lunes, 31 de marzo de 2008

Guerra de globos

Todos recordamos las batallas de globos llenos de agua de la infancia, estallando, causando bajas en nuestras filas y en las del enemigo, y algún que otro daño colateral en forma de profesor o peatón indignado. Demasiado indignados para tan poca cosa, todo el mundo sabe que el agua, mientras no llega a los pulmones no es peligrosa. Evidentemente estoy narrando las hazañas bélicas de otros, llevo treinta años manteniendo la misma versión: “Yo sólo miraba”. Porque pese al tiempo transcurrido, para algunos las faltas de la infancia nunca prescriben, y a estas alturas para evitar una extemporánea, injusta y retroactiva “colleja” me remito a mi primera declaración: “Yo sólo miraba”.Y si bien mi reiterada experiencia como observador no hizo de mi el niño más sincero del colegio, sí en cambio me hizo mucho más sabio, y soy muy capaz de diferenciar cuando una inocente batalla infantil comienza a descontrolarse y corre el riesgo de degenerar en una batalla campal, donde no se respeta ni a profesores ni a peatones.
Mientras son los niños los que se pelean, al menos los que yo recuerdo, aquellos que crecieron con la televisión en blanco y negro, sin móviles y cuyas manifestaciones de creatividad infantil, mal llamadas por alguno gamberradas, se hacían en la clandestinidad y sólo quedaban grabadas en la memoria de sus protagonistas, la sangre nunca llega al río. Pero cuando son los adultos quienes se ponen a jugar con globos, llaman a la prensa para anunciar el combate y a falta de agua los llenan de piedras, las cosas pueden ponerse más serias y posiblemente las consecuencias sean mucho más dolorosas y perdurables que el frecuente, pero no por eso menos traumático “no vuelves a ver la televisión hasta que te vayas a la mili”.
Pero los niños y algunos adultos compartimos una par de interesantes cualidades: una gran capacidad para eludir nuestras responsabilidades y la de encontrar rápidamente culpables que nos permitan si no escurrir el bulto, como mínimo desviar la atención el tiempo necesario para inventar una buena historia. Ahora a dos meses del inicio de la temporada turística, nos damos cuenta de que este año apenas ha llovido (como si esto fuera una excepción en nuestro clima) y que posiblemente debamos asumir restricciones en el suministro de agua. Y si bien a los ciudadanos arraigados en el territorio no nos queda más remedio que aceptarlas con resignación, nuestros visitantes quizá se plateen otros destinos turísticos donde la ducha no deba ser sustituida por toallitas húmedas.
Ahora después de años de avisos de esos alarmistas y chalados ecologistas, nos encontramos con la cruda realidad, falta agua y la poca que queda se ha transformado en gasolina que sólo necesita una chispa para incendiar las relaciones entre ciudades, comunidades y administraciones. Pero no hay problema, siempre y cuando se tenga a mano un culpable. Y parece que los agricultores y ganaderos tienen todos los puntos para convertirse en los malos de este drama anunciado, ya que tienen la exótica y esperpéntica costumbre de utilizar agua y tierra para producir alimentos, como si en los supermercados no hubiera ya suficientes. Es verdad que en algunos lugares aún utilizan acequias y técnicas de riego propias del siglo XII y que renovando e innovando este consumo se podría reducir notablemente. Pero esto sólo es una parte del problema y desde mi punto de vista no la más importante. Deberíamos preguntarnos en este sano ejercicio de buscar responsabilidades, si enladrillar prácticamente todo el litoral ha sido una buena idea. Quizá esta urbanización salvaje y la destrucción sistemática de entornos naturales ha contribuido a intensificar unas condiciones metereológicas ya de por si poco generosas en términos de lluvia. Deberíamos preguntar si nuestro modelo de crecimiento económico ha sido acorde con nuestros recursos naturales y si la proliferación de campos de golf ha podido influir en la actual escasez de agua. O simplemente, si una creciente presión demográfica contando con unos recursos decrecientes no acabaría por generar problemas. Y para esto no se necesita un máster, se aprende en primaria, y es tan sencillo como que dos y dos son cuatro.
Pero mientras las recalificaciones, las licencias de obra y el ladrillo han dado dinero, aparentemente a nadie ha preocupado la cuestión y como única previsión de futuro nos hemos encomendado al altísimo y a la caprichosa metereología mediterránea. Así que nadie debería sorprenderse si este verano predominan las nubes en todo el país y si estas en lugar de lluvias traen granizadas persistentes y generalizadas.

jueves, 27 de marzo de 2008

Uniformes

La medicina es una ciencia en constante evolución. Sus nuevas técnicas y tratamientos salvan cada día la vida a millones de personas. Y tendrán que disculpar mi ignorancia, si me muestro confuso ante la exigencia de una clínica de obligar a sus enfermeras a vestir con minifalda, llevar cofia y mostrar el escote. Repito que quizá mi ignorancia me haga cometer un error de juicio, y este vestuario forme parte de una pionera técnica en la recuperación o rehabilitación de los pacientes. Yo personalmente, y no pretendo desmerecer con esto las posibles virtudes terapéuticas de las piernas ni el escote de ninguna mujer, prefiero optar por el paracetamol y un buen diagnóstico. Y si para esto el médico o todo un equipo quirúrgico han de atenderme en bañador, sin diferencias de sexo, lo lamento muchísimo, pero el paciente es lo primero. Pero otra cuestión muy diferente es menoscabar la dignidad personal y profesional de unas mujeres, amparándose en una dudosa “política de empresa”, impuesta por unos tipos tan carentes de imaginación que incluso para sus fantasías han de recurrir a gastados tópicos.

Supongo que muchas mujeres deben de estar muy cansadas de algunos tipos, para quienes la preparación o méritos profesionales de una mujer son sólo aspectos secundarios e irrelevantes, siempre y cuando sus medidas sean las adecuadas y susceptibles de exposición pública. No creo que se sientan muy cómodas en unos entornos profesionales que de forma tácita casi exigen la ligadura de trompas como condición esencial, pero no escrita, para que a una mujer se la tenga en consideración en términos de desarrollo profesional. Tampoco dice mucho a favor de una sociedad, ni de sus individuos masculinos, que las mujeres tengan por sistema que escoger entre su vida personal o profesional, entendiéndose en la práctica que ambos objetivos son del todo incompatibles.

Quizá lo más desagradable de todo es que estas arbitrariedades son sólo posibles con la colaboración y complicidad de muchos hombres, jefes o compañeros de trabajo, que con su indiferencia conceden carta de naturaleza a tales prácticas, y con su hostilidad contribuyen a imponer la ley del silencio cuando una mujer decide denunciar estas situaciones. Podemos hacer todos los chistes que nos vengan a la cabeza a cuenta de las minifaldas y los escotes, seguro que son muchos, pero quizá las risas serían menos intensas y los chistes menos numerosos, si las humilladas fueran nuestras esposas, parejas o hijas. Seguro que entonces más de uno nos tomaríamos más en serio la cuestión, y en solidaridad iríamos a trabajar en pantalones cortos y camiseta de tirantes.

domingo, 23 de marzo de 2008

Mensaje en una botella

Hace unos días un buen amigo me comunicó la muerte de quien a veces fue un compañero y otras un maestro. Desde entonces he empezado varias veces esta entrada, y otras tantas he borrado las líneas, para quedarme sólo con una hoja en blanco, como si esta, a modo de oráculo de Delfos, pudiera revelarme el sentido de la pérdida. Pero no ha sido así. Ha permanecido muda e insensible a mi necesidad de expresar el sentimiento de cansancio y tristeza al ver como uno de nuestros compañeros se iba.


Pero ahora sé que el papel nunca engaña, y si permanece en silencio es porque no tiene nada que decir. He tardado en comprenderlo, lo siento, soy de naturaleza torpe y las inoportunas lágrimas a veces nublan el entendimiento, pero al final me he dado cuenta de un hecho. El Mar y el Viento son exigentes y a veces crueles, pero nunca olvidan a uno de los suyos. Nunca dejan a sus amantes en tierra, se los llevan consigo a visitar tiempos y puertos lejanos, algunos incluso perdidos o imaginarios. Pero nunca abandonan a sus enamorados en tierra. Puede que dejen sus cuerpos, para alimentar nuestra nostalgia, pero sus almas las embarcan en viejas naves de velas blancas, impregnadas con el intenso aroma de la brea y las especias, llenas del sonido de las conversaciones y canciones en cubierta, cuando la noche se funde con el mar y las estrellas son el único destino posible en la oscuridad.


Eduardo nos ha dejado, pero no hay razón para entristecerse. Esa es el alma y el deseo del navegante, ese es el privilegio que el Viento y el Mar conceden a los suyos, navegar por el tiempo y la eternidad, atracar en El Pireo de Pericles, visitar la Roma de Augusto, o ver en el horizonte el resplandor del gran faro de Alejandría.No llegué a tiempo a tu despedida, por eso esta noche deposito mi mensaje en una botella y lo dejo a merced de las olas, con la confianza absoluta de que recibirás estas palabras. Tardarán más o menos tiempo en llegar a ti. Puede que lo encuentres varado en una playa o que un comerciante fenicio te lo transmita. Es posible incluso que llegue incompleto, y seguramente cuando leas nuestra tristeza, esta te haga sonreír. Ya sabes como somos la gente de tierra adentro, continuamos creyendo que el Gran Pam ha muerto y que los marineros desaparecen. Pobres de nosotros, qué ignorantes somos.

viernes, 14 de marzo de 2008

Consejos para navegantes sobre dos ruedas

A mis queridos amigos:
Me da exactamente igual que llevéis meses preparando este viaje, además el hombre del tiempo ha anunciado lluvias para esta semana santa y por si se equivoca, algo bastante frecuente, he puesto un cirio a Santa Bárbara, que por ser la primera vez que le pido algo, me lo concederá. Si sois buenos, pues me alegro, pero se lo contáis a vuestras madres, que estarán muy orgullosas de vosotros. Si sois malos, llamadme. No es necesario que hagáis como Dominguín, puedo esperar, no todo el mundo tiene el sentido del humor de Ava Gadner.

A los “puretas” (me incluyo, claro):
Definitivamente los pantalones de cordura no encogen y menos guardados en un armario. Así que nos quedan dos opciones: resoplar y meter barriga o aceptar los hechos y cambiar de talla. Hablando de armarios, un viaje no es una mudanza pero no hay nada malo en salir con el armario completo, al menos así desalentamos a los ladrones. Caben tantas cosas inútiles en esas enormes maletas y cofres que da pena dejar algo en casa.

A los carbonillas:
Para vosotros tengo dos noticias, una mala y otra buena. La mala: Se suspende el campeonato nacional de “bayeta del año”. Así que aquellos que se entrenaban para superar el record de “arrastrada en asfalto”, “salto por orejas” o “cabezazo en pista”, pueden dejar de hacerlo. Sí, sé que es una mala noticia y un agravio comparativo, los chinos reprimen manifestaciones en el Tibet, ejecutan personas, encierran disidentes y nadie les boicotea las Olimpiadas, pero así es la vida. Ahora la buena: después de vacaciones habrá ofertas en pastillas de freno, así que no os cortéis y usadlos de vez en cuando, aunque sólo sea para variar. Y para terminar, en serio, no pasa nada si en una curva no tocáis con la rodilla en el suelo, de verdad, seguiréis siendo los mismos y vuestras madres, parejas e hijos no sé si os respetarán más, pero como mínimo podrán hacerlo durante mucho más tiempo. Y un comentario personal dirigido al cretino que el 22 de febrero a las 13:30 me adelantó en la AP-7 por la derecha y haciendo "el caballito": cómprate unos patines gilipollas, al menos si te haces daño ganarás puntos, no los perderás.

A los “japo”:
Vosotros si que tenéis moral, pero para conservarla no olvidéis guardar un flotador, donde quiera que vosotros metáis las cosas en los viajes (me imagino que en los bolsillos de la chaqueta). Supongo que después de varias horas sentados en esos sillines-tanga vuestro trasero agradecerá el detalle.

A los que empiezan:
Lo sabemos, es una auténtica faena, el casco integral despeina y no se os ve la cara, pero es mejor que no te la vean a que te la partas. No os preocupéis, si alguien se fija en vosotros ya apuntará la matricula de la moto. Pero cuidado, si después de eso os pide los “papeles”, no habéis ligado, os van a sancionar. Una pista, sea hombre o mujer, si lleva uniforme y os hace señales ya podéis ir parando y pasando por “caja”.
A todos buen viaje y hasta la vuelta.

miércoles, 12 de marzo de 2008

¡Guárdate de los idus de marzo!

La agresiva y destemplada campaña llevada a cabo por el PP en los últimos años, perseguía unos objetivos, que ahora a la vista de las consecuencias de su dulce derrota, pero derrota al fin y al cabo, empiezan a evidenciarse. Durante cuatro años el sector más radical del PP, heredero directo de Aznar, no sólo ha controlado ideológica y estratégicamente la organización, sino que gracias a esta línea de acción ha evitado la necesaria renovación, y por supuesto, la inevitable desaparición de sus representantes de la escena política.

Rajoy ha sido la cara derrotada. Pero en el fondo el derrotado ha sido el sector ultra conservador del partido, y quizá por esto sus representantes mediáticos se hayan dado tanta prisa en echar a su candidato a los leones. Demasiada urgencia como para no sospechar que detrás de tan imperioso y precipitado impulso de renovación no se esconda el tan manido deseo de “cambiar todo para que nada cambie”. Pero para dar por finalizada la crisis por la clásica vía de eliminar al candidato, era necesario que este también tuviera vocación de condenado a muerte, y me temo que para la desgracia de algunos y el deleite de otros, Rajoy no está por la labor de poner el cuello.

Ahora empieza un proceso complicado para el PP, una vez que la realidad les ha dejado sin culpables fuera del partido (salvo catalanes y vascos, que servimos tanto para un roto como para un descosido), no les queda más remedio que buscar a los responsables de estas derrotas, que están donde siempre han estado, en sus propias filas. Ahora les toca a ellos recibir la medicina que con tanta frivolidad y generosidad han administrado a todos los ciudadanos de este país que pensaban de forma diferente a ellos. No me alegro… bueno, un poco sí, pero sólo porque quizá de toda esa lucha de familias y barones, sólo quizá, salga un partido de derechas menos montaraz y más respetuoso.

Lo sé, soy un ser mezquino y de alma miserable, pero sinceramente, de los defectos de mi carácter ya me preocuparé, como han hecho otros, más adelante. Mientras tanto me pondré cómodo para disfrutar del drama shakesperiano que se nos anuncia. Silencio que ya sube el telón “¡Largo de aquí! ¡a vuestras casas! ¡gente ociosa, marchad a vuestras casas…”*

*William Shakespeare, Julio Cesar.


lunes, 10 de marzo de 2008

¿Cómo volver a escribir?

Cómo volver a escribir cuando otro ser humano, amigo, compañero o desconocido es asesinado. Cómo explicar los actos de quienes se consideran así mismos dioses, con el derecho a disponer de la vida de otro ser humano.

Cómo describir la tristeza cuando descubres que aún quedan hombres dispuestos a animar a esas bestias en nombre de una patria que si pudiera vomitaría sobre ellos.

Cómo renunciar a mi condición de ser humano, transformarme en otro ser vivo para no ser confundido con esas bestias y tener la certeza de que cuando un depredador hunda sus colmillos en mi cuello, sólo lo hará guiado por el instinto y no por una idea asesina.

Cómo volver a escribir cuando los dedos y el corazón quedan congelados.

jueves, 6 de marzo de 2008

¿Huelgas?...¡Ya era hora!

En periodo electoral todo tiene un gran eco mediático y esta semana da la impresión de que medio país esta en huelga y el otro medio parece sufrir sus consecuencias. Creo que este panorama es exagerado, de hecho, la conflictividad laboral en nuestro país ha ido descendiendo y este descenso ha ido aparejado a la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y a la disminución de sus derechos sociales. Así que yo no tengo tan claro que esa menor conflictividad sea un dato positivo, al menos para los asalariados.
Durante mucho tiempo a cuenta de la globalización y de la competitividad se ha puesto en cuestión el estado de bienestar. A cuenta del incremento de los beneficios presentes de unos pocos, se nos ha chantajeado con la posibilidad de perder nuestras futuras pensiones. Durante demasiado tiempo hemos sido amenazados con la deslocalización de empresas. Y con estos argumentos a medio camino entre la responsabilidad y la amenaza, se nos ha ido exigiendo más esfuerzo mientras disminuían nuestros salarios y los derechos sociales y laborales parecían eclipsarse.
Hemos sido prisioneros, y aún lo somos, de unos cínicos que nunca predican con el ejemplo del sacrificio, pero que lo exigen permanentemente a los demás. Cuando los autónomos, pequeños empresarios y asalariados estamos atosigados por la presión fiscal, las grandes empresas y multinacionales ofrecen beneficios empresariales vergonzosos. Cuando los trabajadores hemos visto perder nuestro poder adquisitivo y muchos jóvenes cobran absolutas miserias, hemos sido testigos de cómo algunos ejecutivos, entre amenaza y despido, aún tenían tiempo de escamotear al sistema tributario millones de euros. Y si alguien los considera un ejemplo a seguir, si alguien sueña con poder imitarlos, en estos tiempos de desigualdad y de pérdida de oportunidades, que despierte y continúe jugando a la lotería. Si alguien aún les ríe la gracia debería preguntarse si el estado deja de cobrar esos impuestos o simplemente distribuye el fraude aumentando la presión fiscal sobre el resto de contribuyentes.
No tengo nada contra los beneficios empresariales, son esenciales en nuestro sistema económico. Sí, en cambio, estoy en contra de la extorsión y de que el sacrificio siempre recaiga en los mismos. Así que por mi como si el otro medio país se pone en huelga, pero esta vez no por un dos por ciento de incremento salarial, sino para que el estado apriete los machos a quienes de nuestro esfuerzo y sacrificio hacen una fiesta.