Ayer se conmemoró el trigésimo tercer aniversario del golpe militar en Argentina. Los militares golpistas, con sus excusas habituales, tomaron el poder y durante ocho años con la complicidad del Premio Nobel de la Paz, Henry Kissinger, practicaron el terrorismo de estado, secuestrando, torturando y asesinando a cualquiera que fuera sospechoso o mostrara su oposición a la dictadura. Esos salvajes uniformados, como los antiguos romanos, quisieron borrar todo rastro de su brutalidad e hicieron desaparecer a treinta mil personas como si nunca hubieran existido. Quisieron ganar el futuro silenciando el presente, pero no contaron con las madres. Miles de ellas reclamaron con valor y pasión conocer el paradero de sus hijos y exigieron la devolución de sus nietos. Ellas fueron y son las voces del silencio, ellas hicieron llegar hasta nosotros el lamento de los desaparecidos. Sus voces nunca aparecerán en las columnas de Trajano o Adriano, ni falta que les hace. Sus conquistas fueron desde la vida y contra la muerte; no pudieron recuperarlos pero el secreto de su sufrimiento quedó grabado en todos nosotros. Quizá por eso Gaia no nos devuelve a las cavernas, pese al gran número de miserables que pueblan sus tierras, porque a diferencia de Lot, ella siempre será capaz de encontrar en su casa a una persona justa o compasiva y eso, cuando quieres preservar la vida, casi siempre es suficiente razón.miércoles, 25 de marzo de 2009
La compasión de Gaia
Ayer se conmemoró el trigésimo tercer aniversario del golpe militar en Argentina. Los militares golpistas, con sus excusas habituales, tomaron el poder y durante ocho años con la complicidad del Premio Nobel de la Paz, Henry Kissinger, practicaron el terrorismo de estado, secuestrando, torturando y asesinando a cualquiera que fuera sospechoso o mostrara su oposición a la dictadura. Esos salvajes uniformados, como los antiguos romanos, quisieron borrar todo rastro de su brutalidad e hicieron desaparecer a treinta mil personas como si nunca hubieran existido. Quisieron ganar el futuro silenciando el presente, pero no contaron con las madres. Miles de ellas reclamaron con valor y pasión conocer el paradero de sus hijos y exigieron la devolución de sus nietos. Ellas fueron y son las voces del silencio, ellas hicieron llegar hasta nosotros el lamento de los desaparecidos. Sus voces nunca aparecerán en las columnas de Trajano o Adriano, ni falta que les hace. Sus conquistas fueron desde la vida y contra la muerte; no pudieron recuperarlos pero el secreto de su sufrimiento quedó grabado en todos nosotros. Quizá por eso Gaia no nos devuelve a las cavernas, pese al gran número de miserables que pueblan sus tierras, porque a diferencia de Lot, ella siempre será capaz de encontrar en su casa a una persona justa o compasiva y eso, cuando quieres preservar la vida, casi siempre es suficiente razón.
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