Un hombre, una familia, obligados a abandonar su tierra; este coche oxidado que cruje por la carretera hacia el oeste. Perdí mis tierras, me las quitó un solo tractor. Estoy solo y perplejo. Y por la noche una familia acampa en una vaguada y otra familia se acerca y aparecen las tiendas. Los dos hombres conferencian en cuclillas y las mujeres y los niños escuchan. Éste es el núcleo, tú que odias el cambio y temes la revolución. Mantén separados a estos dos hombres acuclillados; haz que se odien, se teman, recelen el uno del otro. Aquí está el principio vital de lo que más temes. Éste es el cigoto. Porque aquí ‹‹he perdido mi tierra›› empieza a cambiar; una célula se divide y de esa división crece el objeto de tu odio: ‹‹Nosotros hemos perdido nuestra tierra››. El peligro está aquí, porque dos hombres no están tan solos ni tan perplejos como pueda estarlo uno. Y de este primer ‹‹nosotros›› surge algo aún más peligroso: ‹‹Tengo un poco de comida ›› más ‹‹yo no tengo ninguna››. Si de este problema el resultado es ‹‹nosotros tenemos algo de comida››, entonces el proceso está en marcha, el movimiento sigue una dirección. Ahora basta una pequeña multiplicación para que esta tierra, este tractor, sean nuestros.
"Las uvas de la ira"
"Las uvas de la ira"
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