miércoles, 4 de mayo de 2011

Un mundo seguro

Quiero pensar que vivimos en unos estados que respetan los derechos de los ciudadanos y que cualquiera, independientemente del delito cometido, tiene derecho a un juicio justo. No voy a cuestionar la dimensión de la tragedia del 11 de septiembre, ni tampoco la del 11 de marzo. Fueron actos salvajes y crueles en los que asesinaron, sin contemplaciones ni piedad, a miles de inocentes. Tengo muy claro que esas muertes exigían justicia, pero lo ocurrido ha sido simple y llanamente una venganza, un gesto de prepotencia y arrogancia que la vieja “política de cañoneras” de los E.E.U.U. Muchos líderes occidentales se han apresurado a asegurar que el mundo es ya un lugar más seguro, mientras advertían del riesgo de atentados como respuesta a la muerte de Bin Laden, todo un contrasentido que parece ocultar la necesidad de prolongar el miedo, de continuar explotando la franquicia de Al Qaeda, más allá de la desaparición de su fundador e ideólogo para justificar actos que ignoran los derechos más fundamentales de los individuos.

Realmente no sé cual es el motivo de celebración. Ha muerto un asesino, pero las cárceles secretas y las torturas persisten, y Guantánamo continúa abierto. Los únicos ganadores de esta tragedia, que ya se prolonga una década, son los halcones que con la excusa de la guerra al terrorismo han hecho su agosto en términos económicos y políticos. Salvo ellos nadie gana nada, esa operación ha sido una estupidez que ha tenido lugar en el momento más inoportuno, justo cuando la marca Al Qaeda estaba en decadencia. Cuando los pueblos musulmanes empezaban a despertar de su letargo exigiendo libertad y democracia, E.E.U.U. y sus aliados no solo convierten a un asesino en mártir, sino que también insultan a todos los musulmanes al no respetar los ritos que exige el Corán para enterrar los cuerpos. Justo cuando los halcones, reaccionarios e integristas cristianos estaban siendo puestos en entredicho por los hechos, cuando los tópicos creados durante los últimos diez años comenzaban a tambalearse por el impulso reformador de los pueblos del norte de África y Oriente Medio, Bin Laden es localizado y ejecutado.

El mundo sería un lugar más seguro si hubieran sido los tribunales los que hubieran dictado sentencia y condenado al terrorista. De hecho, también sería un lugar más justo si se procesara a gente como Bush, Blair y Aznar, si gente como Kissinger durmiera en el catre de una celda o si todos esos criminales de la guerra de los Balcanes fueran localizados y juzgados. Mientras eso no ocurra, la seguridad, la del tiro en la nuca y la de la fosa sin nombre, puede acabar por amenazarnos a todos.

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