martes, 16 de marzo de 2010

Rebeliones

Esperanza la extravagante, la de las alas en los pies e inmaculados calcetines nos llama a la rebelión. No nos convoca a salir a luchar por la justicia, ni contra el hambre en el mundo, ni contra la corrupción o los mercadeos que venden y compran presidencias regionales. No, nos emplaza a resistirnos contra el incremento del IVA y demos gracias que hizo la propuesta un mes de marzo y no un 18 de julio, porque entonces alguno, llevado por la nostalgia, un arrebato o el entusiasmo, hubiera llegado sin aliento a Burgos a rendir pleitesía y ponerse al servicio del nuevo Farolillo de Occidente.

Supongo que para algunas personas las rebeliones, mejor si son armadas, forman parte de su educación sentimental. Crecieron inmersos en la mística y la épica de la rebelión, fueron educados para mandar. Y cuando los ciudadanos no les reconocen su derecho divino a gobernar tienen por costumbre tirarse al monte o ponerse el mundo por montera y claro, con esos antecedentes, no solo es difícil presentarse como un demócrata medianamente creíble, sino que también a veces el subconsciente les traiciona y dejan vagar libremente toda su lírica intolerante.

Sin embargo quizá todo esto sea tomar en consideración elementos que nunca han pasado por la cabeza de Esperanza Aguirre o si lo han hecho ha sido a tal velocidad que posiblemente ni se haya enterado. Al fin y al cabo estamos hablando de una persona que ha demostrado una ambición desmedida y una querencia por el poder desmesurada. Sus salidas de tono pueden parecer inocentes, inofensivas e incluso excéntricas, pero la realidad es que siempre pillan a Rajoy con el paso cambiado y condicionan su agenda política. Ella o sus asesores saben muy bien que en tiempos de crisis es fácil radicalizar las posiciones y exaltar los ánimos, saben que el miedo y la incertidumbre siempre han sido los mejores aliados de caudillos y “salvapatrias”. Esta señora ha dejado claro que algunas rebeliones o revoluciones, una vez despojadas de todas sus plumas y ornamentos, solo se explican en la ambición desmedida de gente sin escrúpulos.

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