domingo, 22 de enero de 2012

Don Manuel

Una tragedia es la muerte de un niño o la de una persona a la que aún le quedaban muchos años de vida, pero el fallecimiento de un anciano de 89 años, sin desmerecer el dolor que puedan sufrir sus allegados, debería ser motivo de alegría. Cuando alguien alcanza tan avanzada edad solo significa que ha tenido la oportunidad de completar su ciclo vital, que en mejores o peores condiciones ha podido ver crecer a sus hijos, a sus nietos e incluso puede que a sus bisnietos. A veces, la persona fallecida es elevada a los altares, tras purgar su biografía de los elementos más incomodos, transformando su vida en un ejemplo de abnegación y entrega. Que el PP llorara la muerte de Fraga no solo me parece comprensible, sino que su indiferencia ante el hecho hubiera podido ser calificada de desagradecimiento, le deben mucho a Don Manuel. Otra cuestión es que el PSOE se uniera al lamento, ignorando el pasado político del personaje cuando pregonaba sin empacho ni vergüenza: “la calle es mía”.

No podemos evitar reconocer que fue un político hábil, capaz de sobrevivir y reinventarse a lo largo de los años. Desde el caso MATESA durante la dictadura, a la redacción de la Constitución de 1978, de la que es padre y en la que garantizó que las viejas estructuras franquistas encontraran encaje en el nuevo estado democrático. Dicen de él que fue un trabajador infatigable, supongo que como la mayoría de nuestros abuelos, con la única diferencia de que estos últimos no iban a sus trabajos en coche oficial, sino en tranvía, autobús o andando y pese a sus esfuerzos, hubo tiempos en los años de la depauperada España de la postguerra, en los que no pudieron eludir el hambre. Algo que el Sr. Fraga posiblemente no experimentó y muestra de ello son las famosas fotos bañándose junto al embajador de los EEUU en la supuesta playa de Palomares.

Se adaptó como buen animal político a casi todas las circunstancias sin renunciar a sus principios conservadores y reaccionarios. Nunca condenó el golpe militar de 1936, mal falangista hubiera sido al hacerlo, ni tampoco la dictadura. Debemos admitir que a diferencia de otros, tuvo la decencia de asumir su pasado y no trató de disimularlo o borrarlo. No creo que las campanas debieran haber doblado por su muerte y las muestras de condolencia de políticos presuntamente de izquierdas estaban de más. Para su fortuna y a diferencia de muchos miles de españoles, tuvo la suerte de morir en su cama y tendrá una sepultura identificada a la que sus familiares y sus devotos podrán acudir en peregrinación. Resulta irónico que muriera la misma semana en la que sus protegidos, tratando de salvar el legado franquista, iniciaron el juicio contra el juez que quiso investigar los crímenes de la dictadura. Extraño país el nuestro, que siendo capaz de investigar a dictadores de otras naciones, juzga a quienes tratan de reconstruir la historia y despide, con pena y duelo, a uno de los actores de una tragedia que duro treinta y siete años.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una página interesante en memoria de "Don Manuel":

http://www.rebelion.org/noticias/espana/2012/1/cinco-canciones-para-don-manuel-143256

Anónimo dijo...

Ostrás, ha muerto Fraga???

Javi García dijo...

Joer tio, ¿no ves el NO-DO? No lamentes su perdida, fue enterrado en el interior del coche oficial que utilizó los últimos cincuenta años.