lunes, 23 de julio de 2012

Tal para cual


Hace unas semanas Angela Merkel con mucha razón “riñó” a todos aquellos que se habían aprovechado de la burbuja inmobiliaria española. Doy por supuesto que esta riña la hizo extensiva a los bancos alemanes que obtuvieron grandes beneficios durante el tiempo que duró la burbuja. La principal preocupación de un acreedor es cobrar las deudas y la banca alemana no es una excepción. Con el rescate de 100.000 millones destinado a sanear el sistema financiero español, ya aprobado por amplia mayoría por el Bundestag, ellos ya han resuelto su principal preocupación. Lo que pase luego ya no les incumbe. Y está ocurriendo lo irremediable, el resto de acreedores, a los que se le han sumado los inevitables especuladores, quieren también garantizarse el pago y la forma de lograrlo es a través de la intervención de España.

No podemos reprocharles sus intenciones, además motivos para la desconfianza y excusas para su actuación no les faltan. No me gusta que los alemanes condicionen mi futuro en su deseo de proteger a sus bancos. Aunque puedo entender que un ciudadano alemán mire con desconfianza a nuestro país, un lugar que parece inundado por los casos de corrupción y donde el dinero parece haberse esfumado en aeropuertos fantasmas y en estaciones de AVE desiertas. Tampoco a nadie le gusta que su dinero sea despilfarrado por unos mangantes, y los alemanes no son una excepción. Si a esto le sumamos un gobierno incompetente, aislado en su arrogancia y un presidente de gobierno llegado al poder más por los errores ajenos que por sus propias virtudes, y cuya única estrategia en política es no intervenir a la espera que la situación se resuelva sola, en este contexto es natural que los especuladores traten de obtener el máximo beneficio o los acreedores salvar sus inversiones.

Ahora nuestro gobierno descubre las maldades de los “mercados” y las perversas consecuencias de la especulación financiera, cuando durante años no solo la han alimentado ideológicamente sino que también han participado en ella. Recordemos la vinculación del ministro de economía Luís de Guindos con Lehman Brothers. Resulta que los tiburones de las finanzas no establecen diferencias pese a las simpatías ideológicas, y el hecho les ha cogido con el paso cambiado. Los que iban a solucionar todos los problemas en un pispás, se encuentran atrapados en la misma red de perversos intereses que ellos contribuyeron a crear y mantener, un ejemplo de venganza poética si no fuera porque si ellos sudan tinta china, nosotros derramaremos lágrimas de sangre. Y como no hay dos sin tres, la inefable Espe, que no sabe mantener la boca cerrada, ya habla de corralito, una forma estupenda de incentivar la fuga de capitales. Claro que tan poco acostumbrada está a responder de sus errores que eso le trae sin cuidado, solo le preocupa su ambición política. Por lo demás, que arda Troya si es necesario para lograr sus objetivos, justo como los especuladores, en el fondo son tal para cual.

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