jueves, 17 de noviembre de 2011

El golpe de estado permanente


Los hechos están demostrando que los famosos “mercados” no sólo persiguen un objetivo de naturaleza política, sino que también los estados se están rindiendo y los políticos cediendo a la presión, haciéndose a un lado para que los asuntos públicos sean gestionados por los “tecnócratas”, unos seres supuestamente ungidos con el don de la infalibilidad y la virtud de la desideologización. La caída del gobierno griego, la del italiano, la plena aceptación del portugués de todas y cada una de las condiciones establecidas por Bruselas en materia económica y social, son claros indicadores de que, apelando a una amenaza económica, los derechos de los ciudadanos están siendo suspendidos, que algunos países están siendo puestos bajo el estado de excepción y esto, dejándose de circunloquios, puede ser calificado, lisa y llanamente, de golpes de estado, amparados por Bruselas y el FMI y avalados por los parlamentos nacionales.


No estamos viendo tanques rodando por las calles, ni uniformados secuestrando parlamentos y anunciando la próxima llegada de una autoridad competente, pero salvo las diferencias formales, el caqui ha sido sustituido por el azul y los sables por corbatas; a los ciudadanos no sólo se les está negando el derecho a ser representados, sino que cualquier movimiento de protesta está siendo descalificado y reprimido, clasificando, a sus participantes de violentos. Además, ¿quiénes son estos “tecnócratas”?, la propia intención al utilizar el término no deja de ser una falacia, ya que se les presenta como personas sin ideología, algo difícil de creer. Basta con echar un vistazo a sus currículos para comprobar que su “neutralidad” ideológica está fuertemente escorada hacia la derecha. Estas personas, designadas primeros ministros, son la garantía exigida por los mercados para continuar haciendo dinero y para asegurarse que los beneficios del saqueo no disminuirán.

¿Hasta cuándo esos abstractos conspiradores continuarán presionando? Pues es sencillo, hasta que alguien decida pararles los pies y enfrentarse a ellos. Esto finalizará cuando los políticos redirijan sus prioridades y decidan legislar en beneficio del interés general y no del compuesto. Quizá alguno de esos políticos que ahora se aparta lo haga por simple cálculo, así el coste será asumido por otros; sin embargo, olvidan las consecuencias que tuvo para la monarquía italiana (1922), la griega (1974) y por supuesto, la española (1931), ceder ante los golpistas, supuso la pérdida de su legitimidad ante los ciudadanos. Algo así puede ocurrir también a la UE, ciertamente realiza tímidos e insuficientes intentos legislativos por frenar a los especuladores (la gesticulación no se la podemos negar), como, por ejemplo, prohibir los CDS, pero esta medida no será efectiva hasta noviembre del 2012, una lentitud que podría ser interpretada como un expreso deseo de prolongar el golpe de estado permanente, de facilitar la formación de más gobiernos de “concentración nacional” dirigidos por tecnócratas. Luego se preguntarán el porqué hay euroescépticos; lo realmente sorprendente es que la UE pueda sobrevivir a las decisiones que sus tecnócratas toman desde Bruselas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como colofón y remate a la entrada...la viñeta de Forges publicada en El Pais hoy, 18-11-2011.

Amén.