domingo, 19 de febrero de 2012

El silencio de los corderos


Decididamente le era imposible admitir que un condenado a muerte no tuviera al mismo tiempo la vocación.

Louis-Ferdinand Céline

Evidentemente no tienen suficiente con limitar nuestros derechos educativos, sanitarios o laborales, permitiendo que los empresarios reduzcan los sueldos de forma unilateral o facilitándoles el despido hasta el extremo de dejar indefensos a los trabajadores, frente a la tentación de incrementar los márgenes de beneficios apelando al manido argumento de la competitividad. El discurso que defiende las medidas de la contrarreforma, porque de eso se trata, de una involución en los derechos de los ciudadanos, apela constantemente al sacrificio, a las circunstancias excepcionales que concurren y que nadie niega. El problema no es tanto salir de la crisis, sino la forma escogida para hacerlo, manteniendo los privilegios de unos pocos, mientras el peso del esfuerzo recae en el grueso de la población. Se ha optado por utilizar unas recetas ideológicas, manifiestamente inútiles para resolver los problemas y por lo sencillo,: apretar a los más débiles o como mínimo más desconcertados y por lo tanto menos organizados.

A nadie que esté mínimamente informado y se haya tomado la molestia de leer un poco de historia se le escapa que en la actual línea de actuación de los gobiernos, sea el griego, portugués o español, se masca la tragedia. Introducir modificaciones que desequilibran, en nuestro caso concreto, el compromiso constitucional, tiene el grave riesgo de que cuando se rompen las reglas, se rompen para todos y el conflicto entonces es inevitable. Los lumbreras que nos llevan a todos por el camino de la amargura son conscientes de este hecho, y salvo que se disponga de instrumentos represivos intensos o se establezcan límites al derecho de expresión o manifestación, las medidas injustas y desproporcionadas suelen ser de corto recorrido. Por eso el gobierno de nuestro país exige el silencio, amenaza a sindicatos con limitar el derecho de huelga o si es necesario lanza a la policía contra adolescentes que protestan por la degradación de la escuela pública. No tienen escrúpulos en utilizar a desempleados para enfrentarlos a otros trabajadores. Porque el mensaje enviado con la reforma laboral es perverso y destructor; se les está diciendo a los parados que solo podrán trabajar si otros pierden sus empleos, y en su comprensible desesperación éstos están dispuestos no sólo a creérselo, sino también a asumir el papel que les asignan.

A estos sujetos no les importa robarnos el futuro mientras se ríen en nuestras caras, les da igual que miles de familias pierdan sus hogares, solo les obsesiona el silencio, que la procesión de gente que desfila camino de la desesperación o la marginalidad lo haga en orden, sin protestar. Nada debe interrumpir el sonido de su mantra, cualquier otro ruido diferente a su letanía, repetida hasta el hastío, debe de ser acallado. Y si no es por la fuerza de la razón, será por la razón de la fuerza, lo que cuenta es que los corderos guarden silencio mientras hacen cola en el matadero de la codicia.

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