jueves, 18 de agosto de 2011

Flotando en estado Zen


Hace unos días recibí una de esas presentaciones de Power Point que pretenden darnos una lección magistral sobre la amistad o el amor. En este caso concreto, la intención no era hacerte recordar lo maravillosa que es la vida, ni te amenazaba con siete años de mala suerte si rompías la cadena, ni tampoco te prometía que tus deseos se verían cumplidos si la enviabas a varios cientos de tus contactos. El objetivo era mucho más modesto, porque explicaba de forma sencilla y didáctica, casi como un sermón, el porqué unos países eran ricos y otros no. Según la presentación, todo se reducía a una cuestión de actitud y voluntad de sus ciudadanos, resumiendo los grandes males que aquejan a las sociedades en cuestiones económicamente tan relevantes, como la puntualidad, la pulcritud en el vestir y la seriedad. En resumidas cuentas, según el autor o autora de la presentación, los pobres son pobres, porque les da la gana o carecen de la suficiente voluntad para dejar de serlo; dicho en román paladino, viven en la miseria porque son unos auténticos haraganes.


Hay que reconocer que la profundidad del análisis es para dejar consternado a cualquiera, no porque haya gente capaz de ignorar los hechos de forma tan torticera o dispuesta a inventarse rocambolescas teorías para justificar y legitimar las desigualdades, sino porque hay personas que, de buena fe o presionados por las circunstancias, se las toman en serio. Y en ese universo de explicaciones absurdas, que pretenden imputar al individuo la responsabilidad de todas sus desgracias, tengo especial inquina a esa pseudo-filosofía llamada “Pensamiento positivo”. Quizá soy un cenizo, dominado por pensamientos negativos, pero por muchas vueltas que le he dado, no he sido capaz de ver qué tiene de positivo padecer un cáncer o perder tu empleo, ni por supuesto, que oportunidades de mejora personal pueden aportar al individuo.

Realmente, me sorprendería que esos impresentables que se pasan la vida abrazándose a árboles para sentir sus vibraciones (aunque posiblemente al recibir las suyas el pobre árbol pierda todas sus hojas) ignoraran el hecho que en demasiadas ocasiones no es suficiente con la voluntad o el deseo de vivir. Que con frecuencia la personas pierde la esperanza y muchas batallas, porque la realidad generalmente no atiende a oraciones ni concede ventajas (salvo que puedas pagarlas), independientemente de lo bueno que sea tu “rollo” metafísico. Saben perfectamente que si el individuo asume toda la culpa nunca buscará responsables, ni explicaciones a las desigualdades y por supuesto, no tratará de cambiar las cosas. Saben muy bien que el hombre "positivo" tragará con todo, tratando de aprovechar “su oportunidad”, mientras los miserables de esta tierra, culpables de muchas desdichas, se parten de risa viéndonos flotar en estado Zen.

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