miércoles, 12 de mayo de 2010

La culpa no es del cerdo

No conozco ningún país que tras recibir las ayudas del FMI y aplicar las recetas económicas que las condicionan, haya mejorado su situación a medio o largo plazo. Es más, estas naciones suelen acabar bastante peor de lo que estaban antes de que el FMI acudiera en su auxilio y los supuestos beneficios para sus ciudadanos se traducen en un espectacular incremento de la pobreza. Cuando hace unos días leí en la prensa que un representante de esa institución estaba en España y exigía la reforma del mercado laboral y de la negociación colectiva, empecé a temblar, nada bueno saldría de esa visita. Además, tras dos semanas escuchando los pronósticos apocalípticos de los “mercados” sobre nuestra economía, solo era cuestión de tiempo que el gobierno acabara cediendo y anunciara medidas económicas similares a las griegas (cualquiera le dice no a Mister Obama).

Esta mañana el presidente del gobierno, siguiendo el dictado de los mercados, en un guión decepcionante por lo previsible, ha anunciado nuevas medidas para recortar el déficit público. Otra cuestión es que éstas tengan alguna utilidad, salvo la de empeorar la situación económica. Hemos entrado en una espiral muy peligrosa que se sustenta sobre la premisa falsa de que con las medidas adoptadas se reducirá el déficit fiscal y por extensión mejorará la situación económica. Y en serio, que alguien me lo aclare porque en la clase que explicaron cómo cuadrar el círculo me quedé dormido.

Veamos, si reducimos la capacidad adquisitiva de los trabajadores (los funcionarios y pensionistas han sido los primeros, pero no serán los únicos, si no observemos lo ocurrido en Grecia y esperemos al resultado del diálogo social), si incrementamos los impuestos indirectos, reducimos la inversión pública y ya de paso devaluamos discretamente el euro, ¿no provocará esto una contracción del consumo y una caída de la recaudación fiscal que harán necesarios nuevos y sucesivos ajustes presupuestarios hasta que ya solo quede como opción subastar las obras de arte del Museo del Prado?

Estas medidas solo tienen una finalidad, tranquilizar a los bancos que en lugar de utilizar los fondos de rescate para sanearse, los invirtieron en deuda pública pensando que estaban haciendo un buen negocio. Y vaya si lo han hecho. Han logrado en apenas dos años pasar de deudores a acreedores sin ni siquiera devolver un solo euro del dinero que recibieron. Claro que responsabilizar a la banca por engordar mientras nos vacían de nuevo los bolsillos sería demasiado sencillo, como dice un buen amigo, la culpa de que el cerdo engorde no es del cerdo, sino de quien lo alimenta.

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