jueves, 10 de marzo de 2011

Deprisa, deprisa

Posiblemente la decisión de disminuir la velocidad en autopistas no sea una medida que suponga un gran ahorro, sin embargo tiene el valor de recordarnos que los tiempos felices del petróleo barato ya son historia. Esta medida debería como mínimo despertarnos de nuestro sueño de riqueza y crecimiento ilimitado (al menos sobre los actuales criterios) antes de que acabe convirtiéndose en una pesadilla. Somos conscientes, en menor o mayor grado, de que el actual modelo es insostenible no solo en términos energéticos sino también productivos. Hemos integrado en el discurso personal e institucional las inquietudes medioambientales, pero la firmeza de nuestras convicciones ecológicas finaliza cuando las palabras se concretan en normas. Nuestro país necesita una estrategia a largo plazo que aumente la eficiencia energética, reduzca la dependencia de las importaciones de petróleo, atienda el interés general e ignore los argumentos oportunistas que aprovechan cualquier ocasión para cantar las excelencias de la energía nuclear.

Quien quiera pensar o pretenda hacernos creer que nuestros problemas económicos se solucionan apretando el acelerador debería enterarse de que los retos del siglo XXI exigen soluciones de este siglo, no del pasado. Si se quedan más tranquilos haciendo un ejercicio de demagogia relacionando velocidad con libertad (como si el derecho a la vida estuviera por debajo del derecho a apretar el acelerador), no solo se están comportando como unos auténticos irresponsables, sino también animando a ignorar el problema de fondo. Seguramente hay muchos intereses decididos a mantener alto el consumo de petróleo, a fabricar electrodomésticos con fecha de caducidad o impresoras que dejan de funcionar cuando alcanzan cierto número de páginas. Posiblemente esta forma de hacer las cosas y de concebir la vida sea viable durante algún tiempo más, pero solo nos acercará más deprisa al muro de realidad contra el que impactaremos, y ya se sabe, a mayor velocidad más posibilidad de sufrir un accidente y peores consecuencias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mira por dónde, estoy totalmente de acuerdo contigo. Olga