Esperanza Aguirre ha decidido ir a la guerra. Se ha preparado para una larga campaña de trincheras y ha convertido Madrid en su bastión. Ahora, ante la imposibilidad de ser emperatriz, se transforma en guerrillera y desde su seguro reducto electoral lanzará golpes de mano y cortes de manga a quien es, al menos sobre el papel, su líder político. Pero antes de lanzarse a la lucha ha puesto las cosas en orden “intra muros”. A quienes mostraron sus simpatías por Rajoy o pueden convertirse en posibles candidatos alternativos en un futuro congreso del PP madrileño, los ha fusilado. Un aviso para todos aquellos que no muestren la lealtad debida o sean débiles de corazón. Es la guerra y en esta cruzada de ambiciones personales no hay espacio para tibios ni pusilánimes. No se siente sola, los sectores más duros de PP y los inquisidores mediáticos están con ella.
En Valencia puede haber perdido una batalla, pero no ha agotado sus posibilidades y éstas si pueden llegar a agotar a sus enemigos. Sabe muy bien que una guerra por Madrid sería fratricida para la moral de la organización y para la opinión de los votantes, una catástrofe para la autoridad y el futuro de Rajoy. Si él quiere transmitir una mínima imagen de unión y autoridad, deberá ceder en casi todas las pretensiones de la “reinona”. Deberá tolerar que se convierta en heroína y referencia de quienes echan de menos el lenguaje recio y los gestos duros, de quienes esperan agazapados cualquier tropiezo de un líder cuya autoridad sólo se ha fundamentado en el desconcierto, la desorganización y la carencia de un liderazgo capaz de vertebrar la resistencia de los “duros”. Nadie ha querido dar la cara, en política si la pones demasiado pronto te la parten, así que los posibles contendientes prefieren esperar hasta el 2011, aprovechando cualquier tropiezo para debilitar a quien ahora parece, de forma precaria, controlar el partido. No pintan bien las cosas para la “Espe”, su indisimulada ambición y precipitación han complicado un hipotético liderazgo. Rajoy no lo tiene mucho mejor, controla el partido gracias a los barones regionales y de todos es sabido que la lealtad de estos es caprichosa, exigente y muy dada a la ambición, poco confiable cuando quieres ser “jefe”. Así si esta frágil alianza fracasa sólo le quedará una opción: volver a los brazos de la extrema derecha, hoy por hoy el único cuerpo ideológico con verdadera entidad dentro del PP.
Todo esto la “reinona” lo sabe y si no puede ser la primera, tampoco quiere ser la última. Ella tiene la clave de la victoria o la derrota. Sin los votos de catalanes y vascos es difícil gobernar España, sin Madrid es imposible mantener la cohesión interna y el liderazgo en el Partido Popular.
En Valencia puede haber perdido una batalla, pero no ha agotado sus posibilidades y éstas si pueden llegar a agotar a sus enemigos. Sabe muy bien que una guerra por Madrid sería fratricida para la moral de la organización y para la opinión de los votantes, una catástrofe para la autoridad y el futuro de Rajoy. Si él quiere transmitir una mínima imagen de unión y autoridad, deberá ceder en casi todas las pretensiones de la “reinona”. Deberá tolerar que se convierta en heroína y referencia de quienes echan de menos el lenguaje recio y los gestos duros, de quienes esperan agazapados cualquier tropiezo de un líder cuya autoridad sólo se ha fundamentado en el desconcierto, la desorganización y la carencia de un liderazgo capaz de vertebrar la resistencia de los “duros”. Nadie ha querido dar la cara, en política si la pones demasiado pronto te la parten, así que los posibles contendientes prefieren esperar hasta el 2011, aprovechando cualquier tropiezo para debilitar a quien ahora parece, de forma precaria, controlar el partido. No pintan bien las cosas para la “Espe”, su indisimulada ambición y precipitación han complicado un hipotético liderazgo. Rajoy no lo tiene mucho mejor, controla el partido gracias a los barones regionales y de todos es sabido que la lealtad de estos es caprichosa, exigente y muy dada a la ambición, poco confiable cuando quieres ser “jefe”. Así si esta frágil alianza fracasa sólo le quedará una opción: volver a los brazos de la extrema derecha, hoy por hoy el único cuerpo ideológico con verdadera entidad dentro del PP.
Todo esto la “reinona” lo sabe y si no puede ser la primera, tampoco quiere ser la última. Ella tiene la clave de la victoria o la derrota. Sin los votos de catalanes y vascos es difícil gobernar España, sin Madrid es imposible mantener la cohesión interna y el liderazgo en el Partido Popular.
1 comentario:
Enfrentás la realidad con coraje e integridad. Tenés recursos para dar lo mejor de vos.
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