martes, 15 de noviembre de 2011

Tambores de guerra


Una vez anunciada la retirada de las tropas de Afganistán e Irak el nuevo objeto de deseo militar de EEUU diríase que es Irán. Parece ser que los estrategas de gatillo fácil e intereses inconfesables han puesto sus miras en una nación a la que le tienen una intensa, persistente y antigua ojeriza. Hace unas semanas Barack Obama denunció una confusa conspiración tras la que estaba el gobierno iraní, para asesinar al embajador de Arabia Saudí en los EEUU. Como aquello, por inverosímil, no acabó de cuajar, retomaron el clásico de las armas de destrucción masiva; sí la excusa ya funcionó en el pasado cuando no existían, ahora con un Irán que no ha escondido su voluntad de desarrollar un programa atómico y contar con armas nucleares, posiblemente de cara a la opinión pública, el pretexto puede que les funcione algo mejor. Además, con tanta gente distraída con cuestiones tan irrelevantes como la crisis, el desempleo y la pérdida de calidad democrática, es posible que hasta la noticia de un posible ataque pase desapercibida o como mínimo no provoque una reacción demasiado intensa por parte de unos ciudadanos poco comprensivos con las guerras preventivas.


El régimen iraní tiene en Occidente tantas simpatías como las puede tener EEUU en Oriente Medio y cada uno a su manera trata de defender sus intereses en la zona. Irán no ha disimulado su intención de ser una potencia regional dispuesta a competir en términos militares con Israel, arrebatándole el monopolio en materia de armas atómicas; asimismo en el terreno político ha demostrado su intención de influir en los gobiernos del norte de África. Si lo conseguirá o no, ésa es otra cuestión, no sólo por la manifiesta voluntad de EEUU e Israel para impedirlo, sino porque también Turquía se ha sumado a este juego de dominio. Por su parte EEUU tiene en Irán un viejo enemigo al que no ha perdonado aún el asalto de su embajada en Teherán hace veintisiete años. Además una vez eliminado Irak, Irán es la siguiente carta en su estrategia de destruir y desestructurar estados para evitar que sus intereses en la zona sean perjudicados y los países “amigos”, árabes y suníes, duerman más tranquilos ante una potencia, persa y chií, de la que abiertamente desconfían.

Otra cuestión es la de las armas nucleares. Si el nuestro fuera un mundo perfecto seguramente no existirían e incluso en el nuestro cualquiera con dos dedos de frente es consciente de que estamos jugando con fuego y que existe la posibilidad de que en cualquier momento, ya sea por error (incidente equinoccio de otoño) o de forma premeditada, algún mísil puede llegar a ser lanzado. Sin embargo, cuando el arsenal atómico es una realidad, la pregunta es quién es, EEUU, Rusia, China, Israel, Gran Bretaña o Francia para decidir quién puede o no tener armas atómicas. Y por supuesto, diferenciar a las naciones por su grado de responsabilidad para justificar la posesión de ese tipo de armas es ridículo porque, a diferencia de alguna de las citadas naciones, Irán nunca ha invadido otro país. La situación es delicada, siendo lo más preocupante que Netanyahu está presionando a los militares para que ataquen a Irán y estos parecen no estar mucho por la labor y cuando un militar se niega a iniciar una guerra es porque no tiene claro si puede ganarla o lo que es peor, que no podrá controlar sus consecuencias.

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