La agresiva y destemplada campaña llevada a cabo por el PP en los últimos años, perseguía unos objetivos, que ahora a la vista de las consecuencias de su dulce derrota, pero derrota al fin y al cabo, empiezan a evidenciarse. Durante cuatro años el sector más radical del PP, heredero directo de Aznar, no sólo ha controlado ideológica y estratégicamente la organización, sino que gracias a esta línea de acción ha evitado la necesaria renovación, y por supuesto, la inevitable desaparición de sus representantes de la escena política.
Ahora empieza un proceso complicado para el PP, una vez que la realidad les ha dejado sin culpables fuera del partido (salvo catalanes y vascos, que servimos tanto para un roto como para un descosido), no les queda más remedio que buscar a los responsables de estas derrotas, que están donde siempre han estado, en sus propias filas. Ahora les toca a ellos recibir la medicina que con tanta frivolidad y generosidad han administrado a todos los ciudadanos de este país que pensaban de forma diferente a ellos. No me alegro… bueno, un poco sí, pero sólo porque quizá de toda esa lucha de familias y barones, sólo quizá, salga un partido de derechas menos montaraz y más respetuoso.
Lo sé, soy un ser mezquino y de alma miserable, pero sinceramente, de los defectos de mi carácter ya me preocuparé, como han hecho otros, más adelante. Mientras tanto me pondré cómodo para disfrutar del drama shakesperiano que se nos anuncia. Silencio que ya sube el telón “¡Largo de aquí! ¡a vuestras casas! ¡gente ociosa, marchad a vuestras casas…”*
*William Shakespeare, Julio Cesar.
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