plantearlo, todos somos conscientes del actual precio de los combustibles y la exigencia en estas circunstancias aparentemente parece justificada. Digo aparentemente porque los ejecutivos de estas compañías o tienen una visión distorsionada de nuestras posibilidades económicas o simplemente nos toman por idiotas.

Es cierto, el precio del petróleo sube sin parar, pero dudo mucho que estas compañías paguen el mismo precio que los particulares pagamos por el gasóleo y seguramente al comprarlo por barriles obtendrán algún tipo de descuento. Otro elemento a tener en consideración es que muchas de las plantas generadoras aún continúan funcionando con carbón. Y otras, las más modernas y también menos numerosas, las llamadas de ciclo combinado, utilizan gas natural. Estos dos últimos recursos seguramente hayan incrementado su precio, pero dudo mucho que haya sido tan espectacular como en el caso del petróleo y posiblemente los márgenes de negociación con los productores sean mucho más elevados que en el caso del petróleo.

Pero “la madre” de todos los argumentos utilizados es el elevado diferencial entre el coste de generación y el precio pagado por el consumidor. Esto podría ser cierto como también podría no serlo por dos razones. Una, no existe transparencia en el coste real de esta generación y dos, porque todos conocemos la predisposición de algunas compañías a hinchar sus costes y como la desconfianza cuando hay dinero por medio, es buena consejera, los consumidores tenemos sobrados motivos para actuar con prevención ante el “llanto lastimero” de estas compañías. Especialmente cuando se muestran tan mezquinas en los gastos de mantenimiento y seguridad de las centrales nucleares y tan pródigas en los sueldos e indemnizaciones de alguno de sus ejecutivos o consejeros.

Así que esta diferencia económica puede reflejar tanto una realidad como ser simplemente un “seguro financiero” o una subvención oculta, regalo de un gobierno del PP, para que las compañías tuvieran siempre un amplio margen de maniobra, una excusa permanente para proponer incrementos de precios a su conveniencia.

Los “tiempos felices” de derroche energético han dado paso a los tristes tiempos del ahorro. Los días que estas compañías estimulaban el consumo por ejemplo financiando instalaciones de climatización, son parte del pasado. Ahora, cuando la demanda de particulares y empresas se reduce, ellos pretenden continuar viviendo en su paraíso de altos consumos e ingresos al margen de la realidad del mercado. Como parece ser que mantener ese nivel de ingresos requeriría un esfuerzo imaginativo y de mejora de sus sistemas de gestión y producción que no pueden poner en práctica por falta de talento o voluntad, recurren al viejo truco de incrementar el precio para mantener constantes las ganancias. Una forma sencilla de contentar a sus accionistas, una manera simple de confirmar a los consumidores que los “costes” y sacrificios siempre electrocutan a los mismos.

lunes, 2 de junio de 2008

Historias absurdas

Confusión e interpretación

Me contaba una conocida un hecho terrible. Una familia había perdido a su único hijo, un joven de veintiséis años, en un accidente de tráfico. Esta familia vivía en una pequeña ciudad, donde todo el mundo se conoce y hechos tan trágicos como éste nunca pasan desapercibidos.
El velatorio tuvo lugar en el domicilio familiar, una gran casa, de paredes gruesas y ventanas pequeñas. Sus habitaciones, salvo las principales, estaban siempre sumergidas en la penumbra. En este decorado, dos hermanos, un hombre y una mujer, acudieron al velatorio a presentar sus respetos a la familia del fallecido.
El hombre entró en una habitación, donde la penumbra le permitió distinguir, de forma precaria, un objeto, que dio por supuesto se trataba del féretro, y mientras se santiguaba, se arrodilló. Así lo encontró su hermana, que mostró gran extrañeza al ver a su hermano arrodillado y murmurando una oración ante una mesa vacia. Preguntó dos veces al penitente qué hacía y dos veces su hermano le exigió silencio por respeto al fallecido. A punto de sufrir un ataque de risa, la mujer buscó un lugar apartado lejos de las oraciones dirigidas a la mesa, para soltar la carcajada que se empezaba a acumular y amenazaba con estallar. Finalmente encontró el lugar que consideró adecuado. A diferencia del resto de estancias, ésta estaba bien iluminada y entró, sin saber que salía, mientras soltaba una gran carcajada. Ya era tarde cuando reparó que la supuesta habitación era un balcón y unos metros más abajo, unas cincuenta o sesenta personas quedaron atónitas ante la sonora, inoportuna e inadecuada manifestación de “dolor”. Pero esta mujer, que siempre fue una persona de recursos con un inusual talento para el teatro, tras un breve momento de vacilación se introdujo en la boca el pañuelo que llevaba en la mano, logrando con este sencillo truco, transformar la risa en lamento.
Tras unos instantes de confusión todo volvió a la normalidad, algunos de los presentes, contagiados por las muestras de desconsuelo que desde el balcón, transformado en escenario, se mostraban, rompieron también a llorar e incluso alguno, llevado por el exceso o la pena, cayó desmayado. A veces pasan estas cosas en los funerales. La tragedia y la comedia se unen, el dolor verdadero y el puro fingimiento se confunde, y al final ni los muertos saben si han de reír o llorar.

domingo, 1 de junio de 2008

Crónicas de un marciano perplejo (y IV)

Tomas Moro
Desea Gallardón no seguir la suerte de Santo Tomas Moro, ajusticiado por Enrique VIII. Puede tranquilizarse, a este le cortaron el cuello por principios, o quizá por ser un soñador, casi siempre son la misma cosa. Así que el cuello de este político y el de muchos otros está a salvo, no porque la pena de muerte no se estile, que también, sino porque en estos tiempos tan acomodaticios muy pocos se exponen a perder sus privilegios por algo tan tonto como defender sus ideas. La vida, ahora, ya sólo la pierden las utopías, a estas se les retuerce el cuello y se les arrancan las ilusiones una a una.

Energía Nuclear
La comisión europea alaba las virtudes de la energía nuclear. Su generalización contribuirá a evitar el cambio climático. Es verdad, en el área de Chernobil desde hace veinte años apenas se generan emisiones de CO2. Este logro sin igual sólo se le puede atribuir a la energía nuclear. Los ciudadanos europeos dormimos más tranquilos sabiendo que con nuestro consenso o sin él, con nuestro asentimiento o sin él, al final las emisiones de CO2 serán cosa del pasado y la vida en la tierra puede que también.

Opciones
El petróleo se agotará, el gas natural también, el carbón durará algo más, pero no es una opción cuando las temperaturas suben. El uranio, enriquecido o empobrecido, en reactores o recubriendo proyectiles, sólo es una fuente de problemas. El hidrógeno hasta la fecha sólo ha sido capaz de acreditar que es perfecto para hacer estallar dirigibles, mover coches es otra historia, salvo que este movimiento sea vertical.
Las renovables son sólo una “quimera”, tanto como la fusión caliente. Para las primeras todo son malos vaticinios y dificultades. La segunda se lleva setenta mil millones de euros para su investigación. Quizá dentro de cincuenta años genere la suficiente electricidad para encender una bombilla, no hay prisa, nos sobra el tiempo y parece ser que el dinero también, al menos el de los contribuyentes.

Papel
España el país donde más páginas se imprimen, cuarenta por trabajador y día. Está visto que el nuestro es un país de borradores, de cuentistas. Nos apasiona el papel, narrar sobre él nuestros proyectos e intenciones, tachar los de otros y exigirles nuevos borradores. Escribir sin rumbo fijo, emborronando en cada jornada toneladas de papel. Repetir estas acciones tantas veces como sea posible mientras quede tinta en la impresora y celulosa en la tierra.

Agua salada
Según un estudio publicado por “Sciencie”, el agua de Marte fue demasiado salada para albergar vida. Qué sabrán ellos, pese a esas supuestas evidencias, esperaré el regreso del Enterprise, mientras no sea el capitán James T. Kirk y su tripulación quienes desmientan la posibilidad de existencia de vida ahí fuera, prefiero pensar que nuestros sueños no serán devorados por su propia soledad, y que la ilusión de explorar o “atreverse a ir a donde nadie ha llegado antes” serán razones suficientes para no destruirnos.
Mientras nadie desmienta a Ray Bradbury seguiré creyendo que en el planeta rojo alguna vez hubo vida y posiblemente aún continúa habiéndola. Uno no debería renunciar a sus mitos y universos personales sólo porque las pruebas y los marcianos, unicelulares o pluricelulares, se muestren esquivos.

Caballos de hierro.
RENFE eliminará el tren barato y diario Madrid-Barcelona. El nocturno Estrella de Costa Brava desaparecerá. Son los tiempos del AVE. Se acabaron los largos y pesados viajes compartiendo incomodidad y alguna conversación, a veces tan incomoda como el mismo viaje, pero cuando el aburrimiento aprieta y el sueño traquetea, incluso la vida, milagros y peregrinas opiniones de un desconocido son un buen pasatiempo.
Ahora todos volamos, por los cielos o sobre raíles. Es el sino de los tiempos, bueno, siempre que te puedas permitir unas alas, sino deberás conformarte con el autocar. RENFE ejerce un mezquino recordatorio: el futuro sólo existe para quien puede pagarlo.