martes, 24 de febrero de 2009

Show must go on

Una mujer inglesa, antigua concursante de Gran Hermano, ahora enferma terminal, ha decidido vender sus últimos días de vida a un canal de televisión. No cuestiono el derecho de esta mujer a morir como prefiera, ni siquiera a tratar de obtener un beneficio económico de su sufrimiento. Sin embargo, algunas decisiones tienen trascendencia y pueden establecer antecedentes indeseables, especialmente cuando hechos tristes y dolorosos corren el riesgo de ser frivolizados y mercantilizados por el expeditivo método de transformarlos en un circo mediático.

Quizá en esta mujer concurra una circunstancia excepcional, como es que haya salido del anonimato y posiblemente de la pobreza gracias a un programa televisivo, donde gana quien es capaz de pasarse días enteros sin hacer nada y no sufrir un derrame cerebral. Y supongo que esta forma, aparentemente sencilla de engrosar la cuenta bancaria, puede generar dependencia. Aunque también la “popularidad” que procura debe contribuir a que las personas se enganchen a una forma de vida en la cual el único valor de intercambio son las miserias humanas. Y de hecho, esto casi todos lo sabemos, tener miserias y desventuras no requiere un excesivo esfuerzo, ya que casi siempre vienen por si solas.


Si esta mujer tiene necesidad de trascendencia, de dejar su impronta en esta vida, también está en su derecho, pero que escriba un libro, plante un árbol o se tire a un ministro y deje las cosas importantes para quienes viven sin vender su propio padecimiento o el de un ser querido. La prudencia o en su defecto el sentido común nos dice que no es muy adecuado remover el dolor de nadie ni trastear con sus lágrimas, pero esta premisa básica es ignorada cuando el sufrimiento encuentra justificación en una calculadora y las cadenas de televisión captan anunciantes dispuestos a pagar por interrumpir las naúseas -la quimioterapia es así de cabrona- mientras tratan de vendernos compresas, coches o refrescos.

Puede que alguien avispado vea en los ojos de alguno de los hijos de esta mujer el desconcierto y el miedo ensombrecidos por el guión del programa y decida apagar el televisor. En cambio otros se reconciliarán con su naturaleza humana cuando se emocionen con los comentarios del presentador; esto es lo que tiene la tele, las tragedias sólo son reales si son televisadas. Quizá mis palabras puedan parecer poco compasivas, es cierto, es resultado de no ver la tele, el corazón se endurece.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni tan excepcional es la circunstancia de que haya salido del anonimato puesto que al paso que vamos, con la cantidad ingente de programas de estas características que están surgiendo, llegará un momento en que habrá más gente encerrada en casas e islas que en la calle.

Fuentenebro dijo...

La verdad es que esta historia choca con los recuerdos que me trae a la memoria la canción que utilizaste como título y con la de tanta gente que vive su vida con dignidad y sus miserias sin regodeo.
La ex-concursante asegura que todo lo hace para dejar una herencia a sus dos hijos de corta edad. Podemos estar de acuerdo con ella o no, es su vida y ella decide cómo quiere vivirla. Podemos criticar, o no, a la cadena o cadenas que incrementan sus arcas, una vez más, con un baño en el lodo. Pero me parece una lamentable vergüenza la participación en este circo del Primer Ministro inglés que, públicamente, le mostró su apoyo y su respaldo a las decisiones que había tomado.
Ni la profunda recesión en la que están inmersos, ni el aumento del paro o el avance de la ultraderecha; impidió que Gordon Brown se diese cuenta de lo que realmente importa. La ex-concursante no podría pasar la noche de bodas con su recién estrenado marido. Así que, rápidamente, como todos sabemos que funciona la Justicia, el Ministro Jack Straw levantó la libertad condicional al novio para que pudiese pernoctar, en un hotel, con su ya esposa.

"Inside my heart is breacking
my make-up may be flaking
but my smile still stays on."

Anónimo dijo...

..."que escriba un libro, plante un árbol o se tire a un ministro"...Yo creo que la culpa es de quien enciende el televisor o quien escribe acerca de ella...Si por gente como yo fuera, esta mujer no recibiría ni un duro, dado que para ver tele basura se requiere tener tiempo libre...

Anónimo dijo...

Pan y circo..y como ahora el pan está más difícil de conseguir, pues más circo..
Lo verdaderamente triste es que iniciativas como esta prosperen. Aunque no nos engañemos, los televisores tienen un botón que pone "OFF"..Yo no puedo evitar que cosas así lleguen a la televisión pero sí puedo elegir no tener televisión o apagarla cuando algo no me interese.

Javi García dijo...

“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.
Martin Miemoller (1892-1984). Teólogo alemán