miércoles, 12 de marzo de 2008

¡Guárdate de los idus de marzo!

La agresiva y destemplada campaña llevada a cabo por el PP en los últimos años, perseguía unos objetivos, que ahora a la vista de las consecuencias de su dulce derrota, pero derrota al fin y al cabo, empiezan a evidenciarse. Durante cuatro años el sector más radical del PP, heredero directo de Aznar, no sólo ha controlado ideológica y estratégicamente la organización, sino que gracias a esta línea de acción ha evitado la necesaria renovación, y por supuesto, la inevitable desaparición de sus representantes de la escena política.

Rajoy ha sido la cara derrotada. Pero en el fondo el derrotado ha sido el sector ultra conservador del partido, y quizá por esto sus representantes mediáticos se hayan dado tanta prisa en echar a su candidato a los leones. Demasiada urgencia como para no sospechar que detrás de tan imperioso y precipitado impulso de renovación no se esconda el tan manido deseo de “cambiar todo para que nada cambie”. Pero para dar por finalizada la crisis por la clásica vía de eliminar al candidato, era necesario que este también tuviera vocación de condenado a muerte, y me temo que para la desgracia de algunos y el deleite de otros, Rajoy no está por la labor de poner el cuello.

Ahora empieza un proceso complicado para el PP, una vez que la realidad les ha dejado sin culpables fuera del partido (salvo catalanes y vascos, que servimos tanto para un roto como para un descosido), no les queda más remedio que buscar a los responsables de estas derrotas, que están donde siempre han estado, en sus propias filas. Ahora les toca a ellos recibir la medicina que con tanta frivolidad y generosidad han administrado a todos los ciudadanos de este país que pensaban de forma diferente a ellos. No me alegro… bueno, un poco sí, pero sólo porque quizá de toda esa lucha de familias y barones, sólo quizá, salga un partido de derechas menos montaraz y más respetuoso.

Lo sé, soy un ser mezquino y de alma miserable, pero sinceramente, de los defectos de mi carácter ya me preocuparé, como han hecho otros, más adelante. Mientras tanto me pondré cómodo para disfrutar del drama shakesperiano que se nos anuncia. Silencio que ya sube el telón “¡Largo de aquí! ¡a vuestras casas! ¡gente ociosa, marchad a vuestras casas…”*

*William Shakespeare, Julio Cesar.


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