jueves, 9 de septiembre de 2010

Ha estallado la Paz

Ante la incapacidad o imposibilidad del ejército norteamericano de doblegar la voluntad de resistencia de los ciudadanos de Vietnam del Norte y la abierta oposición interna e internacional al conflicto, Nixon decidió “vietnamizarlo”. Unos años después, pese a la ayuda económica y militar de los EEUU, el gobierno de Vietnam del Sur fue derrotado y las imágenes de la espantada norteamericana se convirtieron en un icono cultural. Cinco años más tarde la URSS, ignorando la experiencia estadounidense, invadió Afganistán para sostener a un tambaleante gobierno pro-soviético. Después de un sangrante conflicto el ejército soviético se retiró (en este caso los medios occidentales lo interpretaron como una victoria de la libertad) y el gobierno títere solo sobrevivió unos pocos años. Ambos conflictos son solo dos ejemplos de la esterilidad (en términos sociales y políticos) de casi todas las intervenciones militares. Este tipo de acciones, salvo causar muertes, únicamente sirven para retrasar lo inevitable.

Lo realmente increíble es que esas historias de errores y horrores se repiten con monótona y desalentadora frecuencia. El actual gobierno afgano sobrevivirá mientras las tropas de la coalición estén presentes. Cuándo éstas se retiren, algo que ocurrirá tarde o temprano, los talibanes volverán a controlar el país. No lo conseguirán gracias a su bondad, tolerancia o capacidad de diálogo, sino simplemente porque son la única fuerza coherente, en términos ideológicos y militares, que quedará sobre el terreno. Ellos lo saben y su estrategia perseguirá el objetivo de causar el máximo número de bajas a las tropas de la coalición hasta que éstas, presionadas por la opinión pública, decidan retirarse.

En Iraq las cosas no irán mucho mejor, claro que este caso tiene excepciones y novedades. Por una parte las reservas petroleras iraquíes hacen que la necesidad política de la retirada no sea incompatible con la seguridad del suministro. Así que la administración Obama ha optado por aceptar como solución la privatización del conflicto. Ante la evidencia de que el gobierno o el desarticulado ejercito iraquí previsiblemente serán incapaces de controlar la situación (bastante tendrán con sobrevivir), serán empresas como Xe Services (anteriormente Blackwater), las que se encargarán de preservar la rentabilidad de la inversión. Así que Iraq se desangrará en una larga guerra civil y dentro de unos años, cuando sus pozos ya no sean tan rentables e incluso los mercenarios abandonen el país, los sesudos expertos citaran a Iraq y Somalia como ejemplos de estados fallidos, ignorando, consciente o inconscientemente, que lo único fallido son las intervenciones militares.

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