martes, 2 de diciembre de 2008

Afganistán

Afganistán es una nación agreste y posiblemente asilvestrada con una larga tradición de resistencia y expulsión de invasores, los ingleses en el siglo XIX y los soviéticos en el XX trataron de controlar ese territorio y sus ejércitos fueron triturados por unas tribus curtidas en la guerra, financiadas con el tráfico de opio o por alguna potencia dispuesta a aprovechar los errores de sus oponentes. Ese país es inconquistable e ingobernable y la experiencia soviética debería haber servido de advertencia de que el número de soldados y tanques es irrelevante cuando se trata de luchar contra unas gentes para las que la guerra adquiere casi dimensión de manifestación cultural
Los soldados de la OTAN, incluidos los nuestros, están allí amparados por una resolución de la ONU; empantanados en una misión humanitaria y de lucha contra el "terrorismo global" o eso nos cuentan. Pero las soluciones militares por sí solas no resuelven ningún conflicto, como tampoco la supuesta bondad de su misión, resiste la simple observación de un mapa. Afganistán y Pakistán son claves para los intereses occidentales en la zona, son la única salida al mar del mítico y supuestamente abundante petróleo del Cáucaso. Es cierto que existen otras vías para hacerlo llegar hasta nosotros, pero pasan por Moscú o Teherán, que como intermediarios son sujetos poco fiables y seguramente sus intereses se encuentran más cómodos con un Afganistán inestable y un Pakistán poco favorable a las necesidades energéticas occidentales.
Así que esta guerra tiene muchas posibilidades de transformarse en un largo conflicto. Si tenemos suerte y la diplomacia hace bien su trabajo, es posible que la misión humanitaria de la ONU no transforme aquella región en un polvorín y allí, no lo olvidemos, aparte de pólvora también almacenan plutonio.

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