El amigo Ansa se ha quedado nuevamente sin medalla. Primero fue el Congreso quien desestimó su deseo de ser condecorado, ahora, su buen amigo Bush, lo ignora mientras premia a “tres fuertes aliados”: Blair, Uribe y Howard. Posiblemente la famosa foto de las Azores solo fue un exotismo histórico. Ignorar al Sr. Aznar no sabemos si fue un desliz de quien olvidó accidentalmente la relevancia de un aliado o un descuido intencionado de quien recordaba perfectamente la irrelevancia del mismo. Aznar, gracias a sus reiterados y extravagantes intentos, se ha ganado declaración tras declaración, el desprecio de muchos y el olvido de casi todos. Él es la demostración palpable y dolorosa de un axioma: el temple de un líder, y también el de cualquier persona, no se revela en los triunfos, sino en las derrotas.
Ahora, en otra de sus disparatadas propuestas, sugiere que Israel forme parte de la OTAN. Su ardor guerrero parece insaciable y posiblemente tiene un origen patológico. No solo quiere dar la posibilidad a Israel de invocar el derecho a ser asistido por sus aliados, sino también a que estos se vean implicados en operaciones de exterminio contra civiles indefensos. Por alguna razón, más relacionada con la psiquiatría que con la política, este frustrado Señor de la Guerra necesita transformar el mundo en un polvorín. Demostrar a esos malditos infieles que él la tiene más larga y ya de paso convertir el planeta en un campo de batalla donde dirimir de forma definitiva la supremacía cultural de una civilización sobre otra.
Sus argumentos y teorías políticas son ridículas y añadiría que esperpénticas, si no fuera porque temo que Valle-Inclán se levante de su tumba y me de dos hostias bien dadas por mezclar literatura con estupidez. Si tantas ganas de acción y de sangre tiene, puede cambiar de profesión y ofrecer sus servicios como soldado de fortuna, Blackwater necesita gente como él, dispuesta a disparar a insurgentes o a arrasar aldeas, da igual si están llenas de niños y mujeres, lo importante es que corra la sangre.
Ahora, en otra de sus disparatadas propuestas, sugiere que Israel forme parte de la OTAN. Su ardor guerrero parece insaciable y posiblemente tiene un origen patológico. No solo quiere dar la posibilidad a Israel de invocar el derecho a ser asistido por sus aliados, sino también a que estos se vean implicados en operaciones de exterminio contra civiles indefensos. Por alguna razón, más relacionada con la psiquiatría que con la política, este frustrado Señor de la Guerra necesita transformar el mundo en un polvorín. Demostrar a esos malditos infieles que él la tiene más larga y ya de paso convertir el planeta en un campo de batalla donde dirimir de forma definitiva la supremacía cultural de una civilización sobre otra.
Sus argumentos y teorías políticas son ridículas y añadiría que esperpénticas, si no fuera porque temo que Valle-Inclán se levante de su tumba y me de dos hostias bien dadas por mezclar literatura con estupidez. Si tantas ganas de acción y de sangre tiene, puede cambiar de profesión y ofrecer sus servicios como soldado de fortuna, Blackwater necesita gente como él, dispuesta a disparar a insurgentes o a arrasar aldeas, da igual si están llenas de niños y mujeres, lo importante es que corra la sangre.
3 comentarios:
Algunas de tus entradas me parecen demasiado realistas. Pero reconozco que ésta es buena :)
¿Demasiado realistas? Jo...ahí me despisto...¿cómo pueden ser demasiado realistas?
Fue en La Rioja donde de certera pedrada le rompieron el labio superior a Don Ansar, cuando era "recaudador de hacienda", dejándole para siempre esa expresión entre babosa y bobalicona que siempre ha disimulado con esperpéntico mostacho. Quizás va siendo hora de que vuelva a pasearse por aquellas tierras, la práctica mejora muchas habilidades.
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