jueves, 22 de septiembre de 2011

Chivos expiatorios

Seis científicos italianos serán procesados por no predecir el terremoto que sacudió L´Aquila en el año 2006 provocando la muerte de 308 personas. Es posible que considerar esta actuación judicial como un proceso inquisitorial sea excesivo y sin descartar esta posibilidad, quizá deberíamos estimar que esta causa es un intento de ofrecer a los familiares de las víctimas y a los damnificados unos chivos expiatorios que calmen los ánimos y eviten un juicio político a otras instancias de la administración italiana. No nos engañemos, echar unos cuantos cristianos a los leones o quemar a un puñado de judíos fue una técnica habitual entre reyes y emperadores cuando pasaban apuros y necesitaban calmar las pasiones de la plebe ofreciéndoles, si no una solución, sí al menos unos culpables.

Es ridículo someter a unos científicos a juicio sólo porque sus conocimientos son insuficientes para predecir un fenómeno natural, máxime cuando es aceptado que, hoy por hoy, este tipo de predicciones no son posibles. Qué hubiera ocurrido si disponiendo de datos, imprecisos, indirectos e incompletos hubieran dado la voz de alarma, cuántos de esos políticos, ciudadanos y expertos, los mismos que ahora exigen sus cabezas, se les hubieran echado encima tachándoles de alarmistas, alegando, menuda ironía, que su ciencia era inexacta.

Sin embargo, aprovechando la severidad que las autoridades judiciales muestran con el trabajo científico, podrían dedicar un tiempo a investigar a esos “científicos”, que desde sus cátedras pontificaron sobre unos modelos matemáticos que garantizaban la imposibilidad de que el capitalismo sufriera una nueva crisis, a los que durante años y contra toda evidencia, negaron el cambio climático, a los expertos de la OMS que anunciaban pandemias para que las farmacéuticas vendieran vacunas y retrovirales, o a los expertos que firman informes, financiados por multinacionales, negando los efectos nocivos sobre la salud de las microondas. Claro que tal vez, ciertos jueces y políticos consideran que una omisión por falta de recursos o conocimientos es motivo suficiente para abrir un proceso, mientras que por el contrario, supeditar una investigación científica y sus conclusiones a intereses espurios, no es razón suficiente para denunciar a nadie.

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