lunes, 6 de agosto de 2012

Una lectura no recomendada

Título: Patriotas
Autor: James Wesley Rawles
Recomendación de lectura: Solo si simpatizas con el Tea Party, eres un fanático de las armas o estás preparándote para el fin del mundo o preparando un atentado (los detalles para fabricar explosivos son espeluznantes). Si quieres conocer de primera mano la aberración ideológica del Tea Party y patentes similares este libro te espantará pero no te defraudará.

Supongamos que una crisis financiera provoca un colapso económico y social. Los sistemas de transporte, distribución y producción de alimentos se detienen. El caos y la violencia se extienden por los EEUU provocando ciento sesenta millones de muertos. Pero aquí no acaba la lista de males; tras varios años de colapso se organiza un gobierno federal, un reducido grupo de políticos y miembros de la antigua élite económica y militar se hacen con el control del gobierno de forma muy poco democrática, pretendiendo imponer, con ayuda de la ONU y de Europa, un reinado de terror que no respetará vidas ni haciendas, con tal de lograr sus objetivos. Sin embargo nuestros protagonistas son un grupo de personas que llevan años preparándose para un acontecimiento de esta naturaleza. Ellos, que más adelante se autodenominarán la Milicia del Noroeste, pasan los días, armados hasta los dientes, leyendo la Biblia y rezando. Forman uno de esos grupos de supervivencialistas, son gente recta, de conducta irreprochable e inmaculada alma. Son la esencia de los EEUU, las raíces que sostienen el podrido árbol en el que se ha convertido su país. Ellos, ayudados por su espíritu indómito, firmeza ideológica y Dios, regenerarán la nación devolviéndola a la senda espiritual de los Padres Fundadores.

Si algún calificativo merece este libro, aparte de infecto, es el de aburrido, llegando a ser soporífero. Como novela deja mucho que desear y como historia también. La obsesión por las armas y la munición ocupa muchas páginas del relato, detalles técnicos precisos e innecesarios, más propios de un catálogo, convierten la lectura en todo un reto para todo aquel que no trata de sustituir su pene por un fusil o su clítoris por una ametralladora (en esta historia, como en el Tea Party, las chicas son guerreras). Sus personajes, de tan arquetípicos, acaban transformados en ridículas caricaturas dispuestas a disparar contra todo aquel que en su enfermizo universo está corrompiendo su nación. La técnica narrativa es simple y lineal, sin complejidades. Cuando crea tramas paralelas estás desaparecen sin más explicaciones, no queda claro si este abandono de personajes y tramas, es el resultado de las carencias técnicas del narrador o simplemente una forma de evitar el complicar la vida a sus lectores. Leer exclusivamente la Biblia y las circulares de la Asociación Nacional del Rifle debe tener efectos indeseados en las habilidades lectoras.

El libro tan solo es un listado de enemigos, reales o imaginados, de amenazas potenciales y de agravios que deben ser subsanados. Entre los enemigos están los moteros que viven del saqueo, el asesinato y la violación. Las amenazas potenciales están representadas por dos jóvenes, rápidamente ejecutados, no por sus ideas por supuesto, (encuentran en su equipaje varios ejemplares del libro rojo de Mao), sino porque son caníbales que se alimentan de niños (Mao ad portas o “cuidadín” con los chinos). Y los agravios son subsanados cuando una vez ganada la Segunda Guerra Civil (así la bautiza el autor). El estado federal es reducido a su mínima expresión, se elimina cualquier prestación social, el derecho a portar armas es establecido sin ninguna restricción y Europa es “liberada” (suponemos que de su perversa y socializante tendencia a financiar sanidad y educación publicas). Eso sin mencionar la condescendencia y el paternalismo respeto a judíos y negros, cuyo trato desprende un tufillo racista solo contenido por la necesidad de reunir simpatías políticas. En resumen, no es un libro que aconseje salvo que tus motivos estén incluidos entre los expuestos al principio. Eso sí, si te decides a leerlo, prepárate para asustarte por su contenido reaccionario, a bostezar por su pobreza narrativa y por supuesto, puestos a devolver el golpe (Ley del Talión), no pagues por él, busca a un amigo o conocido que te lo preste.

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