miércoles, 15 de junio de 2011

The walking dead

Un ciudadano de una localidad británica, gracias a la ley de libertad de información, solicitó a la autoridad local conocer qué planes tenía respecto a una posible epidemia de zombis. Evidentemente los receptores de la solicitud y tras componer el gesto, respondieron con una sinceridad poco habitual en los políticos: No tenían ningún plan que contemplara una contingencia de esa naturaleza. Evidentemente esta claridad en la respuesta no es excusa para que los ciudadanos de Leicester, y por extensión del resto del mundo, no exijan responsabilidades por la falta de eficacia e imprevisión ante una amenaza tan cierta y probable como que una horda de zombis pueda convertirnos en steak tartar.

No podemos desdeñar la amenaza, el riesgo de que millones de cadáveres deambulen por nuestras calles perdiendo porciones de sí mismos, mientras se afanan por arrancarnos a mordiscos trozos de los nuestros. No podemos ignorar el peligro de que tantos tipos con problemas de aliento ronden por nuestras vidas persiguiéndonos incansablemente, esperando a que seamos derrotados por el cansancio para ser digeridos. Es fácil imaginarse la espeluznante escena: Ciudades devastadas por el fuego, personas tratando de huir, de ponerse a salvo de sus propios familiares, de sus vecinos y amigos. Mezclándose en una fuga masiva, sanos con infectados, una huída que solo serviría para extender la enfermedad y que al final acabaría transformando el planeta entero en un inmenso cementerio. Como rezaba el cartel de aquella película de Lamberto Bava: “Harán de los cementerios sus catedrales y de las ciudades vuestras tumbas”.

Destrucción y caos, confusión y miedo, esas serían las consecuencias de la imprevisión política. Menos mal que nuestras sociedades no solo son capaces de producir genios e injusticias, sino también a descerebrados integrales capaces de inventarse miedos y alarmas, poniendo en evidencia, gracias a las supuestas imprevisiones, nuestras verdaderas carencias. También es posible que el ciudadano de Leicester sea un maestro de la metáfora y donde dijo zombis quiso decir especuladores. Da lo mismo, la respuesta que le dieron sirve para ambos supuestos, no estamos preparados para resistir a esos devoradores de carne, aunque el trozo que nos arranque sea metafórico.

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