viernes, 12 de octubre de 2012

Patrias

Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, y con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará; la fuerza armada sino en servicio del interés común, y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos, hemos decido aunar nuestros esfuerzos para realizar estos designios.
 
Artículo 1. Apartado 2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal. 

Carta de las Naciones Unidas. 

Estoy un poco cansado de las patrias que solo existen en la imaginación de trovadores e inventores oficiales y oficialistas de mitos, de tanta monserga a cuenta de la unidad de España. Nuestra historia lamentablemente no es más que la narración que realizó una dictadura para adecuarla a sus intereses, eso que se denomina nacional catolicismo. Empezando por los glorificados Reyes Católicos, artífices según esa escuela de la unidad de España; un absurdo para cualquiera que se haya molestado en leer algo de historia. Ese matrimonio sobre el que tanto se ha hablado, no fue más que una unión dinástica. Tanto Isabel como Fernando, conservaron los derechos sobre sus reinos y éstos, sus fueros. Aclarando ya de paso, para los “Bambis” que se creen cualquier historia heroica que les cuentan, que tras la muerte de Isabel, la nobleza castellana despidió de una patada a Fernando, que volvió a su reino, dejando el trono de Castilla libre, vacuo y expédito para Juana (“la Loca”). El centralismo es un invento francés importado por Felipe V, el primer Borbón, quien supongo que influenciado por su abuelo, Luís XIV, El rey Sol, se dispuso a pasarse los fueros por el puente de Adriano. La eliminación de las instituciones y fueros catalanes fueron el resultado de una derrota militar, lo que en la época se llamaba, y ahora creo que también, derecho de conquista. 

Por otra parte conviene también recordar en este lado del Ebro, que la alta burguesía catalana, a cuenta de la libertad de Catalunya, lleva jugando a la puta y a la Ramoneta casi dos siglos. Durante el XIX los grandes industriales catalanes vendieron su amor patrio a cambio de proteccionismo arancelario frente a la industria francesa e inglesa y protección militar frente al movimiento obrero. Más tarde, ya durante la II República, no tuvieron empacho en recurrir al Tribunal de Garantías Constitucionales, cada vez que la Generalitat dictaba una norma que perjudicaba sus intereses, y que tampoco tuvieron demasiado problema en colaborar y beneficiarse de una dictadura que les garantizó largos años de “paz social”. 

 Dicho esto, más que nada, como decía la canción, “para refrescar memoria”, todos deberíamos ser conscientes de que tanto la derecha catalana como la castellana han logrado que en este país se vaya a votar, a la vuelta de un poco más de un mes, pensando en un futuro posible o improbable, eso ya se verá, y olvidando un pasado inmediato caracterizado por el recorte de derechos sociales. Mucha patria, pero que a sus trabajadores les den, votaron en Madrid a favor de la reforma laboral. Y los otros, los hijos de la más rancia de las Castillas, de esa Castilla intemporal e inventada por una dictadura, que quiso borrar a Machado, que escupe sobre Miguel Hernández o niega el derecho a una sepultura digna a García Lorca, no solo demuestran en cada declaración que de Isabel y Fernando el espíritu impera, sino también esperan, llegado el momento, el mismo perdón electoral a cuenta de la indivisible unidad de la patria. Y a todo esto un tercio de los niños de “las Españas” o de Catalunya, y más de un veinte por ciento de sus ciudadanos viven en la pobreza y en riesgo de exclusión social. Y sinceramente, ninguna patria vale el hambre de un niño o justifica la muerte de un ser humano, porque al final las banderas para lo único que sirven es para tapar miserias y cubrir cadáveres.

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