-El hombre no lo deleita ni la mujer tampoco -dijo Stephen-. Vuelve después de una vida de ausencia a ese lugar de la tierra donde ha nacido, donde ha estado siempre, hombre y muchacho, un testigo silencioso, y allí, terminado su viaje por la vida, planta su morera en la tierra. Entonces muere. El movimiento ha terminado. Los sepultureros entierran a Hamlet père y a Hamlet fils. Un rey y un príncipe por fin en la muerte, con música accidental. Y, aunque hayan asesinado o traicionado, son llorados por todos los corazones sensibles y tiernos, ya sean de Dinamarca o de Dublín, porque la pena por los muertos es el único esposo del que no quieren divorciarse.
"Ulises"
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