miércoles, 9 de junio de 2010

Silencio, se graba

Las palabras se las lleva el viento con tanta frecuencia como es necesario. Muchos acuerdos y declaraciones, la más común, “te amaré para siempre”, son una clara demostración de que los compromisos verbales, y los otros también, tienen una evidente tendencia a diluirse en el tiempo, especialmente si solo se sostienen en la memoria y el único registro que queda es el lejano y casi siempre brumoso recuerdo de una conversación. El papel trata de solucionar esa fragilidad inherente a cualquier pacto verbal, confiere a las palabras la virtud de la permanencia pero, como cuando lees teatro, éstas pierden su fuerza y se transforman en una monótona retahíla que pueden llegar a tener un efecto soporífero.

Por eso son preferibles las grabaciones, las palabras permanecen en el tiempo, así como las intenciones y las inflexiones con las que fueron pronunciadas y nos permiten, sin haber participado o haber sido testigos de la conversación, hacernos una idea muy exacta de su naturaleza. Seguramente por este motivo es un instrumento tan apreciado en las investigaciones policiales, cuando uno se siente a salvo de oídos extraños suele sacar a pasear su verdadera naturaleza e intenciones, sin complejos y sin disimulos mostramos nuestras miserias y canalladas. Además son fáciles de transmitir, no me imagino a nadie sin un interés cierto en una causa judicial leyendo esos miles de folios que sirven para instruirlas, esos cientos de tomos que, buscando la verdad de los hechos, acaban enterrándolos y convirtiendo los procesos judiciales en un romance interminable a los que solo la muerte del juglar pone fin.

Quizá esta sea la explicación de por qué el PP muestra tanta hostilidad hacia el sistema SITEL* (aprobada su utilización cuando gobernaban) y, en general, hacia las escuchas telefónicas autorizadas por los jueces, no porque pongan en evidencia la red de corrupción de la trama Gurtel, sino porque podemos oír, ser testigos directos de la prepotencia, la chulería, la arrogancia y el sentido de impunidad demostrado por los protagonistas en sus conversaciones. Las grabaciones trasladan los sosos textos teatrales al escenario, es allí donde muestran toda fuerza y de ahí el rechazo de quienes viven de la comedia pero permanentemente tratan de ocultar su condición de actores. No son los únicos, Berlusconi está empeñado en aprobar una ley que pretende limitar las autorizaciones judiciales de escuchas legales e impedir que la prensa pueda darles publicidad. No solo pretenden incrementar las garantías de impunidad de los corruptos sino también que sus verdaderas caras, la intención de sus palabras y sus actos nunca pisen un escenario.

*Sistema Integrado de Interceptación Telefónica.

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