miércoles, 12 de noviembre de 2008

La decisión de Hannah

Una niña de trece años ha tomado una decisión. Sus opciones eran muy pocas; finalmente ha optado por la única certeza que la vida le ofrece. La medicina ya solo podía lanzar una moneda al aire. Ella ha decidido esperar la llegada de la Parca cerca de los suyos, con quienes ama y quienes continuarán amándola incluso en su ausencia. Nadie firma su sentencia de muerte con gusto y menos cuando se tienen trece años y toda una vida por delante. Ningún padre se rinde al capricho de un hijo si existe una esperanza, una promesa de futuro y no una remota posibilidad terapéutica. Ahora, quienes tienen una vida pero la malgastan ocupándose de los problemas ajenos, quienes no saben encontrar la sabiduría o nunca la han tenido, ni la tendrán, apelan a la edad de la niña para cuestionar la decisión, pero la corta vida de esta criatura contiene la sensatez de muchas mujeres. Su carácter lamentablemente se ha curtido por la dura experiencia de la enfermedad, el dolor y el miedo. Ha crecido de la peor manera posible, sufriendo y viendo como sus ilusiones y proyectos eran arrebatados, como dijo un poeta: “Por una muerte enamorada y una vida desatenta”.
Ella ha optado, con una madurez y valentía difíciles de encontrar, por poner sus condiciones a la muerte; quiere hacerlo en casa con los suyos, no en la mesa de un quirófano o en una sala aislada con el zumbido de máquinas como único adiós. Ahora todos, especialmente los expertos en teología y filosofía, deberíamos cerrar la boca, respetar su decisión y no convertir su despedida en un circo o una cruzada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Emotiva entrada. El tema es verdaderamente complejo y en cambio con tu saber hacer consigues una profunda reflexión que no deja lugar a dudas.
Cerremos la boca y contengamos la lágrima.
Viva en paz.
(Bisente)

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo.
Hannah no solo ha elegido cómo quiere morir, lo más duro es que ha decidido cómo no quiere "vivir". Por llamarlo de alguna manera.
Hay que ser muy valiente para tomar una decisión así, más aún cuando solo se tienen 13 años y la esperanza se supone que es algo innato en ti y el futuro algo que nadie te puede quitar.
No sé si es vergüenza o asco lo que me producen todos esos elegidos que basan su vida en pretender decidir la de los demás, que pretenden estar en posesión de la verdad y se creen con derecho a pontificar sobre el bien el mal de todos y cada uno de nuestros actos.

Anónimo dijo...

Em puc posar en el lloc d'aquesta nena i la seva familia i, tot i que no voldria estar-hi ni di desitjo a ningú, entenc la seva decisió, que és molt dura. Tot el que ha viscut, malgrat la seva malaltia ha estat un regal tant per ella com pels que l'estimen. Tot i que el seu patiment no s'acabarà només podem deixar que canvii tal i com ells ho desitgen.
Que visqui en pau el temps que Déu vulgui donar-li.

Anónimo dijo...

Totalment d'acord amb tu. Malauradament, vivim en una societat on encarem la mort amb més egoïsme (pel que significa de pèrdua) que no pas generositat envers la persona que s'allibera del patiment.
Gràcies per la teva reflexió.