miércoles, 22 de junio de 2011

Los rescatadores

Resulta que Grecia, una economía que no representaba más del 0,2% del PIB de la Unión Europea, puede acabar transformándose en el Lehman Brothers de la deuda pública, en la Némesis de la incipiente recuperación económica. Ahora bien, antes de atender a tanto pájaro de mal agüero, sería interesante preguntarles qué resultado esperaban obtener de sus recetas económicas. Cómo esperan que Grecia, o cualquier otro país, pueda pagar sus deudas cuando además de estar hundiendo su economía, debe de hacer frente a unos intereses desorbitados. El problema no está solo en Grecia, como antes no lo estuvo en Argentina, Chile, Brasil o Ecuador (la lista sería muy larga para enumerarlos a todos), sino en la propia naturaleza de las medidas exigidas como condición para conceder las ayudas.

Invariablemente las intervenciones del FMI y ahora también de Bruselas, tienen como consecuencia un incremento de las tasas de desempleo, un aumento de la pobreza, y una profunda depresión de la actividad económica que supone una intensa destrucción de su tejido empresarial e industrial. Todo esto a su vez provoca una brusca caída de la recaudación fiscal, imposibilitando que los estados dispongan de los recursos económicos necesarios para hacer frente a sus obligaciones. Más cuando las recetas exigen que el esfuerzo fiscal recaiga en asalariados, pensionistas y pequeños empresarios, incrementando los impuestos indirectos, mientras se desprecia la aplicación de unas políticas fiscales progresivas y redistributivas (a eso lo llaman consolidación fiscal).

Lo cierto es que con este panorama solo queda una pregunta por hacer a esos tecnócratas escorados descaradamente a la derecha: ¿esperaban otro resultado? O como todo indica ¿era justamente este el punto al que querían llegar? Lamentablemente Grecia acabará cayendo, no porque sus ciudadanos en un gesto de “irresponsabilidad” hayan salido a la calle para protestar contra los recortes, ni porque sus políticos falsearan durante años las cuentas públicas, sino porque está atrapada en un círculo infernal que le impedirá hacer frente al pago de sus deudas, al menos en las actuales condiciones.

Puede que Europa esté en riesgo, pero ese argumento que empieza a despedir un desagradable tufillo racista, ya que señala a griegos, portugueses, italianos o españoles como los responsables de la situación, obviando el papel desempeñado por la banca. El verdadero peligro para todos, da igual que seamos morenos o rubios, está en los “rescatadores” enrocados en recetas económicas ineficaces y argumentos tendenciosos. El riesgo está, por puro empecinamiento ideológico, en prolongar la crisis hasta que se alcancen esos objetivos que cambiarán, para peor, las condiciones económicas, sociales y políticas de los estados miembros de la Unión. Les da igual que mientras dibujan su paraíso neoliberal, millones de personas sufran, les resulta indiferente que un 5% de esos vagos y sucios españoles, que ni se lavan las manos cuando manipulan pepinos, pasen hambre a diario, seguramente, como los griegos, lo tenemos merecido.

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