Por Alex.
Creo que la cosa no acaba ahí y lamentablemente lo veremos con los años... Manejo una teoría, propia y posiblemente disparatada, que a pesar de su origen Darwiniano extiende sus causas y efectos a un nivel planetario. Me gusta creer que cuando ocurre algún terrible suceso como un terremoto, un tsunami, una erupción volcánica (excluyo grandes catástrofes provocadas por el hombre como el 11 S), en el que mueren algunos millares de personas, este suceso no es más que un intento del planeta tierra, la hipótesis de Gaia, por equilibrar lo que el hombre se empeña en desequilibrar. A partir de ahí lo que estamos haciendo y lo que pretendemos con estas nuevas terapias y con todos los remedios que nos ofrece la tecnología es deteriorar el genoma humano.
Nuestro genoma ha evolucionado con nosotros durante unos millones de años y son el fruto de adaptaciones, errores y mutaciones, no nos engañemos, hace unos miles de años quizás tan solo cientos, un miope lo tenía crudo para sobrevivir en un entorno hostil, vale, hoy en día tan solo sería atropellado por un autobús urbano y no devorado por un sablodonte, pero unas gafas, unas lentillas o una operación mediante láser, superan esa deficiencia. Una deficiencia que se halla en el genoma y que ese sujeto va a transmitir a la siguiente generación. (Que conste que es el primer ejemplo que se me ha ocurrido y no pretendo que empezar la cruzada por el genoma eliminando sistemáticamente a los miopes del planeta), pero la realidad es esa.
Las enfermedades genéticas que conseguimos curar no quedan eliminadas del genoma y los peligros que corremos al entrar en la espiral de lo curable y sus técnicas, son una oscura caverna de la que algún día emergerá cualquier monstruo que convertido en pandemia diezmará la población humana.
Aun recuerdo cuando en segundo de medicina el Doctor Swartz, Director del Laboratorio de Bioquímica de Valle Hebrón y Catedrático de Bioquímica de la Facultad de Medicina, me explicaba que en el laboratorio las medidas de seguridad eran más extremas que en cualquier otra instalación del mundo y que solo podían trabajar con ADN de mono y de cerdo, ¿A qué tanta seguridad? le preguntaba. Recuerda usted la película “la mosca”, pues ríase usted de ella si ocurre un accidente con un ADN Recombinante… Desde ese día la genética tomó un nuevo cariz para mí.
Creo que la cosa no acaba ahí y lamentablemente lo veremos con los años... Manejo una teoría, propia y posiblemente disparatada, que a pesar de su origen Darwiniano extiende sus causas y efectos a un nivel planetario. Me gusta creer que cuando ocurre algún terrible suceso como un terremoto, un tsunami, una erupción volcánica (excluyo grandes catástrofes provocadas por el hombre como el 11 S), en el que mueren algunos millares de personas, este suceso no es más que un intento del planeta tierra, la hipótesis de Gaia, por equilibrar lo que el hombre se empeña en desequilibrar. A partir de ahí lo que estamos haciendo y lo que pretendemos con estas nuevas terapias y con todos los remedios que nos ofrece la tecnología es deteriorar el genoma humano.
Nuestro genoma ha evolucionado con nosotros durante unos millones de años y son el fruto de adaptaciones, errores y mutaciones, no nos engañemos, hace unos miles de años quizás tan solo cientos, un miope lo tenía crudo para sobrevivir en un entorno hostil, vale, hoy en día tan solo sería atropellado por un autobús urbano y no devorado por un sablodonte, pero unas gafas, unas lentillas o una operación mediante láser, superan esa deficiencia. Una deficiencia que se halla en el genoma y que ese sujeto va a transmitir a la siguiente generación. (Que conste que es el primer ejemplo que se me ha ocurrido y no pretendo que empezar la cruzada por el genoma eliminando sistemáticamente a los miopes del planeta), pero la realidad es esa.
Las enfermedades genéticas que conseguimos curar no quedan eliminadas del genoma y los peligros que corremos al entrar en la espiral de lo curable y sus técnicas, son una oscura caverna de la que algún día emergerá cualquier monstruo que convertido en pandemia diezmará la población humana.
Aun recuerdo cuando en segundo de medicina el Doctor Swartz, Director del Laboratorio de Bioquímica de Valle Hebrón y Catedrático de Bioquímica de la Facultad de Medicina, me explicaba que en el laboratorio las medidas de seguridad eran más extremas que en cualquier otra instalación del mundo y que solo podían trabajar con ADN de mono y de cerdo, ¿A qué tanta seguridad? le preguntaba. Recuerda usted la película “la mosca”, pues ríase usted de ella si ocurre un accidente con un ADN Recombinante… Desde ese día la genética tomó un nuevo cariz para mí.
1 comentario:
A tu teoría le encuentro un pequeño fallo y es el porqué la Tierra trataría de equilibrar siempre por el mismo lado. Esos tsunamis, esos terremotos o huracanes que matan a millares de personas, nunca deciden "hacer justicia" en Bremen, Stuttgart o Badajoz; siempre los vemos en la India, en Costa Rica, en Perú, en Indonesia,...
Sí deberíamos plantearnos una regulación de esa manipulación genética (no tengo ni idea de si existen limitaciones en el tema de la donación de órganos), pero a mí me parece genial el hecho de que ese niño haya podido nacer salvando la vida a su hermano. Me parece una barbaridad la oferta de "niños de ojos azules" de esa clínica americana, pero me parece milagroso el poder aislar y eliminar un gen que produciría una ceguera segura o cualquier tipo de enfermedad degenerativa, malditas herencias que hace unos años obligaban a algunas parejas a no permitirse traer un hijo a este mundo y que hoy, gracias a la Ciencia, ya no tienen por qué ser una condena segura.
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