martes, 8 de noviembre de 2011

Sueños

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Pedro Calderón de la Barca. La vida es sueño.


Es posible que el único lugar donde somos realmente libres es en nuestros sueños. No me refiero a las ilusiones, los deseos o las quimeras, sino a la experiencia mientras dormimos que nos aventura en un paisaje bello, desconcertante y casi siempre extraño porque se construye sobre los símbolos. Durante un tiempo nuestro yo auténtico, libre de convencionalismos y ataduras, pasea por un mundo surreal que nos explica un espacio donde el tiempo se confunde, las distancias desaparecen, los anhelos toman forma, los deseos adquieren volumen y nuestros temores tienen rostro. Cuando dormimos creamos nuestras propias historias y narraciones; en cierta medida, durante unas horas somos unos escritores o guionistas que se atreven con casi todos los géneros.

Los expertos afirman que los sueños son sólo un proceso que nos sirve para reordenar nuestras experiencias cotidianas, descartando la posibilidad de que tengan cabida significados ocultos, ni que puedan ser interpretados. Quizá sea así, aunque me resulta difícil comprender el empeño de la ciencia por reducir a los seres vivos a complejas combinaciones químicas, a simples marionetas de una realidad programada que invade todas y cada una de las células de nuestros cuerpos. Parece como si les dominara la necesidad de equiparar la condición humana a la funcionalidad de una compleja máquina cuyas emociones, conscientes e inconscientes, sólo son un indeseado subproducto de su funcionamiento.

Tanto empeño en robarnos lo inexplicable, en arrebatarnos las quimeras, en convertir el mundo en un lugar tangible y predecible podría ser el resultado de convicción científica, de legítima curiosidad, pero también un intento absurdo por convencernos de que la realidad definida ni puede ser cambiada, ni tiene escapatoria. Me da exactamente igual la opinión de los expertos, seguiré creyendo, mi experiencia así me lo indica, que los sueños nos transforman mientras nos explican de forma diferente la vida. Serán solo sueños pero son el único lugar donde se nos permite abrazar, aunque sea de forma fugaz, a quienes añoramos.

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